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Funcinema

MAR DEL PLATA 2011: mini-críticas de FANCINEMA

Si quieren saber qué le parecieron al staff de FANCINEMA las películas del Festival de Cine, entren aquí y lean las mini-críticas, un clásico de cada cita festivalera. Día a día se irán subiendo más reseñas de esta 26ª edición. 81 PELICULAS COMENTADAS


¡Que vivan las antípodas!, de Víctor Kossakovsky / 6 puntos


El film es un viaje por ocho lugares del mundo, las antípodas del título: ciudades que resultan el extremo contrario exacto en el globo terráqueo. Por ejemplo, uno de estos capítulos, el de apertura, se centra en la Argentina y China. La cámara de Kossakovsky es virtuosa, propone paneos sumamente expresivos y encuentra, cuando recurre a los primeros planos, imágenes subyugantes: insectos en una zona rocosa de España, lava ardiente de un volcán en Hawai, una ballena muerta en la costa de Nueva Zelanda. El problema del film es que más allá de su belleza visual, la anécdota que pretende contar es mínima, reducida para los 110 minutos que dura. Si lo que quiere marcar el director son las diferencias que puede haber en ciudades que son el anverso exacto, mostrar las calles colmadas de China para contrarrestarlas con un campo entrerreiano no es más que una obviedad. Con los paisanos que aparecen en Entre Ríos pasa lo mismo que con ¡Vivan las antípodas!, comienzan interesando para luego sumirse en cierta reiteración. Mex Faliero


18 días, directores varios / 6 puntos


La película egipcia, es un conjunto de 10 cortometrajes cuyo eje son los días que van entre el 25 de enero y el 11 de febrero de 2011. El primer día de ese período marca el inicio de la ocupación de la plaza central en El Cairo, y el último el de la renuncia de Hosni Mubarak a la presidencia, cargo que ejercía democráticamente desde hace 30 años. Estos cortos, ciertamente urgentes y desparejos, tienen algunos puntos de interés. Los principales son algunos que, por conocidos para los interesados, no dejan de ser menos importantes. El primero es que la mayoría de los personajes viven alejados de la política y carecen, hasta que las calles son ganadas por la revuelta, de todo interés en la misma. El segundo es que son, en su mayoría, jóvenes. El otro punto nodal, y tal vez el más interesante para entender lo que fue y puede seguir siendo la política en Egipto, es el rol de la policía. Mientras el ejército suena ajeno y “legalista”, la policía es la violenta fuerza de choque, represión, tortura y encarcelamiento. Es quien organiza los grupos parapoliciales y quien interroga en cárceles, que parecen mazmorras. Esto es un dato central para entender el modo en que se ejerció el poder durante el mandato del presidente depuesto. Claro que para contar todo esto hay historias de amor, de encuentros y desencuentros, los caminos personales y los modos de comprender el proceso acelerado y sorprendente que implicaron esos 18 días. Vale la pena como documento y testimonio de un momento histórico cuyas consecuencias en el mediano plazo aún están por escribirse. Daniel Cholakian


36 horas de supervivencia fílmica, directores varios


El desafío de la realización cinematográfica encierra la necesidad de adaptarse a formatos donde el vértigo y la velocidad para resolver situaciones pueden atentar seriamente contra el contenido. La previsión y la preparación para incidentes de este tipo lo da definitivamente la experiencia. Para dar una respuesta a lo que constituye un desafío se realizó el evento de 36 Horas de Supervivencia Fílmica, que contó con su presencia en esta edición del Festival Internacional de Cine, pudiéndose ver el material premiado en “Ventana 36HSF”. La multipremiada Aria (mejor corto, mejor dirección y mejor sonido), del director marplatense Sebastián González, tiene los méritos de la narración solvente y el aprovechamiento de la imagen para definir un escenario donde la atmósfera opresiva se va tornando cada vez más intensa hasta el inevitable clímax. La tensión presente entre sólo dos personajes y la ausencia de palabras permiten que se luzca y fluya la sucesión de planos, con un ritmo que aprovecha el detalle y la música para generar climas que se ven coronados por una excelente dirección de fotografía. En sus poco más de cinco minutos, Aria logra una síntesis entre narración y subtexto que en su apartado técnico brilla gracias al detalle puesto en definir una extraña relación entre un pianista y una bailarina. En la misma proyección también pudieron verse otros trabajos que formaron parte del certamen, incluyendo otros cortos ganadores como Temporada baja, Cambios, Música para camarones y Retroceso. Cristian Ariel Mangini


75 habitantes, 20 casas, 300 vacas, de Fernando Domínguez / 7 puntos


Mediante sus cuadros y su relato, el artista plástico Nicolás Rubió describe cómo fue su infancia y adolescencia en un pueblito francés, cuya delineación se encuentra en el nombre de este trabajo. Con singular cadencia, lenta pero firme, la cinta se transforma en un cuento destacadamente narrado a través de un preciso trabajo de edición y una virtuosa labor visual, que permite conocer la historia singular de este artista que pasó por dos guerras (la civil española y la Segunda Guerra Mundial) antes de llegar a la Argentina. Como inspiración básica para sus cuadros, Rubió expresa el profundo amor y pertenencia que posee con aquel pueblito francés, elementos que se transmiten durante los setenta minutos del film, que se asemejan a la situación de un abuelo contándole a su nieto sobre su infancia y adolescencia. En este caso, Rubió es el abuelo y los espectadores los nietos. Brian Macchi


Abrir puertas y ventanas, de Milagros Numenthaler / 6 puntos


Tres hermanas conviven en el caserón que dejó su abuela, recientemente muerta. Hay diferencias evidentes: Mariana (María Canale) es la líder, la que gusta de llevar adelante las cosas; Sofía (Martina Juncadella) está rodeada de misterios, cierra su pieza con llave, va a la facultad y vuelve con dinero, que esconde hábilmente; Violeta (Ailín Salas) es la “vaga” del trío, la que no colabora con las tareas de la casa. Este núcleo de conflictos está bien llevado por la directora, desde lo íntimo hasta lo público, en el lógico estallido. Las actuaciones están muy bien y el film funciona desde lo formal, con una buena utilización de la música y los espacios. El inconveniente con Abrir puertas y ventanas pasa varios misterios que se van desarrollando, varias cosas que se van sugiriendo, pero que nunca terminan de desencadenar en nada. No se pide desde aquí revelaciones explícitas, sólo que el juego del misterio sirva para decir algo, para revelar, desde lo tácito, algún nudo, alguna raíz de esos miedos que atormentan a las protagonistas. Por momentos, además, la directora abusa de elementos teatrales y confía poco en el espacio cinematográfico. Una película prolija, pero que no termina diciendo casi nada de todo aquello que supone va a decir. Mex Faliero


Acorazado, de Alvaro Curiel de Icaza / 5 puntos


Silverio es un desempleado que con discursos antiimperialistas pide en los colectivos. Un grupo de viejos sin trabajo, su mujer e hija y una travesti amiga, serán los personajes que interactúen en su vida y de alguna forma lo convencerán para realizar el viaje en busca del “sueño americano”. Con una balsa improvisada, intenta llegar a destino, y luego de una tormenta aparecerá en Cuba, transformándose en un héroe que se escapa del sistema capitalista para incorporarse al socialista. Esta premisa divertida, se agota rápidamente y muchos de los personajes mexicanos se pierden en la segunda parte de la película (salvo la travesti, aunque no aporta nada). Algunos chistes funcionan, pero se tocan quizás de forma muy superficial cuestiones del régimen de Castro. Los personajes cubanos que no están contentos con el sistema no terminan de delinearse bien y los que están a favor están un poco caricaturizados. El protagonista es un paria que no logra quedarse ni con unos ni con otros, como el guión de la película. Gabriel Piquet


Aquí viene la lluvia, de Bahij Hojeij / 8 puntos


La libanesa habla de las múltiples desapariciones, pérdidas, rupturas que sufrieron los habitantes de ese país a lo largo de innumerables guerras y momentos violentos en su corta historia como estado. Las historias, que se cruzan con sutileza, con decoro, con inteligencia, hablan de los que fueron secuestrados por la policía de un poder central cristiano con centro en Beirut, del dolor de una madre cuyo hijo no aparece. De la imposibilidad de reconstruir su vida, incluso para aquel que es liberado veinte años después de su encarcelamiento. ¿Quién es? ¿Quién es su esposa? ¿Quiénes sus hijos? ¿Cuánto se espera al ausente? El realizador construye una historia precisa, sin recurrir a sobre explicaciones, pero tampoco a recursos que pudieran afectar los sentimientos del espectador. Apela a la comprensión compleja de lo que viven cada una de las personas, cómo subsisten con la pérdida y cómo se vinculan con la reaparición. Beirut y la sociedad libanesa toda ha sido fracturada, dividida. La ciudad destruida. En este punto también la mirada sobre su arquitectura presente es cargada de sentido a través de la mirada del hombre que fue secuestrado cuando todo ardía y es reinsertado en medio de un nuevo escenario. Sin dudas, Aquí viene la lluvia por su origen, su realización y las muy buenas actuaciones, es una de las buenas que nos deja este festival. Daniel Cholakian


Arirang, de Kim Ki-duk / 6 puntos


Siempre creí que gran parte de la obra del director coreano estaba al límite del disparate y que tenía sus momentos. Este carácter desparejo se confirma definitivamente en este extraño y terminal experimento autorreferencial que pretende tensionar las fronteras entre la ficción y el documental, evocando en algún punto dos grandes películas de la historia del cine: Ocho y medio de Fellini y Taxi Driver de Scorsese (por su secuencia final). El punto de partida es un supuesto bloqueo creativo del director que lo lleva a vivir hacia el borde de la civilización para interpelarse como artista en una especie de diario filmado con recursos básicos, que incluye además un supuesto alter ego espectral como interlocutor. Si bien por momentos el relato es poderoso por su crudeza expresiva y por el planteo de temas como la moral de la puesta en escena, con riesgos incluidos, la situación de la cinematografía coreana, los roles creativos, la crítica hacia su obra, entre otros, luego se derrumba en repeticiones que agotan. Es allí cuando uno advierte cierto ejercicio de ombliguismo, donde se declama y el poder de sugerencia de sus mejores filmes se pierde en gritos y lamentos. Entonces, la buscada diferencia visual del inicio se transforma en una cómoda desprolijidad. Nos echa en cara el personaje Kim Ki-duk en un pasaje: “detesto la preparación logística de una película”; Arirang parece cumplir con creces tal confesión, aunque navega entre la reflexión y la chantada. Guillermo Colantonio


Art history, de Joe Swanberg / 3 puntos


Cuánta garra hay que poner en juego para descubrir todas las virtudes que se enuncian en el catálogo de presentación de esta película. Uno no pretende que un programador hable mal de lo que elige, pero de allí a hacer un tratado sobre la nada, la cosa cambia. Con la excusa de la filmación de una película pornográfica y la inclusión de sexo explícito como para hacer un poco de ruido, Swanberg coquetea con la pose de cineasta independiente para mostrar la nada misma de cuatro personajes anodinos, sin vida, en una especie de casa granhermanesca, con histeriqueos incluidos. Se me pierde en absoluto la supuesta impronta de “reflexión de un cineasta que repiensa su obra”, aunque a juzgar por algunos films vistos en el festival parece ser el verso de moda. Un verdadero fiasco con título pretencioso. Guillermo Colantonio


