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MAR DEL PLATA 2012: las crónicas fantasma (IV)

Por Daniel Cholakian

Se ha hablado mucho en la previa del Festival, pero poco en los pasillos y las salas. El diseño de la gráfica institucional del mismo, que se integra con unas muy cortas piezas que se proyectan antes de las películas principales, es sostenido por la impronta aportada por el fotógrafo Marcos López. Ese conjunto de dispositivos gráficos no son sólo son imágenes publicitarias, sino también, un discurso sobre el mismo Festival.

La verdad es que tanto la estática como los cortos, hablan de un proyecto “popular”, en tanto apelan a figuras conocidas por diversos medios no vinculados al cine específicamente e integran un discurso sobre el público, que parecería ir en el mismo sentido. Ahora bien ¿qué se entiende por “popular”? Las distintas figuras son en todos los casos, parte del público. He aquí una supuesta construcción de identidad entre el público real, al que se invita a concurrir, y el público “conocido” que actúa de tal. Contradiciendo cierta idea de lo que representa un festival de cine internacional de clase “A”, el público es pochoclero, escandaloso e incluso algo misógino. Poca ayuda hace esta construcción a lo que se supone propone el Festival. ¿O acaso las autoridades creen que eso es lo “popular” en el cine? ¿O acaso debería saldarse un debate a propósito de hacia dónde va el Festival de Cine de Mar del Plata? La conducción de José Martínez Suarez consolidó un modelo y mucho de lo que es hoy el Festival puede discutirse a propósito de qué dice de sí mismo a través de su imagen. El debate, le parece a este fantasma, es necesario. Pero eso es adelantar lo que será la última crónica, una vez que hayamos dejado atrás las películas.

Dos películas basadas en historias reales se presentaron este martes en la Competencia Oficial. Los resultados son claramente disímiles.

Toda película basada en una historia real corre el riesgo de descansar demasiado en la fuente para justificar el sentido de su realización. Algo de ello ocurre con Augustine. Su realizadora no construye dramáticamente el conflicto de la historia largamente contada del Dr. Charcot, su paciente Augustine y su descripción de la histeria. Atrapada por la supuesta atracción de la historia misma, Winocour sólo se dedica a ilustrar trama que devino en avance médico, intentando develar una relación tormentosa entre médico y paciente, al tiempo que -de un modo pobre y elemental- los prejuicios anticientíficos de la época. Contada con un estilo afectado, la película recurre constantemente a una fotografía puramente ilustrativa, muy cuidada en lo formal, marcada por los contrastes tenues y el difumado permanente, tanto como la insoportable música incidental que pretende acentuar las situaciones más dramáticas.

Pero no siempre la marca de la historia verídica que la precede es un signo negativo para una película. Y si Augustine aburre, la película islandesa The deep de Baltasar Kormakur atrae al mismo tiempo que desorienta. El realizador maneja el lenguaje de los indicios con precisión, dejando en claro al espectador, que algo va a pasar en la trama. Y aunque lo hace marcadamente, la reiteración del recurso está muy lejos de molestar. Seis pescadores se embarcan como parte de sus tareas habituales y el espectador sabe que algo los amenaza, ellos se hacen al helado Mar del Norte sin preocupación alguna. Devenida la situación problemática, Kormakur maneja con precisión la tensión. Pero de pronto la trama cambia de sentido, y cada vez que esto ocurra el realizador cambia el tono para cada ocasión. Con una rara historia real, la película cuenta la travesía de un hombre que no fue un héroe en medio de una tragedia y que tuvo que recuperar su propia identidad para encontrar su intimidad escapando a cierto destino de hombre público al que el azar parecía haberlo destinado. Precisa, entretenida, por momentos innecesariamente melodramática, The deep es eficaz y visualmente muy impactante.

A diferencia de algún compañero del sitio Student, la tercera de las películas presentadas en competencia, a este fantasma le pareció realmente muy pobre. Como si fuera armada a partir de un conjunto de restricciones narrativas inexplicables, esta moralista adaptación de Crimen y castigo está plagada de arbitrariedades y absolutamente falta de contradicción moral (no moralista). Esa profundidad que en la novela es estructural, aquí es pura banalidad.

Mucho más interesante resultó In the fog la primera película de ficción del reconocido documentalista Sergei Loznitsa. En plena segunda guerra mundial, Bielorrusia fue invadida por los alemanes (en su avance hacia los centros del poder en Rusia). Allí los rebeldes partisanos eran condenados a la horca. Un grupo sospecha que un trabajador ferroviario entregó a un trío de compañeros. Por lo tanto lo buscan y deciden fusilarlo clandestinamente. Los tres personajes, dos partisanos y el supuesto traidor, vivirán en el bosque, escondidos y asediados por los nazis, la contradicción de su historia y su presente. Sórdida, intensa, la película reconstruye las historias particulares y confluye en un final que deviene de la irrefrenable tragedia de la guerra. In the fog es de esas películas que, como el vino, mejoran con el tiempo.

¿Vendrá David Hasselfoff a las próximas fiestas en el punto de encuentro? El fantasma estuvo allí con algunas de las chicas de prensa intentando convencerlo de festejar con nosotros a pura cerveza. Todo puede ser.

Ya lo sabremos.

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