No estás en la home
Funcinema

Los ojos del diablo: sobre Halloween

Por Pablo Suárez

“Lo conocí hace 15 años. Me dijeron que no quedaba nada en él. Ni uso de razón, ni conciencia, ni comprensión; ni siquiera el sentido más rudimentario sobre la vida y la muerte, el bien o el mal. Conocí a este chico de 6 años de cara pálida, sin vida, sin expresión, con los ojos más negros que vi en mi vida… los ojos del diablo”, dice ominosamente el Dr. Loomis (Donald Pleasance), a una de sus enfermeras en Halloween (1978), de John Carpenter, la emblemática película de terror que inició una larga serie de (nuevos) slasher films a la vez que revalorizó el subgénero. “El” al que se refiere el Dr. Loomis, es Michael Myers, un bestial asesino que vuelve a su hogar, el pueblo ficticio de Haddonfield, Illinois, para continuar asesinando jóvenes, tal como lo hizo hace mucho tiempo cuando acuchilló a su propia hermana cuando tenía apenas 6 añitos.

Producida, dirigida y musicalizada por John Carpenter (y co-guionada con Debra Hill), Halloween fue éxito inesperado, casi instantáneo, que tanto los críticos como el público celebraron con gran entusiasmo. En realidad, al principio, a un buen número de críticos les pareció insignificante, mientras que a otros les gustó mucho (lo que hizo que los otros críticos reconsideraran sus propias opiniones). Supongo que tuvieron que esperar hasta conocer las películas posteriores de Carpenter para apreciar lo innovador de Halloween, una película que impactó al público sin aviso previo y seguramente por eso provocó mucho más miedo.

Halloween se hizo con un pequeño presupuesto de U$320.000 (pequeño para los Estados Unidos) y terminó recaudando U$47 millones, convirtiéndose en la película independiente que ganó más dinero en el cine norteamericano hasta entonces -y hasta hace no mucho tiempo también-. Y como el presupuesto no permitía costear ni siquiera el vestuario de la película, todos los actores usaron la ropa que ellos mismos tenían. La máscara de Michael Myers se hizo con una máscara del Capitán Kirk de Viaje a las estrellas, que costó menos de dos dólares. Se le agrandaron los ojos y se la pintó de blanco azulado. William Shatner, el capitán Kirk en la legendaria serie, admitió que no tenía ni idea de que su rostro había sido usado para hacer la máscara de Michael Myers. Este dato surgió de improviso cuando alguien, durante una entrevista, se lo mencionó, y desde entonces, Shatner ha dicho, una y otra vez, que se siente honrado por la distinción.

Un último dato anecdótico: a pesar de que la película transcurre en Illinois, cuando Tommy y Laurie van a la escuela, los árboles que se ven el fondo son palmeras californianas, y todos los autos tiene patentes de California, también. ¿Pero a quién le pueden importar estos detalles considerando que Halloween es un hito en el escenario contemporáneo del cine de terror? Es verdad que algunas cosas no están bien hechas y también hay algunos errores medio obvios -problemas de continuidad, más que nada-, ¿pero qué importan cuando la película es tan memorable? De hecho, es la única película que se acerca al nivel del miedo de El exorcista, la mejor película de terror de la historia del cine, nada más y nada menos.

Para el elenco, Carpenter originalmente había convocado a Peter Cushing y a Christopher Lee para el rol de Sam Loomis (el psiquiatra de Michael), que eventualmente fue interpretado por Donald Pleasance. Tanto Cushing como Lee rechazaron la oferta. Tiempo después, Lee dijo que fue el error más grande que había cometido en toda su carrera. Para el papel de Laurie Strode (la babysitter que Michael quiere matar) Carpenter contrató a Jamie Lee Curtis, en un gesto de homenaje a Hitchcock que le había dado a su madre, Janet Leigh, un status legendario al protagonizar Psicosis, y morir a los 40 minutos en la famosa escena de la ducha. Michael fue interpretado por Nick Castle, pero, ocasionalmente, también lo interpretaron distintas personas del equipo técnico (incluyendo a la guionista y productora Debra Hill).