Bellflower, de Evan Glodell / 7 puntos


Dos amigos construyen un lanzallamas y adaptan un auto para dejarlo parecido al de la película Mad Max 2 (el film comienza con una cita de Lord Humungus, el villano de esa película) esperando la llegada del apocalipsis. En paralelo, uno de ellos se enamora, las interrelaciones entre varios personajes relacionados a su novia se empiezan a complicar y ese es un detonante para que todo estalle en cualquier momento. La excusa del auto y del fanatismo por las películas de Mad Max nos llevan a un melodrama cargado de pasiones, engaños, venganza que mantiene el interés del espectador. Actuaciones afectadas en algunos casos que no molestan, una fotografía con aspecto de videoclip, que vuelve todo más extraño. Los guerreros de la carretera ya están listos para salir y enfrentar el fin del mundo. Gabriel Piquet


Beyond the black rainbow, de Panos Cosmatos / 2 puntos


El señor Panos Cosmatos nos ofrece una distopía tonta ubicada en el año 1983. Formalmente al menos transcurre en ese año, la música carpenteriana, la textura que parece un limpio VHS y… nada más. Como si el peor Kubrick (el más distante, el más pedante) se hubiera levantado de su tumba para filmar esto, el bueno de Panos desarrolla un film no sólo fallido, sino que horrible. Cambiando de registro abruptamente, a un ritmo pesado y viscoso. Túneles de colores, monstruos arbitrarios, secuencias oníricas con alegorías intrascendentes o más bien pavotas, algunos Sensinautas (?). Y por allí, un personaje insufrible, el doctor Barry Nyle, interpretado por Michael Rogers que de ridículo que es provoca risa nerviosa, por suerte muere. También Elena (Eva Allan), un personaje maltratado por el doctor Nyle que provoca cierta empatía. Al final aparecen un par de muchachones fumando crack, cuya existencia en la floja lógica del film es inexplicable. Reacciones del público, la mitad se fue, la otra mitad nos quedamos y nos reímos y también la odiamos. Pavada pretenciosa. Matías Gelpi


Corman’s world: exploits of a Hollywood rebel, de Alex Stapleton / 6 puntos


Lo que siempre digo de estos documentales, hoy en día sirven de guía para los iniciados, porque no aportan nada nuevo a lo que se conoce. En este caso hay algo a favor, el personaje es Corman. Para seguir sumando, el hombre al que homenajean en el film, está vivo. Cuenta anécdotas relacionadas a las películas que se perdió producir (Easy Rider), los que le llevaron guiones, les quiso hacer cambios y no estuvieron de acuerdo (Martin Scorsese en Calles salvajes). Hay mucho de sus comienzos, de la era Poe, lo que significó el estreno de Tiburón y Star Wars, provocando la desaparición de las películas de autocines al que el apuntaba y su actualidad en la que sigue produciendo películas para TV. Gabriel Piquet


Courage, de Greg Zglinski / 5 puntos


Una historia que tiene una idea, tiene algunas líneas estéticas definidas, pero no termina de consolidarse como propuesta. Dos hermanos enfrentados en relación con varias líneas temáticas en torno a la empresa familiar. La tradición frente a la modernidad de las nuevas formas de negocios, el manejo personal, la línea patrifamiliar y la herencia. La fertilidad, alguna cuestión de género y la culpa, presente en la actuación de uno de los hermanos, frente a una situación límite que vive el otro. La película es una pretenciosa fábula sobre algo sencillo o incluso pobremente desarrollado. Con un final “cantado”, esta primera película polaca pretende tocar demasiadas cuerdas, pero el sonido es bastante monocorde. Daniel Cholakian


Crazy horse, de Frederik Wiseman / 8 puntos


Wiseman apela a su ya conocido estilo de contemplación distanciada para explorar las diferentes aristas de este famoso show erótico de París. En combinación con los diferentes números musicales (a los que el director filma en correspondencia con el punto de vista voyeurístico del espectador), se van mostrando las prácticas de las bailarinas, la planificación de las coreografías, el diseño de los vestuarios y escenarios, los momentos de tensión y distensión. Con esto se logra, por un lado, reforzar y acompañar la construcción plena de artificio de todo el espectáculo, pero por otro, resaltarlo para deconstruirlo, evidenciando su configuración interna de carácter incluso teórico y dialéctico. Tan simple como eficaz, el documental es un claro ejemplo de que la pasión y la disciplina van de la mano. Rodrigo Seijas

-Para quien escribe, la película del festival. Un evento cinematográfico de esos que quedan por horas en la retina y en los oídos. El principio observacional de Wiseman tiene la extraña habilidad de simular la presencia de la cámara, pero al mismo tiempo, es de un absoluto poder constructivo en lo visual. Nos movemos por los resquicios del cabaret parisino más famoso del mundo, de alto nivel artístico; el alcance del ojo parece no tener límites, ya que accedemos a diversas instancias de tiempo y espacio, donde se entretejen los planes y la preparación de un espectáculo increíble. Además, Wiseman propone su propio show en la forma en que mira y filma esos cuerpos, esos rostros, como si no existiera. Veremos además, los debates en torno a elecciones determinantes que componen un campo dialéctico notable (son las instituciones, pero también las personas). Al igual que en su notable La danse: el ballet de la Opera de París, el director dedica la atención también al funcionamiento laboral en todas sus aristas. Los momentos escénicos ya son territorio de la magia del cine. No obstante, hay pasajes que funcionan como contrapunto (los descansos de las bailarinas mirando bloopers, las estampas de exteriores que rompen con el registro interno del cabaret, entre otros), con lo cual el equilibrio es perfecto. Una obra maestra. Guillermo Colantonio / 10 puntos


Crimen en París, de Henry-Georges Clouzot / 8 puntos


Lo bueno de los clásicos es que uno descubre que todo estaba hecho antes y que nadie inventó nada. Y como bien dijo un colega mientras comentábamos esta película, en algunos casos el cine parece que perdió riesgo. Una misma canción le sirve a Clouzot para enlazar imágenes que nos llevan de un ensayo a un escenario en donde la actriz Suzy Delair sigue interpretando la canción, en un manejo impresionante del montaje. La película tiene elementos del noir y el suspenso: un músico celoso de su mujer (la mencionada cantante), un productor fetichista, una amiga fotógrafa de la pareja que ayudará a encubrir un crimen, un detective que investiga todas las hipótesis. La escena en donde el músico pasa por el teatro en donde se deja ver para tener una coartada, siguiendo hacia la casa de la víctima y descubriendo que alguien se le adelantó y ya lo mató, sumado a su proceso para volver al teatro y llegar a tiempo para el cierre del espectáculo, ya me quedó en la memoria como uno de los grandes momentos del cine. Gabriel Piquet


Cultures of resistance, de Iara Lee / 10 puntos


La directora se propuso un viaje alrededor del mundo en búsqueda de las diversas respuestas esperanzadoras y resistencia que pueblos con terribles crisis y dramas bélicos habían encontrado alrededor del mundo. Desde movimientos artísticos, gráficos, musicales hasta organizaciones de mujeres para la reconstrucción social como en el caso de Rwanda, a partir del terrible genocidio ocurrido en 1994, o la enseñanza del capoeira a los refugiados de la franja de Gaza, como medio de comunicación y paz. Probablemente algo es evidente en toda esta recopilación de testimonios y es la facilidad con la que hoy un civil puede denunciar los distintos crímenes y mostrarlos al mundo por medio de Internet y de las nuevas tecnologías. En síntesis, se trata de un documental excelente tanto por su aspecto técnico y estético, como por la variedad de problemáticas internacionales mencionadas y por el mensaje esperanzador que nos deja, demostrando que la resistencia debe ser activa y debe construir algo por sí misma. Julieta Paladino


Diablo, Nicanor Loreti / 8 puntos


Fiel a la sección que integra, Estados alterados, genera en los espectadores un cúmulo de sensaciones opuestas. Es de esas películas en las que el sonido se termina de componer con los sustos y las risas de la gente. Loreti muestra la historia de un boxeador ya retirado que recibe a su primo en su casa. Con su pariente empezará la aventura con la cual el protagonista, Juan Palomino, deberá demostrar todo lo que aprendió en su profesión. La película logra captar la atención del público mediante la vacilación constante de la narración, momentos de acción y otros de comedia. La vida de un boxeador tiene varias facciones que son trabajadas en la película: la presión de los managers; la violencia como deporte con los riesgos que conlleva, así como también pasar de la pobreza a gloria. Pero en sus particularidades como persona se representan ciertos símbolos como Perón y Eva y algunas protestas como el repudio al antisemitismo. También resulta interesante un dejo de ideas revolucionarias, así como también la impotencia ante mundo injusto y desigual. Melody San Luis

-La película de Nicanor Loreti se organiza a partir de la propuesta del cine conocido como clase “B”, con las reestetizaciones a las que fue sometido aquel género original, cuyo efecto fue convertirlo en artículo de consumo que de los sectores populares pasó a élites cinéfilas cuasi intelectuales. Ese modelo violento en clave bizarra, intenta atraer con un conjunto de situaciones y personajes, que no necesariamente aportan a una narración coherente, sólida y unitaria. Registros diversos de las actuaciones o de los escenarios rompen constantemente con la unidad, tanto como la estructura basada en secuencias y personajes que entran y salen de la casa del “Inca del Sinaí”. Poco más que algunos chistes que funcionan, personajes con algunos chispazos y sangre inagotable. Para los chicos bien que estudian cine, seguro que es una gran película. Daniel Cholakian / 4 puntos


Dragonslayer, de Tristan Patterson / 8 puntos


Fragmentada en 10 episodios, este documental rebosa de juventud. Con la escena skater norteamericana de fondo, nos aproximamos al retrato de un ser tan fascinante como extraño: Josh “Skreech” Sandoval. Y sin embargo, el documental logra extender su brazo para dar a conocer el salvaje mundo de los skaters, despojándolo del romanticismo estático de la publicidad y transformándolo en una energía implacable y vital que demuestra un nihilismo tan salvaje como positivo. ¿Cómo logra Patterson darnos a entender esto?: con una propuesta estética que se debate entre el orden de los testimonios y el desorden que supone el caos de una frenética cámara al hombro que sigue la vida de Skreech a lo largo de piscinas abandonadas, plazas, antros de todo tipo y apartamentos asfixiantes. Pero, lo más valioso, el director nunca pierde la empatía con su personaje, atiende a su vida evitando todo tipo de juicio, permitiendo que los testimonios nos aproximen a ese mundo salvaje embebido de punk rock, skates y marginalidad. Cristian Ariel Mangini


