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BAFICI 2012: las crónicas fantasma (IV)

Por Daniel Cholakian

Una de las más interesantes cosas que tiene un festival es poder encontrarse con colegas, cambiar opiniones, escucharlos hablar sobre películas que no hemos visto a veces con un entusiasmo tal que nos decide a buscar entradas para verla, o con tal decepción que nos lleva a tacharla de nuestra lista. En esos intercambios una de las más productivas cosas que podemos hacer es escuchar a quienes hablan bien de películas que nos han disgustado. Porque sus argumentos, cuando son colegas y amigos a quienes respetamos, nos deben llevar a reflexionar sobre aquella obra en disputa y repensar nuestra propia mirada. Sin que esto necesariamente cambie nuestro punto de vista, sin dudas nos enriquece y nos permite ver cosas que no hemos visto, cambiar perspectivas, encontrar claves de lectura que nos habían quedado perdidas en el vértigo propio del maratón cinéfilo que es un festival.

Algo de eso vivió este traslúcido espectador con la película Policia y los comentarios de algunos amigos. Hay algunos elementos interesantes en algunas escenas particulares que merecen ser revisados, como por ejemplo la absoluta teatralidad de la secuencia final, que despegándose de toda perspectiva realista y de pura acción, otorga otro sentido, mucho más político a la resolución. Esta es una cuestión a tener en cuenta. Creo sin embargo que uno de los problemas es la coherencia del tipo de registro narrativo y cierto maniqueísmo constante, tanto como el recorte sesgado que hace de los sujetos sociales que participan de ese “todo israelí” que el realizador pretende contar. Los debates en los pasillos, siempre enriquecen, escuchar voces diversas también. El consejo sería, busquen otras opiniones, lean otros textos, visiten otras salas.

De lo visto podemos destacar sin dudas la muy divertida e inteligente comedia filipina, que forma parte de la competencia internacional, The woman in the septic tank. Por momentos delirante, cuenta la historia de un trío de modernos, clase media alta y auto elogiados jóvenes cineastas que están proyectando realizar una película sobre la extrema pobreza y las consecuencias de la misma. El guión trabaja con pericia tanto el nivel de la lógica de los productores indies jóvenes, aplicable a muchos otros lugares, y el modo desde el cual ellos, parte de la alta burguesía en una sociedad sumamente desigual, miran la pobreza como material a trabajar desde sus lugares como artistas (todo esto podría leerse entrecomillado). Más allá de los hallazgos, que muchas veces son fuegos de artificio menos sustanciosos de lo que parecen, recomiendo prestar especial atención a la escena del musical. Allí hay mucho cine puesto en juego.

En otro registro Il sorriso del Capo de Marco Bechis, director de la notable Garage Olimpo, es un documental realizado con material de archivo del Instituto Luce, que fuera durante el fascismo un organismo dedicado a la propaganda del régimen. Matizado con pequeñas intervenciones de la voz en off de un hombre que relata cómo sin darse cuenta, durante su adolescencia había quedado capturado por la arenga de Mussolini, la película recorre presentaciones públicas de Il Duce, un discurso frente a las multitudes y gran cantidad de material de propaganda bélica como de integración a la nueva sociedad. Si bien el material es muy interesante como documento, la integración que hace Bechis del mismo carece de toda hipótesis y por lo tanto se pierde en un recorrido de imágenes que se han replicado, más o menos contemporáneamente en Alemania, en Francia, en EE.UU., en la URSS o incluso en nuestro país. No hay en el trabajo formal del noticiero Luce, ni en la construcción iconográfica del líder, nada especialmente novedoso. Obviamente el material documental, impecablemente presentado y bien articulado rítmicamente, tiene valor por sí mismo. Pero no aporta en cuanto análisis sobre el pasado mucho más que lo que logra la develación final del hombre que habla en off y su frase final, que resignifica todo lo visto.

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