No estás en la home
Funcinema

El precio

Dirección: Helena Tritek. Texto: Arthur Miller (versión de Federico González Del Pino, Fernando Masllorens). Intérpretes: Selva Aleman, Antonio Grimau, Arturo Puig, Pepe Soriano. Escenografía: Eugenio Zanetti. Vestuario: Eugenio Zanetti. Iluminación: Ariel del Mastro. Asistente de dirección: Edgardo Alba. Producción general: Diego Romay. Sala: Teatro Corrientes (Corrientes 1760)


Buena


Elegir y pagar el costo

Por Gisele Cebrian

El precio, obra de Arthur Miller protagonizada por Arturo Puig, Selva Aleman, Antonio Grimau y Pepe Soriano, con la dirección de Helena Tritek, se presenta en el Teatro Corrientes de Mar del Plata, de jueves a domingos a las 21:30.

Los residuos de la posguerra fueron más que materiales, más que bancarrotas y desclasados. La crisis obligó a muchos a elegir, a desatender los deseos que parecían venir desde las entrañas, a cerrar los ojos y sobrevivir con lo imprescindible, a conformarse con un tránsito regular, rotos ya los sueños de trascender. El hecho de elegir y el de no elegir, ambos tienen su precio. En ambos casos se opta y, a veces, otro nos ahorra el trabajo y lo hace por nosotros. De cualquier forma, el resultado de las opciones pasadas es el presente.

El argumento de El precio transcurre en el desván de una vieja casa en Manhattan, que denota un pasado próspero en el que la familia Franz fue rica hasta el crack de 1929. La casa pronto será demolida para dar paso al “progreso” y asegurar la frágil estabilidad económica de algunos de los herederos que quedaron.

El precio es dramática desde el comienzo, cuando nos habla de una pareja, la de Víctor Franz (Puig) y Esther (Aleman), en crisis por haberse dejado arrastrar por el cansancio de pensar siempre en un futuro calmo, relegando el diario trabajo de dar vida al presente. Sin el menor signo de vida entre ambos, él transcurre en un pasado mejor que aconteció en esa casona paterna, mientras que ella no deja de reprocharle las decisiones que los llevaron al punto donde se encuentran, aunque con la esperanza de que algo los despabile.

A todo esto, irrumpe Solomon, un viejo tasador y vendedor de muebles, un judío con marcado acento yiddish, un charlatán que, a mar revuelto, busca sacar tajada del remate. El personaje que interpreta con alto vuelo Pepe Soriano (la más destacable de las actuaciones) entra para amenizar, dar pequeños pasajes de humor con sus comentarios o sus inoportunas intervenciones. Si bien Solomon discutirá los costos de los trastos en venta, devenidos en antigüedades de poca estima económica, en la negociación se empieza a poner en juego el valor del título de la obra: ¿cuál es el precio que pagamos por nuestras decisiones?

Revisitando el ayer cada mueble polvoriento, Víctor discute con su mujer, quien espera una buena venta o una reconciliación de su marido, un policía de sueldo modesto que quiso ser médico, con el hermano, Walter, un exitoso cirujano. Grimau interpreta al hermano que después de 16 años intenta reconciliarse con él, ofreciéndole un trabajo que a Víctor le suena a limosna. Un hermético orgullo no los dejó nunca ver realmente al otro y el verdadero porqué de tanto resentimiento.

Con la exigencia del drama de la obra, los quiebres de cada personaje, trabajados individualmente, son subrayados por buenas actuaciones. Como la de Grimau, en la piel de un personaje soberbio, con triunfos profesionales sobre su espalda pero solo, con problemas cardíacos, y con una enorme necesidad de vincularse con alguien que lo quiera de verdad.

El cinismo y el idealismo se entremezclan y el intercambio se vuelve cada vez más punzante a causa de crueles verdades que se empiezan a conocer. Mirando El precio no debe haber espectador con una cuota de reflexión que no se encuentre identificado con las distintas posturas ante el problema de decidir, por uno, por los demás, por los anhelos propios o por lo que debe ser. ¿Tiene derecho a protestar quien salió desfavorecido por sus elecciones? ¿Y a quién culpar?

Un detalle que impacta al espectador al entrar a la sala es la escenografía, nada menos que de Eugenio Zanetti, en la que se destacan incontables muebles y artefactos antiguos abarrotados en ese desván, en el que cada uno toma relevancia.

El precio fue estrenada en febrero de 1968 en Nueva York y el mismo año, bajo dirección de Román Viñoly Barreto y con la producción de Alejandro Romay, debutó en escenarios de Buenos Aires. Ahora es su hijo, Diego Romay, quien convocó a este elenco y lleva adelante una de las más queridas piezas de Miller.

Comentarios

comentarios

Comments are closed.