Igual que a Hitchcock, a Carpenter le interesa conseguir un suspenso sostenido que sólo sea interrumpido por algunos sonidos violentos seguidos de feroces asesinatos. Este es el tipo de película que se sostiene sobre un clima muy cohesivo, una fotografía bien expresiva, y un afinado crescendo dramático acompañado por un excelente uso de la música incidental (recurso que si no es bien utilizado es insoportable). No hay, prácticamente, espacio para relajarse ya que la experiencia que propone Carpenter es tensa y perturbadora. Muchas otras películas intentaron imitar a Halloween (por ejemplo, el caso paradigmático de Martes 13), pero estas se arman a partir la repetición mecánica de violencia gráfica, un asesinato tras otro, y casi nada más. Por eso no tienen las bases para crear un terror genuino, exactamente al revés de Halloween. En comparación, no poseen verdaderas sorpresas, no impactan. En el mejor de los casos, el exceso camp las puede tornar divertidas (como es el caso de la primera y la segunda Martes 13).

En cambio, en Halloween, los espectadores entran en la pesadilla viviente creada por “El”. Igual que para los personajes, es casi imposible ver llegar a Michael antes de que masacre a sus víctimas. Ocasionalmente, lo vemos caminar lentamente de un lado a otro, y después ya es demasiado tarde. O, si no, vemos lo que Michael ve a través de su punto de vista (subjetivo), un recurso que Carpenter usa repetidamente y, sin embargo, no se agota, más bien se hace más amenazante. Para confundir más a los espectadores, Michael ataca en silencio, sin emitir sonido alguno, como si viniera de la nada misma. Sus movimientos son lentos, como los de un zombie. En los segundos antes de que mate, percibimos que se esconde en la oscuridad. Pero los personajes ni lo notan. No hay ni siquiera un primer plano hasta que Michael descarga su ira de un modo atroz y  sanguinario.

Sin embargo, las muertes nunca son mostradas de un modo explícito y bestial: en cambio, Carpenter elige mostrar apenas fragmentos, y bien rápido. Por ejemplo, en la escena del comienzo cuando la hermana de Michael es asesinada con una cuchilla de cocina solamente se ve la cuchilla, y sangre en los pechos de la chica y en el filo de la cuchilla. O cuando un perro es estrangulado: solamente se ven sus patas que ceden mientras Michael lo tiene colgado en el aire y se lo oye lloriquear. Crear shocks y violencia es fácil, pero hacerlo bien es difícil. Sin embargo, Carpenter sabe muy bien cómo hacerlo: eso se aprecia en, por ejemplo, su uso de los fondos en la composición de los planos. La cámara establece el encuadre y luego panea hacia un costado, y algo súbitamente aparece en el fondo. Casi siempre, es una falsa alarma. Pero a veces no.

Halloween es recordada por varios motivos, todos ellos legítimos. Si tuviera que elegir una parte que no me puedo sacar de la cabeza, sería la escena del comienzo. Un largo plano secuencia desde el punto de vista de Michael acompañado por una tétrica música incidental funciona como prólogo para la carnicería que se aproxima. Michael, con sus 6 añitos, está listo para matar. Y mata. Después, es enviado a una clínica psiquiátrica. Quince años después, Michael vuelve a casa.

Entonces, después del éxito de Halloween, la pregunta era obvia: ¿por qué no hacer una secuela? Para los productores y los directores, las secuelas son atractivas porque ofrecen la oportunidad de continuar con una historia que al público le gustó mucho, en vez de comenzar otro proyecto completamente distinto, que siempre es menos seguro y más impredecible. Y la mayoría de las veces, aunque la secuela no esté a la altura de la película original, el público ya la fue a ver ni bien se estrenó. En el peor de los casos, el boca a boca la puede afectar, pero para ese momento ya se recaudó el dinero suficiente para hacer una nueva secuela para el año siguiente. Nosotros, los fans del cine de terror, nos vamos a acordar de lo mala que era la segunda parte, pero aún así vamos a ir a ver la tercera (por si acaso esta vez les salió bien y entonces nos podemos asustar una vez más).