El año del tigre, de Sebastián Lelio / 7 puntos


En los créditos de la película figura un equipo de trabajo que incluye los apellidos de Littin (hijo), Sepúlveda, Maza y Larraín, hecho que ilumina la sordidez característica de la puesta en escena y el clima que recrea Lelio en El año del tigre, el último film exhibido en competencia. Lo anterior remite, incluso, a cierta tradición del cine chileno, sobre todo a esa gran película de Littin (padre) El chacal de Nahueltoro en la cual la marginalidad y la violencia representadas resultaron de gran impacto para la época. Desde entonces, hubo mucha televisión caníbal de la miseria, sin embargo, el acierto de Leilo pasa por no caer en el uso gratuito de la misma y, en todo caso, mantenerse en el límite. La historia remite a un hecho reciente, el terremoto y tsunami de 2010, a partir del cual un preso encuentra la posibilidad de fugarse. Toda la catástrofe, en términos mediáticos y espectaculares, queda fuera de campo y el resto del metraje se concentra en el personaje para develar su propia catástrofe interior, espiritual, acompañada de las ruinas que se cruzan a su paso. Al principio, intenta recomponer su familia con la búsqueda de su mujer y su hija, pero no hay posibilidad de reparación, entonces un tono sombrío recorre su trayecto, filmado con una inquieta cámara en mano acorde a la crudeza de las circunstancias. En algún momento se cruzará con un personaje que servirá como detonante para el destino del protagonista. Oscura, en algún punto ominosa, la película habla de un estado de violencia y de cinismo propios de la naturaleza humana. No está mal frente a tanta estética de la conformidad vista en el festival. Guillermo Colantonio


El campo, de Hernán Belón / 8 puntos


Dolores Fonzi y Leonardo Sbaraglia actúan a un matrimonio joven, con su pequeña hija de año y medio, que decide dejar atrás la ciudad y comprar una casa rural para criar a su pequeña en un entorno tranquilo. Pero la calma campestre hará que sus conflictos de pareja se agraven y comience a acelerar el desgate de la relación. Con un buen trabajo de fotografía, la opera prima de Belón apunta a narrar de manera pausada, pero firme, cómo poco a poco la química de la pareja se va desgastando con el correr de los días en el campo. Con un manejo magistral por parte de la dirección, de la tensión, la disconformidad y las sensaciones encontradas, el film se construye en base a la brillante tarea de los protagonistas, ya que Sbaraglia vuelve a confirmar su gran talento actoral y Fonzi realiza una de sus mejores labores como actriz, elaborando un personaje conflictuado y miedoso, de una forma gratamente sorprendente. A pesar de una acertada construcción del relato, la película no concluiría satisfactoriamente sin su minuto final, el cual le da sentido y entidad a todo lo narrado anteriormente. Sin diálogos, este breve lapso sirve para que esta simple (y, a la vez, compleja) historia tenga un cierre como se merecía. Brian Macchi


El chico que miente, de Marité Ugás / 7 puntos


Situada 10 años después de la tragedia de Vargas del 99′ en Venezuela, El chico que miente intenta reconstruir las secuelas del desastre, pero desde la perspectiva de un niño de 15 años. En un relato fragmentado por flashbacks, Ugás sigue todo el tiempo a este chico (cuyo nombre nunca es develado) en búsqueda de su madre. Como sobreviviente, debe adaptarse al entorno, mintiendo, deformando la verdadera historia de lo sucedido, siempre subrayando que él es huérfano y su madre se sacrificó para salvarlo. El siempre está en movimiento, como así también la cámara que lo acompaña, con sus anécdotas logra ganarse la confianza de algunos que le ofrecen refugio y comida a cambio de mano de obra. Tampoco parece importarle demasiado formar alianzas con la gente que se le va cruzando en el camino, sólo quiere llegar a un lugar en el que venden ostras. Estas historias ya se han contado miles de veces, de eso no hay duda. Sin embargo, el film venezolano es correcto desde lo formal, el registro actoral, tanto del protagónico como el secundario son muy buenos, y acierta desde la desconstrucción del relato, revelando a cuenta gotas la información. Lamentablemente el desenlace llega de una manera un tanto abrupta y algo confusa debido a un error de continuidad/montaje. David Pafundi


El lugar más pequeño, de Tatiana Huezo Sánchez / 8 puntos


Con el intento de rememorar la guerra civil en El Salvador entre los años 1979 y 1992 Huezo Sánchez se centra en uno de los puntos de conflicto: Cinquera. Este pequeño pueblo queda desbastado después de la guerra. La directora da a conocer en su film la voz de aquellos que sobrevivieron. Sin intenciones de ejercer el amarillismo, la directora utiliza el recurso de la voz en off mientras se muestran haciendo sus actividades cotidianas cada uno de los que narra su historia. Aunque Huezo estudió en México y desde allí la ayudaron a poder llevar a adelante este film, ella nació en El Salvador. Desde allí su interés por retratar las atrocidades que vivió el pueblo. Claramente es un tema que resulta muy emotivo y triste pero la cineasta logra desprenderse de ese clima melancólico mostrando la fortaleza de un pueblo que se levantó y apostó a seguir viviendo a pesar del asesinato de sus parientes. El compromiso que están tomando los cineastas latinoamericanos en la actualidad sorprendente, porque habla de un crecimiento como sociedad. Huezo integra con su opera prima al grupo de cineastas que quieren trascender el entretenimiento formando opinión, lo cual tiene un valor mayor. Melody San Luis


El médico: the cubaton story, de Daniel Fridell / 4 puntos


Todas las ideas expresadas en la sinopsis sobre esta película en el catálogo de la programación que supuestamente deja ver este documental no encuentran ningún tipo de apoyo estético. Son eso, ideas. Fridell filma muy mal, la cámara en mano “no baila al ritmo del cubatón”, más bien agobia con ese frenesí y en todo caso proyecta una mirada eurocéntrica espantosa sobre la necesidad de explotar comercialmente cuerpos de mujeres y transformar un imaginario cultural a la fuerza como si se tratara de una nueva conquista de América. La excusa argumental es que un productor musical sueco conoce en Cuba a Reynier, un joven médico pero con talento para la música, al que tratará de convencer de la necesidad de viajar a España para cerrar un contrato y ser famoso. Los escasísimos momentos pasables transcurren a partir de la mirada monumental y adusta de la madre, quien no aprueba ese futuro alejado de los ideales de la revolución, y la simpatía del protagonista, su espontaneidad, eclipsadas por la omnipresente y desagradable insistencia del productor. El documental de Fridell no ofrece nada cinematográficamente, no evita el trazo grueso, la estampa for export y un didactismo simplón. Guillermo Colantonio


El premio, de Paula Markovitch / 7 puntos


La argentina Paula Markovitch, radicada en México, filma una historia basada en recuerdos de su infancia, que no tienen que ver con la suya específicamente, pero que dan una idea del espíritu que gobernaba una época: Cecilia es una pequeña niña que vive con su madre, recluidas en una casa al borde de la costa en San Clemente del Tuyú. La dictadura rodea el relato, y a veces lo invade un poco explícitamente, pero todo se sostiene gracias a que la película está construida alrededor Paula Galinelli Hertzog, una niña que tiene una frescura incuestionable y una calidez descomunal para interpretar un personaje mucho más profundo que lo que el aire infantil del relato supone. Tironeada entre lo institucional de la escuela y el exilio interior de su madre, en aquellos años 70’s, la protagonista irá aprendiendo algunas cuestiones sobre la verdad y lo que no se puede contar. Algunos diálogos un poco sobrescritos y la explicitud del personaje de la docente minimizan los alcances de un film que cuando puede hacer valer el punto de vista de la nena, funciona. Cierta fusión entre cine contemplativo y cine narrativo puede parecer algo contradictorio, pero es que también sobre las contradicciones viaja el relato y la pequeña Cecilia tendrá que aprender de ellas. Mex Faliero


El Polonio, de Daiana Rosenfeld y Aníbal Garisto / 6 puntos


Este documental comienza con su protagonista mirando a cámara, fumando, volviendo a mirar, contando por qué está en Cabo Polonio, aunque realmente ni ella ni muchos de los pobladores del lugar saben por qué. A medida que vemos las diversas charlas que la protagonista tiene con otras personas vamos descubriendo que su hija, Trinidad, murió, que ella estuvo internada y que tiene tratamiento sicológico, su relación con su padre y qué piensa de su tratamiento su actual pareja (es el mejor diálogo de todo el documental, cuando cada uno expone lo que es para ellos un psicólogo o la ayuda que les brinda). La estructura, paisajes y lugareños de Cabo Polonio, más actividades de la protagonista se agotan en un momento del documental. No siempre tener un personaje o varios interesantes te salva la historia. Gabriel Piquet


El regreso de Lencho, de Mario Solano Rosales / 5 puntos


Es realmente una buena idea con poco brillo. Mario Solano Rosales arma un film muy disparejo. Por momentos las escenas y el guión resultan alucinantes y por otros hay vacíos enormes. Es una pena que lleve al aburrimiento una historia que podría haber resultado mucho más llamativa. Representa a un montón de voces acalladas y muestra los conocimientos intelectuales del autor que utiliza a su producción como forma de protesta pero le falta chispa, ritmo. Lencho, interpretado por Mario Lanz, vuelve a Guatemala después de haber vivido varios años en Nueva York tras su exilio forzoso. Es con su llegada que empieza a organizar a gente para generar una revolución artística en su país -él por su parte se dedica al muralismo- pero encuentra en el suelo natal un gran abuso de autoridad abalado por el gobierno que tendrá que sobrellevar. Es su vuelta, también, una especie de venganza. Lencho vuelve a Guatemala a vengar a su padre, un periodista asesinado, pero su arma será abrir las mentes de los jóvenes mediante el arte. Melody San Luis


El velador, de Natalia Almada / 8 puntos


En reiteradas oportunidades la crítica ha reclamado en los llamados documentales de observación una postura ideológica enunciativa más evidente, lo que representa un prejuicio peligroso (recuerdo en este momento Hacerme feriante de Julián D’Angiolillo). Afortunadamente, Almada elige hablar de manera muy inteligente a partir de sus procedimientos cinematográficos antes que con palabras innecesarias. Su mirada se centra en un cementerio de narcos en las afueras de Culiacán, noroeste mexicano. Desde un principio queda de manifiesto una voluntad por abarcar todo ese espacio desde ángulos diversos en una contemplación que no descuida a los personajes y a su ambiente. Las reposadas imágenes funcionan como un balance frente a las noticias que provienen de los medios. El acierto de Almada consiste en encontrar el equilibrio perfecto y evitar la invasión sensacionalista. De esta manera, el discurso radial o televisivo, inmediato y morboso, es neutralizado e interrumpido por imágenes de una notable belleza estética. Por ende, el contrapunto funciona a la perfección y lejos de obtener un discurso referencial, en todo caso se evita para que los procedimientos hablen por sí mismos. Tal vez, el plano que muestra a la virgen al lado de un agujero de bala, condense la locura de un espacio donde se construye y se trabaja para albergar la muerte de los que matan sin piedad. Guillermo Colantonio


Entanglement, de Jacek Bromski / 7 puntos


En una mansión, un psiquiatra está realizando una terapia grupal con sus pacientes. Al día siguiente, uno de ellos es asesinado. Nadie más tiene acceso a ese lugar, ya que ellos estaban solos en el hotel. Para la policía, el psiquiatra y los participantes de la sesión son los únicos sospechosos del asesinato, pero no hay motivos, ni pruebas suficientes como para culpar a uno de ellos. La investigación está a cargo de la fiscal Szacka y el agente Smoler. Lentamente, ella va descubriendo el pasado oscuro de la víctima y sus vínculos con una poderosa consultora que protege a sus clientes ocultando y borrando información de los archivos policiales. Entanglement entiende a la perfección las reglas del policial, describiendo los roles en estos juegos de poder, del cual todos son cómplices. Aunque también padece algunos de los defectos más comunes del thriller, acumula información por demás y pasada la mitad de la película empiezan a sobreabundar los giros de tuerca sumado a un subplot algo intrascendente, estirando la historia más de lo necesario. David Pafundi


Esa pareja feliz, de Luis García Berlanga, Juan Antonio Bardem / 7 puntos


Es bueno reencontrarse con retrospectivas de grandes autores en fílmico y también descubrir y rever óperas primas. En este caso, aunque codirigida, la primera película de Berlanga presenta en cierto modo un tono concesivo y amable frente a las restricciones impuestas por la dictadura franquista. Sin embargo, esta historia protagonizada genialmente por Fernando Fernán Gómez y Elvira Quintillá en sus roles de Juan y Carmen, una pareja madrileña que se debate por conservar su vínculo amoroso frente a la amenaza consumista de la España de posguerra, ya vislumbra tímidamente los temas que serán marca registrada en la producción fílmica posterior del recientemente fallecido director: una mirada crítica sobre la sociedad, la activación de los deseos en los personajes a partir de medios e instituciones, la presencia del humor (sobre todo el esperpento) como vía mordaz y las referencias al mundo del cine. Como en las grandes comedias clásicas, hay aquí una idea de alegría momentánea, ilusoria y artificial para personajes que están estancados en sus entornos sociales. Mientras veía el filme, pensaba en dos grandes películas que juegan con esa misma idea: Navidad en julio (Preston Sturges, 1940) donde una pareja es engañada creyendo haber ganado un boleto de lotería y Un domingo maravilloso (Akira Kurosawa, 1947), en la que dos enamorados sueñan con un mundo mejor y confortable mientras recorren las ruinas de la posguerra. Como ellos, Juan y Carmen viven su instante de felicidad en el marco de una vida hostil. Guillermo Colantonio


Fausto, Alexander Sokurov / 4 puntos

Sepan disculpar desde la Santa Inquisición de los Nombres Irreprochables (la SINI que tan bien funciona durante los festivales), pero nunca terminé de conectar con esta recreación del director ruso del texto de Goethe. Por ahí uno no está a la altura de semejantes trascendencias implicadas. Puede ser. Lo cierto es que se entiende perfectamente lo que Sokurov quiere decir sobre el alma, la carne, el ser, el bien, el mal, la culpa y los orígenes; Dios, el Diablo, y bla bla bla. El problema de su Fausto es meramente narrativo: por un lado, Sokurov no aporta visualmente nada que no haya aportado antes (filtros, lentes, luces), incluso es bastante esquemático en este sentido; por otro, hay una pretendida recurrencia a los géneros fantásticos y de aventuras, tal cual se los entiende hoy en el cine mainstream universal, pero reformulado con la estética del director. Además las actuaciones, en un registro que va explícitamente entre lo grotesco y lo clownesco, hacen de esta película de 134 minutos una ilustración bastante impersonal y farragosa. Mejor volver a las fuentes. Mex Faliero

-La cuarta y última producción en la tetralogía del mal de Alexander Sokurov es una obra en movimiento, que no para, con personajes que se desplazan constantemente entre las calles, las casas, los exteriores oníricos, cuenta de un modo muy personal y libre, la historia del Dr. Fausto, de Goethe. Haciendo eje en la aparición de la verdad y la ciencia, la subjetividad humana, el poder del hombre y la muerte de Dios, la película de Sokurov es un desafío plástico notable, bello, inmenso. Por momentos desmesurada y compleja, por momentos algo cercana a los clichés, este Fausto no exige del público más que libertad, entrega y un par de horas de su mejor tiempo. Daniel Cholakian / 7 puntos


Ferroviarios, de Verónica Rocha / 9 puntos


Pensar en el gran tren argentino es un recuerdo, algo lejano para los jóvenes. Verónica Rocha nos adentra desde una visión romántica hacía los alrededores del tren de Cruz del Eje. Desde la voz de un narrador omnisciente se cuenta lo vivido por la autora, con algunos recuerdos perdidos de una niña que era muy pequeña cuando el tren daba de hablar y de comer a toda la ciudad. Estas vivencias se unen a un gran trabajo de entrevistas con quienes fueron protagonistas de los años de oro del ferrocarril: los ferroviarios, los vecinos, los comerciantes, los niños, todos. Todo era ferrocarril en Cruz del Eje. La autora narra una historia y a la vez un vacío que ha quedado en donde nació. Sin llegar a ser un documental ni tampoco una historia de vida de Rocha, se arriesga a encarar una película que resulta muy conmovedora. Quien se lleva todos los elogios es la pequeña Luna Paz, que interpreta a Verónica de niña. Unos cuantos chistes y lindos momentos lleva adelante esta actriz que con su corta edad realiza una actuación excelente. Melody San Luis


Films of fury: the kung fu movie, de Andrew Corvey y Andrew Robinson / 3 puntos


El año pasado se vio un documental sobre el cine de género en Filipinas, antes se había pasado uno de cine de género en Australia, si bien ambos eran informativos, tenían algún momento interesante. Con este documental no me sucedió lo mismo, los interlocutores son dibujos animados, algo que puede sumar para no caer en las entrevistas, pero la idea se agota con algunos chistes tontos. Siguiendo la línea enciclopédica nos muestra el comienzo de las películas de kung fu en el cine, pasando por grandes directores, actores y cómo fue mutando hasta la actualidad. Internet es un enemigo para este tipo de documentales, ya que hoy en día se puede ver casi todo y nada es tan novedoso. Los juicios emitidos en algunos casos por el narrador tienen una mirada muy norteamericana sobre el género y en muchos casos disiento. Una gran omisión de la película es no hablar de algunas blackexplotation que tenían personajes de kung fu (las películas de Jim Kelly son un ejemplo). Gabriel Piquet


Graba, Sergio Mazza / 6 puntos


La primera película nacional en competencia internacional es la historia de una joven argentina que busca su lugar en Francia, con las complicaciones laborales y de papeles que uno puede suponer. Mientras hace los trámites, consigue hospedaje en la casa de un fotógrafo. La relación entre ellos, bien construida a partir de la forma en que Mazza utiliza los espacios reducidos de ese departamento, es lo que lleva le da espesura al film: además se da el tema del lenguaje, de la forma en que ambos se comunican o, al menos, lo intentan. El inconveniente de Graba es que aquellos giros que deberían marcar un crescendo son previsibles, esperables, obvios. Así, lo que queda, es una acertada construcción de climas y tensiones, con una utilización del sexo como forma de descomprimir angustias. El asunto es que esto ya lo hemos visto muchas veces, con mayor intensidad. Y en poco ayuda la actuación de Belén Blanco como la joven en cuestión, siempre con una adustez y severidad que impide el ingreso de aire, de amabilidad, y esto va más allá de los problemas que pueda tener su personaje. ¿Acaso usted cree que la gente con problemas nunca ríe? Mex Faliero


Guilty of Romance, de Sion Sono / 7 puntos


Deseo, sexo, violación, prostitución y finalmente asesinato sería la forma más directa de describir este perturbador film del director japonés. Escrita también por él, la película nos muestra hasta qué extremo puede llegar la perversión sexual y busca poner en jaque los valores morales ligados al amor, las relaciones, el sexo y el dinero como sólo un director japonés lo podría mostrar. Con un guión bien logrado, dividido en cinco capítulos que irán siendo una suerte de crescendo de lo anteriormente descripto. La historia comienza con una ama de casa sumisa, pulcra y reprimida casada con un reconocido escritor que pasa sus días trabajando mientras ella se ocupa de la preparación de hasta el último detalle hogareño para la llegada de él todas las noches. Todo cambiará cuando ella conozca accidentalmente a una empresaria que la induce a dejar la sumisión y reclusión de su actual vida. Se puede destacar por encima del resto las actuaciones, la de las dos protagonistas Megumi Kagurazaka (Izumi Kikuchi) y Makoto Togashi (Mitsuko Ozawa) quienes se encargarán, de una manera cruda y realista, de retratar el concepto del film. Inquietante, desarrolla un aspecto de la naturaleza humana que no todos queremos ver, y que a su vez es una fotografía de una cultura que aún nos resulta extraña. Una película que en ciertos pasajes puede tornarse repetitiva pero no por eso menos escalofriante. Sebastián Motter


Hanezu, de Naomi Kawase / 6 puntos


La última película de la muy interesante directora japonesa utiliza pocos recursos para incluir demasiadas cosas, hecho que me provocó una cierta decepción. Es innegable su virtuosismo en el manejo de esos planos cortos y en la captación de los ruidos naturales que conforman una verdadera banda sonora, sin embargo, uno entra y sale del film muy fácilmente. El estado hipnótico de sus imágenes cobran fuerza cuando la búsqueda de poesía se produce, no obstante, hay otros pasajes de frialdad emocional que enseguida expulsan cualquier atisbo de empatía. Por otro lado, a un triángulo amoroso, se le suma una reflexión panteísta constante, el discurso de la lucha con lo ancestral, referencias históricas, entre otros temas, sin profundizar ninguno, lo que me dio la sensación de una autoindulgencia sospechosa. El eje central, la desintegración amorosa (es un eufemismo teniendo en cuenta las reacciones faciales y corporales de los personajes), se pierde, tapado por una sumatoria que no termina de congeniar. Muy lejos de la genial Shara. Guillermo Colantonio


Himizu, de Siono Son / 5 puntos


Controvertido y profundamente político en la temática de sus películas, Sono Sion es uno de esos directores que cuentan en este momento con su sello particular. Himizu no es una excepción: Sion mantiene los oscuros climas y la violencia para contar un relato situado entre los escombros de la catástrofe natural del terremoto y tsunami padecido por Japón en el 2011. Esto da un contexto a dos personajes adolescentes que hacen una pareja disfuncional, viniendo de hogares conflictivos donde los jóvenes resultan una molestia a la cual la catástrofe les resulta un disparador hacia reacciones inesperadas. Técnicamente impecable y profundamente personal, Sion igualmente falla al crear puestas en escena originales y secuencias memorables porque los personajes pierden relieve y se debaten entre puntos de giro imposibles que van del shock al melodrama. La construcción metafórica del universo japonés de Sion parece querer decir muchas cosas pero, al igual que con la superior El club de los suicidas, se pierde entre subtramas derivativas que perjudican la solvencia del relato. Con excelentes actuaciones, un guión confuso y secuencias filmadas de un modo magistral, el resultado es un film irregular al cual le falta una columna vertebral más sólida que la del personaje de Sumida para sostener 129 minutos. Cristian Ariel Mangini


Hors satan, de Bruno Dumont /8 puntos


La última película del controvertido director francés vuelve a ratificar su estilo despojado, de distanciamiento pero con una estética cuidada y de búsqueda constante. Cada plano recuerda al maestro Robert Bresson en esa explotación de la materia sonora que reemplaza a cualquier atisbo de emoción inducida por música. Como hiciera antes en La humanidad, coloca algunos pocos personajes a deambular por una geografía inmensa, natural, donde no pareciera haber más ley que el instinto. Tal representación del mundo posibilita que su protagonista, un hombre extraño capaz de matar pero de hacer milagros, junto con su mejor amiga, decidan qué hacer según las circunstancias, alejados de convenciones éticas y morales establecidas. Dumont explora sus rostros, apuesta a los silencios e inserta lo religioso como una duda, como parte de un ascetismo que se resiste a cualquier interpretación alegórica. Por ello, la ausencia de ángeles, campanas o haces refulgentes tal vez desconcierte a una platea muda al final de la película, que incluso se atreve a unos tenues silbidos de reprobación. La puesta en escena enmarcada en esos escenarios bajo luz natural, con rostros “vivos”, sin maquillaje, habla de una radicalidad bienvenida frente a tanta pose independiente filmada sin ningún tipo de rigor. Guillermo Colantonio