Una de las estrategias más usuales para una secuela es hacer que la historia continúe en forma directa con la primera película, ya fuere retomando subtramas o introduciendo nuevos conflictos. Otra estrategia es usar prácticamente la misma historia con algunos personajes nuevos, en el mismo lugar, pero poco tiempo después de cuando terminó la primera película. Halloween II (1981) entra en la primera categoría. Comienza exactamente después de donde terminó Halloween: con Laurie, la babysitter, la única sobreviviente, tratando de encontrarle algún sentido a todo lo que pasó. Se pregunta, por primera vez, si el asesino era “el cuco” o no. Y, de hecho, sí era el cuco. Pocas películas de terror tienen un final tan perturbador como el de Halloween. Es verdad que la heroína sobrevivió a la masacre, pero también se entera de que “El” es el mal puro, y, por lo tanto, no se lo puede matar. Entonces, ¿eso significa que ella va a tener que enfrentar otra pesadilla viviente? ¿Todavía hay más terror acechando?

Hacer una continuación a la altura de la primera película era algo muy difícil, más aún considerando que Carpenter es uno de los mejores directores de cine de terror de la historia. Aparte, estaba involucrado en otro proyecto y no quería dirigir una secuela. Pero sí accedió a escribir el guión y producir la película junto con Debra Hill. El director elegido fue Rick Rosenthal, que solamente tenía experiencia en televisión. Otros nombres importantes de la película se vuelven a juntar para la secuela: Donald Pleasance como el Dr. Loomis, Jamie Lee Curtis como Laurie Strode, y Dean Cundey, el director de fotografía.

La historia de Halloween II comienza cuando Laurie es llevada a la clínica Haddonfield para recuperarse del ataque de Michael. Laurie quiere saber, a toda costa, por qué Michael la persigue, pero nadie tiene la menor idea. Mientras tanto, el Dr. Loomis y la policía de Haddonfield recorren la ciudad para encontrar a Michael, quien al saber que Laurie todavía está viva e internada en el hospital, se dirige hacia allí y así comienza otra masacre. Esta vez es el turno de los médicos y las enfermeras.

En Halloween II vuelven a aparecer algunos de los elementos que funcionaron a la perfección en la primera parte: el uso del punto de vista subjetivo de Michael, la fotografía más expresiva que descriptiva y la perturbadora música incidental. También tiene el suspenso necesario, pero no se apoya tanto en el ataque sorpresivo de Michael a sus víctimas. En cambio, a veces Michael aparece en la esquina del cuadro y se queda quieto durante unos cuantos segundos, jugando con la audiencia antes de acercarse a su presa. O la otra fórmula: hay una falsa alarma, risas… y de golpe viene el mazazo. Es verdad que quizás la técnica esté mejor ejecutada en la primera película, pero aún así sigue siendo muy efectiva.

Y hay un cambio muy importante: esta vez sí tenemos un verdadero slasher. Los detalles más macabros (un primer plano de una aguja insertándose en un ojo) se ven de un modo bien gráfico, sin concesiones, al igual que los bestiales asesinatos (una mujer es quemada viva en una bañadera con agua hirviendo) que vienen, aparte, cargados de sangrientas puñaladas y horrendos descuartizamientos. Y hay muchos más muertos. Es exactamente lo que uno espera de una secuela bien slasher. No es el mismo tipo de terror, pero la desmesura muy camp lo hace bien entretenido. Mientras que Halloween era verdaderamente terrorífica y perturbadora, Halloween II tiene más gore y más sangre. Pero eso no significa que no tenga suspenso, sino que tiene más gore que tensión. De hecho, es un excelente slasher muy arriba del promedio de los slasher de los 80’s. Aparte de ser la mejor secuela de las películas de esa década, es la secuela más cercana en su estilo a la película original.

Nadie duda que Halloween, la primera, es más creativa, tiene más suspenso y está mejor dirigida; no por nada es un hito en la historia del cine de terror moderno. Y es la mejor película de John Carpenter (si bien La cosa y En la boca del miedo también son muy buenas), y es el tipo de película que se puede ver una y otra vez y siempre sigue dando miedo. En menor grado, Halloween II también es un film muy bueno; inclusive, a veces, se beneficia de un mayor grado de crescendo dramático. Recordemos las escenas del solitario hospital con Michael tranquilamente paseándose por los pasillos, bisturí en mano, listo para masacrar al próximo médico, enfermera, o paciente. Y la música, siempre inquietante, que lo acompaña paso a paso…

Comentarios

comentarios

Comments are closed.