Il mio corpo per un poker, de Lina Wertmuller / 6 puntos


En una partida de póker en la que se termina jugando por sexo se conocen dos de los pistoleros más renombrados del oeste, Belle Star (Elsa Martinelli) y Larry Blackis (George Eastman). Las diferencias de géneros serán los rasgos que empecemos a ver en cada encuentro de la pareja que mantiene una tensión sexual, llevada al terreno de la disputa por quien se queda en ese territorio. En uno de esos encuentros la protagonista en forma de flashbacks le contará su pasado cargado de violencia, venganzas y traiciones a Larry. La película tiene como personaje central a una mujer y eso la pone en un terreno original, ya que el western spaghetti siempre estuvo cargado de personajes masculinos y las mujeres estaban relegadas a victimas que lloraban a sus maridos o novias de generales o bandidos con modales más brutos. Las peleas o enfrentamientos entre bandas no están filmadas de una forma tan estética como los directores más consagrados del género, quizás eso esté buscado para darle su toque personal. No es de lo mejor pero merece la revisión por las buenas actuaciones de una bellísima Martinelli (los primeros planos en pantalla grande la favorecen muchísimo) y el siempre sólido Eastman. Vale la pena aclarar que la copia estaba en mal estado (marcada en algunas partes, el subtitulado se veía poco claro) y el sonido no era bueno. Gabriel Piquet


In darkness, de Agniezka Holland / 5 puntos


Versión cloacal de La lista de Schindler (metafórica y literalmente), el film de Holland se basa novela de un sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial, que fue salvado por el protagonista del film de una muerte segura: Socha, polaco católico, mantuvo durante muchos días a un grupo reducido de judíos dentro de las cloacas de Polonia, mientras arriba, en la superficie, los nazis cometían todo tipo de atrocidades. A la directora le lleva más de 140 minutos contar esta historia de supervivencia y heroísmo a la Schindler, pero en un envase menos épico. Algunos buenos momentos de encierro y una interesante aproximación a los polacos no judíos (redimida al final, obviamente) que se ven disminuidos por cierta tendencia del cine europeo más académico a reducir la historia a una serie de viñetas sórdidas y golpebajísticas para despertar buenas conciencias. Film refinado, de esos que tienen un camino director hacia el Oscar a mejor film extranjero. Es evidente que Holland tiene talento, pero este film es demasiado impersonal, refinado y se le nota que va en busca de la emoción superficial. Mex Faliero


Juan of the dead, de Alejandro Brugues / 6 puntos


Es la segunda película en la que a través de la comedia se quiere mostrar una Cuba más abierta o más tolerante a críticas. Algún parecido con esa expresión “Dictablanda”, que los españoles utilizaban a principios de los 70 cuando el gobierno de Franco tenía una apertura con cierto cine de género. Un grupo variopinto bajo el eslogan Juan de los muertos: matamos a sus seres queridos tienen La Habana a su disposición para aniquilar zombies. Este contexto sirve para meter algunas pastillas que funcionan (los institucionales del gobierno socialista, que quedan ridículos al hacer referencia a que el enemigo son grupos infiltrados de norteamericanos alentando disidentes) o la masiva huida en balsas desde la isla ante el estado de caos reinante. Jorge Molina es la revelación de la película (un actor y director de cine de culto en Cuba) y su personaje, cercano en algunos casos al universo de Santiago Segura. Los efectos especiales tienen presupuesto, pero hace ruido el uso de digitalización en muchas de las escenas. Como película divertida cumple. Quiero agregar que a esta altura siempre se marcan las influencias de Romero y Raimi, pero aprovechando que se proyecta una película de ellos, hay que ser justos y decir que la gente de Farsa y su Plaga Zombie también desató el virus de los no muertos en Latinoamérica y merece algún reconocimiento por ello. Gabriel Piquet


Kill list, de BenWheatley / 7 puntos


Una pareja en crisis con un hijo. El marido no trabaja desde hace ocho meses, tanto el hombre como la mujer parecen haber sido parte del ejército. El mejor amigo de él, lo convence para hacer un trabajo, una lista con nombres de personas que deberán ir matando. Con esta premisa podríamos encajarla dentro de un drama policial, pero la película irá dejando elementos extraños que la llevan al universo de los films de cultos satánicos de fines de los 60 y principio de los 70 (hay claras referencias a dos obras maestras del género: The devil rides out -1968- y The wicker man -1973-). Actuaciones buenas, mucha violencia. La parte final se vuelve más acelerada, seca, dejando al público en silencio unos instantes después de los primeros créditos, antes de reaccionar y comenzar a aplaudir. Gabriel Piquet


L´Apollonide – Souvenirs de la maison close, de Bertrand Bonello / 6 puntos


El día a día de un grupo de mujeres que trabaja en una casa de encuentros sobre fines del Siglo XIX y comienzos del Siglo XX en París, es lo que retrata en concreto Bonello: obviamente, este aparente “no pasa nada” que se sucede entre diálogos, encuentros con los clientes, charlas cotidianas va armando un muestrario de mujeres, cada cual con su conflicto, y en ese relato comunitario se busca un decir algo sobre la prostitución y su lugar social. Se podrá juzgar a Bonello por cierta mirada romántica hacia un tiempo del que uno no sabe muy bien qué es lo que añora (el último plano de su film, que busca conectar el pasado con el presente, es falso: el director muestra dos tipos de prostitución diferentes con el fin de igualarlas y manipular su tesis), pero lo que no se puede negar es la belleza pictórica de cada plano y su constante ruptura del retrato qualité al que parece homenajear y a la vez reformular: por ejemplo con el uso de la música. El problema del film es de fondo, pero como artefacto visual brilla con energía propia. Mex Faliero


La folie almayer, de Chantal Akerman / 9 puntos


En un festival donde no es frecuente hallar riesgos (o más bien se entiende mal dicha noción), la película de Akerman representa uno de los puntos más altos. Como es habitual en la directora de La cautiva, la adaptación de un texto literario no implica una traslación fiel ni mucho menos. En este caso, se realiza sobre la primera novela de Conrad pero para desarmar, en todo caso, sus resortes narrativos y ceder el paso a una experiencia cinematográfica única para quien se entregue a sus travellings y planos de extensa duración capaces de irritar a los más inquietos. La directora recrea la poética espacial del gran novelista y nos interna en su mundo selvático, en la locura de sus personajes pero sin descuidar en absoluto las herramientas cinematográficas, para sentir su incomodidad, para materializar cada uno de los signos que conforman ese microcosmos tan particular. Al comienzo, una escena en la que asesinan a un muchacho arriba de un escenario mientras una joven queda bailando como si nada hubiera escuchado, funciona como disparador de un gran flashback y la borradura espacio-temporal se instala como marca (“antes en algún lugar”). A partir de allí, la mirada de Akerman construye un ámbito difuso que se resiste a ser contado linealmente, que privilegia los climas y nos invita a respirar el mundo de Conrad pero asumiendo el cine como modo privilegiado de expresión. Guillermo Colantonio


La vida de los peces, de Matías Bize / 4 puntos


Andrés regresa a Chile luego de diez años para reencontrarse con sus amigos y un amor frustrado. El marco es una fiesta y a medida que la historia transcurra, nos enteraremos algo más, pero no demasiado. Mucho plano medio televisivo, acercamiento de cámara a los personajes con insistencia de recursos: foco/fuera de foco, miradas que se cruzan, diálogos quejumbrosos y el recurrente deambular ralentizado del protagonista por la casa con música de grupo local emulando a Radiohead. Todo eso y nada tiene la película de Bize, ya que se agota en los primeros veinte minutos con jóvenes que padecen la histeria de lo que fue y no pudo ser (las clásicas fórmulas “me quedo, no me quedo”, “te escapás conmigo o no, “te quiero, no te quiero”) en una típica historia de reclamos que se vuelve monótona. De una parquedad cinematográfica evidente, lo poco rescatable pasa por un par de diálogos en torno al deseo sexual que sostiene Andrés con una amiga embarazada y dos chicos mientras juegan a la Play Station. Toda la gracia y la frescura de esos momentos se diluyen rápidamente. Ah, ya se entenderá a esta altura la metáfora de los peces. Guillermo Colantonio


Las acacias, de Pablo Giorgelli / 6 puntos


La película de Giorgelli es noble por cuanto apuesta a un modelo narrativo simple, con personajes creíbles, con momentos que viran hacia un realismo casi documental. También es un desafío técnico importante por la cantidad de minutos que transcurren dentro de un camión en marcha para detenerse en la relación casi silenciosa de una joven, su bebita y el hombre que debe llevarlas desde Asunción hasta Buenos Aires. Previo a ello, le debemos un hermoso contrapicado sobre unas acacias. Tal situación parece invitar al género de road movie, sin embargo, la escasez de lugares o paisajes devela que las intenciones del director pasan por desarrollar con sólo algunas líneas de diálogo la pequeña evolución (¿amorosa?) de los personajes. Esta actitud es un buen contrapunto frente a cierta idea de cine argentino industrial, pero no evita que tanto cálculo estético, basado en los supuestos de la sencillez, sea como una especie de trabajo práctico para circuitos festivaleros como Cannes. En relación a otros antecedentes, en este sentido, no aporta demasiado. Guillermo Colantonio


Las razones del corazón, de Arturo Riptein / 9 puntos


Es la primera película que veo en el festival de un director renombrado. Riptein me falló pocas veces hasta ahora. Pero el mexicano confirmó la regla y digo gracias por la gran película que vi. En un edificio de departamentos, en el 4° piso, vive una mujer con su hija y su marido. Tiene un affaire con un saxofonista que ensaya en la terraza, quien le anuncia que no quiere saber más nada con ella. Con pequeños actos que incluyen fundido a negro y varios planos secuencia, Riptein nos sumerge en este melodrama cargado de humor ácido, en el que paulatinamente vamos viendo cómo esa mujer depresiva con su amor enfermizo va a estallar. Nunca lo hace. Es el tono de los diálogos lo que da la sensación y genera que el personaje llegue a mostrar varias miserias por amor. Riptein y su guionista Paz Alicia Garciadiego, entre otras genialidades, le hacen decir a su protagonista, refiriéndose a la madre, “tan escuelita libertad Lamarque”. Esta frase reafirma que el hombre que viene del país del culebrón por excelencia, le vuelve a dar magnitud al género. Gabriel Piquet


L´Exercice de l´État, de Pierre Schoeller / 9 puntos


Producida por los hermanos Dardenne, uno espera de L´Exercice de l´État un film interesante e inteligente sí, pero con determinadas reglas formales. Sin embargo, Schoeller cumple en lo primero, pero construye un relato sumamente personal desde la forma, conduciendo con mano firme una historia en la que recorre los recovecos del poder político francés con una mano cercana al thriller de escritorio y un nervio que convierte el ritmo en frenético. Protagonizada por el gran Olivier Gourmet (aunque todo el elenco se luce, especialmente Michel Blanc), la película sigue al ministro de transporte francés en el preciso instante en que está por tomar una decisión fundamental en su vida: en ese camino se cruzan, como bisectrices cuestiones como la moral, la ética, la coherencia, la honestidad, todo teñido de los componentes que marcan la alta política y lo prosaico de los presupuestos y los nombramientos. No sólo ningún tema le queda grande a Schoeller, sino que además le incorpora tensión y convicción, incluso con algunos momentos notables como un accidente automovilístico fundamental. El director nunca cede ante los encantos del melodrama, y construye un film que se parece a su personaje central: alguien que no claudica nunca, pero que tiene que aprender a jugar con la bestia que es el poder. Una gran y enorme película, actual, urgente y ardiente. Mex Faliero


Life without principle, de Johnnie To / 6 puntos


Digamos de una que Life without principle no está a la altura de los pergaminos del director asiático. Si bien no abandona su universo de mafiosos y policías, lo que hace aquí es vincular esos mundos con el de las finanzas y tratar de construir una sátira sobre el presente del mundo, post caída de la economía griega (fueron varios los films del festival que hicieron mención a este conflicto). Un poco cínica, otro tanto canchera, aunque en este sentido el cinismo puede tener una relación con el tema abarcado, el problema principal es que a To le lleva una hora aproximadamente presentar a sus personajes y las diversas subtramas, que se terminarán de unir en un hecho policial donde, ahí sí, el director muestra todo su talento para la narración. A partir de ahí el film se hace sumamente rítmico y divertido, pero es cierto que lo discursivo le quita espacio a la acción y que este corset impide que el estilo de To explote. Demasiado maniatado por sus propias trampas, es verdad que el film sorprende en su final, pero se parece demasiado a una película de los Coen, encima de las flojas. Mex Faliero


Los infectados, de Alejandro Alegre / 4 puntos


La película empieza mostrando a dos personas en un estacionamiento atacadas por un zombie, para luego ver que en la ciudad hay una epidemia de muertos vivos por la calle. A continuación, vemos a un hombre en un pequeño pueblo abandonado, que cuenta que esto empezó a suceder al mismo tiempo en todas las ciudades, mientras se escapa de algún muerto para internarse en unos cerros boscosos en donde también hay una pareja y su hija como únicos sobrevivientes. Esta película nunca atrapa porque no se presentan los personajes como para que el público se identifique, es lenta en su desarrollo y nunca consigue crear climas fuertes, algo fundamental para que este género funcione. Gabriel Piquet


Mae e filha, de Petrus Cariry / 5 puntos


Una mujer vuelve al campo, donde la espera su madre, para mostrarle el cadáver de su hijo. Historia de raíces y de desapegos, de madres e hijas enfrentadas por lo real de la ciudad y lo mítico de la zona rural, cada vez que se muestra el sertao brasileño alguien grita ¡Glauber Rocha! Pero antes de que alguien haga eso, hay que decir que de aquel director este film sólo mantiene ciertos temas y espacios, ya que la pasión y el sentimiento de aquel son cambiados por planos preciosistas y fotografía que emprolija lo feo hasta hacerlo “artístico”. En todo caso, la referencia del título a Sokurov no hace más que demostrar que este tipo de cine que se hace en Latinoamérica busca congraciarse con un formato que otros han sabido hacer mucho mejor, porque lo sienten más auténtico. Cierto tonito reaccionario, termina por limitar algunos aciertos formales de este film prescindible. Y ni qué decir del enésimo plano de una mujer degollando una gallina, que aquí se presenta como algo novedoso. Mex Faliero


Malditos sean!, de Demian Rugna y Fabián Forte / 7 puntos


Tres historias con el personaje de un curandero que será de alguna forma el hilo conductor entre todas. La primera, tres asesinos a sueldo deberán hacer “algo” para poder sacar al fantasma de un niño de sus vidas. En otra de las historias, unas videntes serán perseguidas por un demonio; y en la última (que es la que inicia en el prólogo de la película), la del curandero ambientada en 1979, va desarrollando durante todo el film. Como toda película en episodios tiene sus desniveles, pero logra salir muy bien parada, con actuaciones muy sólidas, destacar a Demian Salomon y Victoria Almeida. La historia de las videntes leyendo la borra del café es en lo personal la que más me gustó, con momentos de humor incluidos que la asimila a esas películas de los 70’s que realizaba el estudio británico Amicus (Beyond the grave -1973-). Los efectos especiales están bien, la muerte de una de las videntes que es arrastrada con un gancho en la garganta, está muy lograda. El mérito de los directores es lograr que aunque la película se hace larga (uno de los problemas), llegue a buen puerto y se disfrute. Gabriel Piquet


Mark Kozelek: on tour, de Joshua Stoddard / 5 puntos


Vamos a separar el criterio de puntuación en dos partes. Acá voy hablar del documental y su forma. La música de Kozelek me gusta y no la incluyo en este puntaje. El documental sigue una gira europea y algunos recitales en New York, con pequeñas charlas en una habitación de hotel donde se hospeda el cantante. Las constantes imágenes de rutas y aeropuertos más situaciones de hotel lo hacen tedioso y reiterativo. Las pocas cosas interesantes que se escuchan de Mark son su gusto actual por la guitarra clásica que le volvió a dar inspiración, sus pocas ganas de viajar fuera de los EE.UU. porque tiene 44 años y prefiere estar cerca de sus seres queridos. La forma de seguir a un artista en gira se agota fácilmente y no aporta cambios desde lo estrictamente narrativo. En tal caso cierren los ojos, escuchen los temas, eso vale la pena. Gabriel Piquet


Melancolía, de Lars Von Trier / 6 puntos


Lars Von Trier ha vuelto en plena forma, es decir, con su manual de egocentrismo creativo. Se sabe que el danés desprecia la vida y en especial a las mujeres, quienes no sólo son víctimas fatales en sus películas sino durante los mismos rodajes. Aquí nos brinda un producto más seductor visualmente y soportable que su filme anterior, Anticristo, para narrarnos nada menos que la posibilidad del fin del mundo. Un planeta llamado Melancolía está por chocar con la tierra y dos hermanas (Charlotte Gainsbourg y Kirsten Dunst) son las protagonistas, una para cada mitad de película. Luego de un prólogo ralentizado (con Tristán e Isolda de fondo) donde los últimos instantes de vida son representados a partir de la manipulación de imágenes, un recurso que, pese a su artificio, logra llamar la atención, la mayor parte del metraje vuelve sobre las reglas de ese invento llamado Dogma con el que alguna vez Cannes pretendió hacer ruido. Cortes, cortes y cortes para reverenciar la omnipresencia del director, herramienta expresiva que cansa a los diez minutos. Una boda frustrada (de las más incómodas que haya dado el cine), la espera del fin y un epílogo que vuelve sobre las imágenes del comienzo. Von Trier seduce con sus escándalos pero yo no le creo. Que cada cual saque sus conclusiones. Guillermo Colantonio.


Memoria cubana, de Alice de Andrade / 7 puntos


Construido en un doble juego de homenaje al gran realizador cubano Santiago Alvarez, que al tiempo que un recorrido por la memoria visual de la historia del largo proceso que constituye la revolución cubana, el film es un inteligente documental, que recupera las memorias de los colaboradores de Alvarez, las imágenes de sus famosos noticieros, de sus películas personales, para armar en dos sentidos, uno cronológico en tanto historia, y otro subjetivo, en tanto reconstrucción de la personalidad, el complejo de una historia que fue la de un hombre y la de una revolución y la de un mundo que se propuso cambiar en todo el planeta. Si se habla de el hombre y su tiempo, Santiago Alvarez es sin dudas uno de los más cabales prototipos de esa idea. Este pequeño documental es inteligente y disfrutable. Daniel Cholakian


México, la revolución congelada, de Raymundo Gleyzer / 6 puntos


Documental de tono periodístico, donde se muestra el origen, el crecimiento y su perpetuidad en el gobierno azteca del PRI por más de sesenta años. Mediante un análisis socio-político desde la Revolución Mexicana de principio de Siglo XX hasta la violenta represión gubernamental de fines de la década del 60, se busca exhibir cómo ese movimiento popular que había comenzado como un ejemplo de lucha por derechos igualitarios, se fue convirtiendo en el mismo régimen que había combatido. Esta producción de 1971 resulta ser cruda, directa, tal vez un poco tendenciosa, pero interesante para conocer la historia de México. Brian Macchi


Nosotras sin mamá, de María Eugenia Sueiro / 6 puntos


El film parte de una estructura que bien podría ser una obra de teatro de la década del ’70. Tres hermanas quedan encerradas en la que fuera su casa materna y allí saldrán a la luz los conflictos y los afectos que no siempre amanecen en otras situaciones cotidianas. Sin embargo Suiero, sobre aquella estructura construye una comedia, evita siempre los lugares comunes, aun cuando están presentes los temas familiares comunes, y construye tres personajes tan disímiles como arquetípicos. Por momentos máscaras de sí mismas, esas tres hermanas juegan lugares sociales, económicos y etarios diferentes y generan de ese modo, empatías y rechazos. Sueiro evita todo maximalismo y esto es un valor para destacar. Con altibajos en los registros, las actuaciones son parte esencial de esta película. Daniel Cholakian


Penumbra, de Ramiro García Bogliano y Adrián García Bogliano / 7 puntos


Este nuevo film de la productora platense Paura Flics tiene la particularidad de ser una película donde predominan atmósferas opresivas que le dan el tono general al relato, tomando como puntos de referencia ineludibles al Polanski de los ´70, con sus asfixiantes apartamentos, y al giallo italiano que a veces asoma entre los primeros planos y el detalle en la edición. Cumple en ser climática y tiene un giro que se precipita hacia un final explosivo, pero el desarrollo no genera la tensión buscada por diferentes razones que tienen que ver con diálogos poco convincentes o búsquedas estéticas que no siempre terminan de cuajar. A pesar de sus irregularidades es un film que está entre lo mejor de la filmografía de la productora, con algunas actuaciones que denotan intensidad y momentos con cameos para nada arbitrarios (no voy a develar cómo, pero la presencia de Arnaldo André es simplemente genial). Con este film, el terror encuentra un espacio que lo consagra definitivamente a Paura y los hermanos Bogliano entre las figuras más importantes del género en Latinoamérica, perfilándose ya no como promesas sino como un hecho. Cristian Ariel Mangini


Plaga Zombie: Zona Mutante: Revolución Tóxica, de Hernán Sáez y Pablo Parés / 8 puntos


En la primera escena hay un homenaje doble, por un lado la estética de The Warriors (1979) y por otro la aparición de varios directores de género en Argentina que le dieron aire al cine nacional (Daniel de la Vega, Adrián García Bobliano, entre otros) personificando a una pandilla que luego de ver un noticiero es atacada por una horda de zombies. Inmediatamente saltamos a la última escena de Plaga Zombie 2 que nos devuelve a la historia, ya en el primer gag logran dar justificación al cambio de aspecto físico de uno de los personajes John West (el multifacético Berta Muñiz). De ahí en más la película no da respiro, los tres personajes (Bill, John y Max), intentarán salvar al mundo de la invasión alienígena/zombie. Los tres tendrán historias paralelas: las que sobresalen son Max Giggs (Hernán Sáez) su historia filial con un zombie al que educa, denominado Zombie de Troya (Paulo Soria) y la de John West, su camino para reencontrarse con sus puños de acero (la escena del gimnasio de box es muy buena). Farsa llegó a la madurez cinematográfica, aunque siempre se los relaciona con lo bizarro. Acá demuestran que están capacitados para varios géneros, entre ellos el musical. La película tiene un timing de comedia envidiable para el cine argentino (Saez y Soria, en la escena del proceso de educación del zombie), las escenas de acción son impresionantes (la estampida de zombies que los ataca) y las actuaciones son muy buenas. En varios pasajes de la película el público se mantuvo expectante y no se reían ante cualquier situación (muy típico de las funciones de medianoche) porque la historia atrapa desde lo argumental/visual. Gabriel Piquet


Planetario, de Baltazar Tokman / 4 puntos


Gran parte de la competencia argentina y latinoamericana comienza a manifestar un síntoma preocupante con el correr de los días, a saber, la falta de riesgo y la complacencia con ciertos modelos de narración y de representación que tienden a las ideas de familia, relación amorosa e infancia, si se quiere, pero desde un marco estabilizador afectivo, cuestión que da para desarrollar más (y eso haremos en otra oportunidad). Planetario no sólo es un claro exponente de ello sino que preocupa, además, por su falta de solidez formal, disimulada con el montaje de registros fílmicos caseros tomados de distintas familias alrededor del mundo (tal como reza la advertencia inicial). Lo que vemos es muy poco; lo que sostiene la película son los disparatados relatos, poderosos en su oralidad, con instancias de enunciación más creativas (en su afán por contar historias) que la figura de director que está detrás de todo el proyecto. Los problemas que surgen son varios. Primero, el carácter monótono de la propuesta que, lejos de hacer interactuar productiva y dialécticamente los materiales con los que trabaja, los expone en una sucesión efectista que se agota con rapidez. La prueba está en que se nota que no puede cerrarse el concepto y podríamos seguir los testimonios, como su inclusión, hasta el infinito. Luego, las ideas en común giran siempre en torno a la tranquilidad del espectador, a la empatía buscada con las criaturas (literalmente hablando) más allá de su calidez y gracia. Si se indaga en las situaciones expuestas, todas concluyen en la fórmula institucional de la pareja como sostén hogareño. Muy poco de reflexión sobre el fundamento de filmarse y un feo aroma a multiculturalismo. Guillermo Colantonio

-Película de tinte documentalista que a través de imágenes tomadas por familias de diferentes partes del mundo, se busca hablar sobre lo maravilloso y complicado que resulta ser padres. Con un destacado trabajo de edición, Tokman logra presentar distintas formas de crianza y educación, sin criticar ni exaltar ninguna, sólo como diferentes maneras de encarar un mismo fin. Transmitiendo calidez y ternura, Planetario sirve como un atractivo ensayo para mostrar que muchas veces las culturas no son tan diferentes entre sí. Brian Macchi / 7 puntos


Porfirio, de Alejandro Landes / 7 puntos


Centrada en la figura de Porfirio Ramírez Aldana, retoma cierto registro documental pero le suma un grado de ficción que hace jugar al film en una línea de intertextualidad constante: el protagonista se recrea a sí mismo, en una película que no es un documental puro y a la vez es una ficción al filo de lo documental. Pero Ramírez Aldana es un personaje interesante: ex policía, quedó postrado y tiene que cobrar una indemnización. Sin embargo, le demoran el trámite. Ante esto, decide apurar a quienes tienen que sacar sus papeles llevando unas granadas escondidas en sus pañales. Esto, que tiene aire de thriller -y que es vendido desde la sinopsis que aparece en la grilla-, es apenas el desenlace del acto que atraviesa Porfirio y del film mismo. Lo que vemos, entonces, es la cotidianeidad de un personaje postrado en unas condiciones que no son las ideales. Lo curioso, y más interesante, es cómo revierte cierta tendencia del cine latinoamericano provocador, un poco en la línea de Reygadas: aquí hay sexo entre personas que no son las de catálogo (como le gusta al mexicano), pero hay distancia respecto de tomar esto como una reflexión sobre vaya uno a saber qué asunto. Por el contrario, hay disfrute, liviandad, algo de diversión. De todos modos, a Porfirio le sobran varios minutos y comete un pecado mortal: aquello que le dio razón de ser al personaje es dejado fuera de campo. Pero hay contradicción: porque el director decide que su protagonista cuente qué pasó por medio de una canción, en el final. Ese no mostrar para contar de manera oral, limita los resultados finales de un film que tiene sus varios atractivos, cinematográficos y políticos. Mex Faliero


Ricordi mi, de Stella Theodorakis / 5 puntos


Los vientos cincuentones de la nouvelle vague soplan sobre la película de Theodorakis. Sin embargo, lo que era entonces novedad y replanteo de las formas clásicas de narración, aquí se transforma en un mecanismo de repetición que genera agobio. Filme fragmentario, con varias capas enunciativas sobre un discurso amoroso que problematiza todo el tiempo la idea de recuerdo (gracias Resnais y Duras), con cortes y discontinuidad entre imagen y sonido (gracias Godard, con la música de El desprecio incluida como guiño), más el recorrido por una ciudad cuya caída es inminente. Es decir, una sumatoria que cansa, que da la sensación de algo ya visto, más allá de algunos momentos de poesía. El argumento a reconstruir se basa en Fani, una mujer a la que se le muere su novio y que intentará atrapar su memoria al mismo tiempo que sostiene un proyecto para mostrar fotográficamente las consecuencias económicas en Atenas. El otro problema lo constituye el papel que juega la voz en off, que parece una bajada de línea sobre la música que debemos imaginar o escuchar para cada escena, con un tono imperativo recurrente. Guillermo Colantonio


Rose, de Wojciech Smarzowski / 7 puntos


Un lugar complicado es la región en donde esta película sucede. Final de la segunda guerra, la región, Mazovia es la parte de Polonia que quedó en poder de los nazis durante la ocupación, tanto de rusos como de alemanes. Con todo este coctel es que la película nos sirve un trago amargo sobre la vida de los polacos y como vuelven a ser ellos. El tema de la identidad recorre la película: Rose es una mujer que cuida de su granja arrasada; un hombre (aparentemente un colaboracionista) que vuelve al lugar para contarle como murió su esposo, será el otro personaje que de a poco se meterá en la vida de la mujer, protegiéndola. Alemanes, polacos y rusos se mezclan, mostrando que la paz no llegó con la caída del nazismo y que algunos métodos utilizados por los ejércitos de Stalin eran tan malos como los del fuhrer. Buenas actuaciones y un ritmo que mantiene a la película en un estado de tensión bien logrado. Gabriel Piquet


Suicide room, de Jan Komasa / 5 puntos


Dominik está por terminar el secundario, es un adolescente mimado que pertenece a una familia acaudalada. Bajo las apariencias las cosas marchan bien, es el centro de atención en la escuela, ya tiene pareja para el baile de egresados, todos están a su servicio. Pero la revelación de su homosexualidad es motivo de burla y humillación por parte de sus compañeros (tanto en la escuela como en las redes sociales), lo que provoca que Dominik se aísle y se meta en una suerte de Second Life llamado “Suicide room”. En este sitio virtual conoce a Sylwia, la “reina” de esta sala suicida, donde los miembros ven videos de gente cortándose con navajas e incluso algunos quitándose la vida a balazo limpio. El comienza a aislarse progresivamente, ante unos padres ausentes que poco saben lo que hace y es capaz de hacer su hijo. El film polaco no aporta nada nuevo aquí: el tipo de películas con adolescentes depresivos ya se ha explotado bastante en los festivales de Mar del Plata y tuvo mejores exponentes, como Yo maté a mi madre o El rey del ping pong. Suicide room condena a las clases altas, y la relación de los jóvenes con las redes sociales, pero lo hace de una forma bastante pretenciosa (por ejemplo, la ampulosidad de su banda sonora) y a la vez distante, tanto que es imposible sentir un mínimo de empatía por el protagonista y la suerte que a este le toque. David Pafundi


Súper, de James Gunn / 7 puntos


Gunn es un nacido cinematográficamente en la factoría Troma (director junto a Lloyd
Kaufman de Tromeo y Julieta, 1996), y autor de de Slither (2006) un divertido homenaje al cine de terror de serie b. Súper, es otra de esas películas que al igual que Defendor o Kick ass, tratan de un sujeto que es más bien convencional, sin ninguna habilidad especial y con un trastocado sentido de justicia que decide convertirse en un superhéroe “real”, inspirado en los personajes de los comics. En este caso se trata de una comedia crudísima con un personaje muy ingrato, seco, deprimido, delirante místico como lo es Frank/Creamson Bolt (Rainn Wilson). Acompañado por una sacada Ellen Page, iniciarán juntos un derrotero como superhéroes. En Súper se pone evidencia lo relativo del sentido de justica, jugando todo el tiempo entre cierta ternura y patetismo, y una violencia que explota sin atenuantes dentro y fuera de los personajes. Divertida e incómoda. Matías Gelpi


TV Utopía, de Sebastián Deus / 8 puntos


Poner un puntaje a este tipo de películas es realmente arbitrario. Podríamos decir que es sectaria, pero no por querer serlo sino por el tema al que apunta. El individualismo y los sistemas hegemónicos han llevado al espectador lejos de este tipo de producciones y proyectos. Para otros, sin embargo, será emocionante acercarse a la producción de una televisión comunitaria. Deus edita para su film 400 horas del canal TV Utopía. Este canal ilegal pero que no interrumpía ninguna otra frecuencia funcionó durante la década del 90´ como medio de protesta de todas las voces que se acercaran a su precario lugar de trasmisión. Junto a todo ese material, el director que también formó parte del canal agregó el seguimiento de la Ley de Medios de Comunicación Audiovisual, que era la esperanza de poder adquirir un canal con el aval estatal. Aunque la emisión ha terminado hace un tiempo queda en el recuerdo de los vecinos y quienes participaron de este gran emprendimiento esta película que representa un grito de protesta ante el gran poder económico de nuestro país. TV Utopía nos adentra en el esfuerzo. Pero también nos emociona y nos hace reír de la desgracia. Trasmitir desde un pequeño cuarto con pocas herramientas y sin nada de dinero más que el que lograban juntar de sus otros trabajos merece un agradecimiento, porque pensaron en todos ellos que no tenían lugar en otro lado, que no serían escuchados de otra forma porque la agenda de los grandes medios está ocupada en sus propios negocios. Melody San Luis


Tatsumi, de Eric Khoo / 6 puntos


El director de Be with me se mete en la vida del dibujante Yoshihiro Tatsumi, pero lo hace a partir de su propia obra. Documental dibujado, el film cuenta en su espina dorsal la vida del artista pero vista desde la perspectiva de su propia biografía dibujada, a la vez que toma una serie de trabajos de Tatsumi y los entrelaza con el principal. Lo que queda es un film bello estéticamente, que trasciende por la inteligencia del propio Tatsumi para hacer de su obra una vida y de su vida, un muestrario de su obra: y a la vez, un recorrido por las diversas estética del manga y por la historia socio-política de Japón. Este documental pierde algo de relevancia debido a que lo que se cuenta de la propia historia del dibujante no es demasiado importante o trascendente, y sólo funciona en el marco de la animación. Uno tiene la idea de que Tatsumi es un film exclusivo para fanáticos del autor. Mex Faliero


Terri, de Azazel Jacobs / 6 puntos


Muchas películas nos mostraron ese momento difícil para los jóvenes que es la escuela secundaria. Terri es un chico alto y obeso, constantemente molestado por sus compañeros. Debido a sus llegadas tarde al establecimiento escolar, tendrá que presentarse semanalmente al director del colegio para contarle sus problemas. La película nos muestra a un grupo de personajes que se van relacionando con Terri, un chico con desórdenes de conducta que siempre será convocado por el director, el director de la escuela que será su confidente y mentor (ese gran actor que es John C Reilly), el tío de Terri y una chica de las más bonitas de su curso, que descubierta en una situación embarazosa pasa a ser blanco de las burlas. La película es un drama con momentos de comedia y se sostiene en las actuaciones: Jacob Wysocki en su debut en el cine logra dar credibilidad a ese adolescente que parece bastante confiado de sí mismo en algunos pasajes y medio tonto en otros. El otro pilar es el director, quien entabla una relación que tiene situaciones graciosas. Me gustó, pero tiene algunos tiempos que la hacen caer un poco, como las escenas en las que el protagonista camina de su casa al colegio. En su conjunto el resultado es satisfactorio y Terri logra sacarnos algunas sonrisas. Gabriel Piquet


The hole, de Joe Dante / 7 puntos


Antes de la proyección, Dante defendió el uso del 3D, pero no para arrojarle cosas a la platea, sino con fines narrativos y dramáticos. Además, anticipó que su más reciente largometraje para cine hay cierto espíritu ochentoso. Pues bien, en lo primero tenía razón y en lo segundo cumplió. The hole es una vuelta a las típicas historias de niños y/o adolescentes metidos en toda clase de problemas, que involucra aventuras, fantasía, sucesos sobrenaturales y hasta bastantes elementos de terror, al estilo ET, Cuenta conmigo, Los goonies y la reciente Súper 8. La historia de dos hermanos recién mudados a un pueblito que encuentran un terrorífico pozo sin fondo en el garaje de su nueva casa avanza sin prisa pero también sin pausa. Con algunas fallas en la resolución final y en las interpretaciones de algunos miembros del elenco, es sin embargo divertida, ágil, directa en su modo narrativo clásico y tiene varios diálogos memorables. Ah, el tratamiento tridimensional contribuye a que crezca mucho el miedo. Un saludable retroceso de treinta años. Rodrigo Seijas


The mole, de Rafael Lewandowski / 6 puntos


Un hombre ya mayor trabaja con su hijo. Antiguo líder del sindicato anti comunista Solidaridad, es ahora acusado de haber estado allí como infiltrado de los servicios secretos. Su nuera es hija de un asesinado en un hecho que en el presente es juzgado. El joven hijo del supuesto líder, actual sospecho de la peor traición, está casado con la hija de las víctimas de aquel “topo”. La lucha entre el amor, la admiración y la necesidad de la verdad es lo que está en pugna en esta historia. Aquel hombre que pudo haber sido un entregador, es también un padre compañero y un abuelo afectuoso. La pregunta sería: ¿qué hacer en el presente con ese pasado? Tal vez en nuestro país esa pregunta ya haya sido hecha y todo indica que la mayoría de la sociedad coincide en una respuesta. En Polonia no todo es tan claro. Daniel Cholakian


The yellow sea, de Na Hong-jin / 8 puntos


Un taxista endeudado, deberá matar a una persona para cobrar dinero y así poder buscar a su mujer y reunir a su familia nuevamente. Es lo más simple que se puede tratar de resumir esta nueva película del director de The chaser (otra muy buena película). El es un joseonjok (para hacerlo simple, los descendientes de coreanos que viven en China), entra de forma ilegal a Corea del Sur para cumplir su misión. La primera mitad de la película no da respiro, tiene una escena antológica cuando el taxista planea como matar a su víctima, todos los detalles que necesita saber, horarios, encendidos de luces, tiempo de espera del guardaespaldas/chofer de la víctima y el desenlace con la intervención de otros asesinos que no estaban en sus planes. La segunda parte aletarga el ritmo al incluir más personajes y la hace un poco excesiva en duración. Las escenas de acción son impresionantes. Si John
Woo reinventó el uso de las armas en las películas de acción, Na Hong-jin le da una nueva dimensión al uso de los cuchillos. Gabriel Piquet


This is not a film, Jafar Panahi / 7 puntos


Bien, por un lado tenemos una circunstancia: sí, Panahi fue condenado por la justicia de su país a no filmar durante 20 años y a pasar 6 en prisión. Por el otro, tenemos una acción/reacción: encerrado en su casa, Panahi ayudado por el documentalista Mojtaba Mirtahmasb filma casi de contrabando una “película”, en verdad, un monólogo del realizador explicando un guión para el que no tuvo el visto bueno del Gobierno y por el otro, reaccionando ante las noticias negativas que le llegan sobre su situación judicial. Por lo tanto, todo esto es como una bola de sensaciones que llevan a la rápida exaltación de genialidad. Siendo concretos, Panahi es lo suficientemente inteligente y lúcido como para no hacer un ejercicio ombliguista y, desde la más prosaica de las situaciones, hacer una película que diga algo sobre su situación y que a la vez, irónicamente desde el título, no se promocione como una película. Hay bastante de reflexión sobre el poder de la imagen y la representación, incluso Panahi sabe qué es aquello que no se debe mostrar: cuando está a punto de quebrarse, se aleja del plano y desaparece. This is not a film tiene momentos intensos, cómicos, y hasta incluso un prodigio de puesta en escena en los últimos diez minutos cuando aparece el conserje del edificio donde vive: si esto fue estudiado o no, no lo sabemos. Sí que es un instante de cine mayúsculo, que indaga incluso en los propios temas y formas ensayados por el realizador en su filmografía. Por lo tanto, y más allá de todo, estamos ante una pieza curiosa, simpática, pero lejos de la obra maestra que algunos han querido ver. Mex Faliero

-El realizador ha sido condenado recientemente a 5 años de cárcel y a 20 años sin poder realizar cine ni salir de su país. Condena decretada por su tarea como cineasta, no hay para nosotros causa suficiente para tal castigo a una persona por expresar sus ideas. Panahí hace en esta película que no lo es – al menos según su título – un relato sobre esa condena, sobre la historia que pretendía filmar y no fue y un relato sobre lo que no se puede decir en el cine iraní, a partir de sus propias escenas. Más allá de lo condenable del castigo, el tono de la película de Panahí es meramente autocelebratorio y no abre ninguna puerta a la reflexión, ni a la crítica, ni al contexto. Es un registro ególatra y confuso, que poco aporta al cine y a la difusión de la situación interna de Irán y al ejercicio de la libertad de expresión en ese país. Daniel Cholakian / 5 puntos


Tiempos menos modernos, de Simón Franco / 4 puntos


Fui con la ilusión de ver la historia de parte de los pueblos originarios pero me encontré con una falta de respeto a su cultura. Es quizás una de mis críticas más conflictivas, seguro hay muchos que no opinan como yo pero realmente me fui enojada con la proyección. Simón Franco intenta hacerse el chistoso dejando de una forma muy ridícula al personaje principal y cuando lo quiere salvar ya es tarde. Payaguala es hijo de tehuelches, vive en la Patagonia alejado de todo tipo de tecnología. Sus actividades cotidianas son su único quehacer, ya que vive solo. El mismo se provee de alimento por sus propios medios. Es su tarea, o él lo siente así, cuidar los terrenos de sus antepasados que son acechados a menudo por extranjeros. Por un plan del gobierno (menemista) llega a su casa un televisor y un teléfono. Todo aquel discurso que Franco plantea, aquellos valores incorruptibles de Payaguala, se destruyen mostrando al hombre como un bobo frente al televisor. Es muy poco creíble que un pariente de tehuelches con tradiciones tan fuertes como se marcan en un principio de la película y también en el final aparezca cantando con su guitarra las canciones de la novela de las tres de la tarde (literalmente) abandonando sus canciones en lengua natal. Y si eso les parece mucho imagínenselo haciendo ejercicio con la tele. Realmente es patético. San Luis Melody


Todo es ausencia, de Rodolfo Kuhn / 8 puntos


Dentro de la retrospectiva dedicada al director, es interesante poder ver este poderoso testimonio documental realizado para la televisión española. Su valor es político, indudablemente, ya que mientras las ficciones de la reciente democracia no lograban despegarse de los modelos narrativos de la dictadura con sus “historias oficiales”, el terreno del documental fue el que se atrevió a denunciar las consecuencias del terrorismo de estado de un modo directo, acorde a las expectativas de la época. Pero el acierto de Kuhn (pese a algunas lógicas concesiones al medio televisivo) pasa también por cómo lo resuelve estéticamente, ensamblando los dolorosos relatos de las cinco mujeres damnificadas (Bonafini incluida), acercando y alejando la cámara para tamizar de alguna forma el horror que trasunta de sus experiencias y que va más allá de ideologías o clases sociales (ellas son muy diferentes entre sí), y estableciendo contrapuntos discursivos a partir de los archivos manejados. Resulta escalofriante cada análisis donde, entre otras cosas, se enfatiza la complicidad eclesiástica, judicial y civil ante tantas atrocidades, y la forma en que un imaginario colectivo quiso vivir a partir de la negación. Desgarrador y necesario, y lo que es más importante, hecho en 1984. Guillermo Colantonio


Trabalhar cansa, de Juliana Rojas y Marco Dutra / 5 puntos


Una mujer alquila un local en el que anteriormente había un supermercado. El mismo día, su marido es despedido de su trabajo después de 10 años de labor. Mientras este intenta salir de la depresión post despido, la mujer mantendrá a la familia obsesionándose cada vez más con el negocio. Todo lo relacionado con la mujer y su cambio notorio desde que toma a los empleados hasta que comienza a ser algo dictatorial con ellos, está muy bien manejado. Los enrarecimientos en la línea Roman Polanski o Dario Argento, que van pasando en el supermercado (la mancha en la pared o el perro que siempre ladra agresivamente), no le aportan fuerza a esa subtrama. Algunos personajes como la madre y la empleada doméstica parecen de relleno. Trabajar cansa… y ver la película también. Gabriel Piquet


Traité de bave et d’éternité‏, de Jean Isidore Isou / 8 puntos


Esto no es cine. Al menos, no en el sentido que se la da a la palabra habitualmente o lo que entendemos comúnmente por ello. Esto, es justamente lo que el fundador del letrismo buscó en este revolucionario largometraje estrenado en 1951 en el festival de Cannes, donde recibió el premio del público en la categoría Film de Vanguardia. Originalmente de 4 horas y media de duración, debió ser reducido a 2 para poder ser adaptado a los estándares de su época, pero se debe acotar que fue este el único al que se adaptó ya que abandonando toda norma o regla cinematográfica, Isou plantea como tema central el hecho de por qué debe estar la palabra, el discurso o el diálogo subordinado a la imagen que se nos muestra. Así, se desarrollará el manifiesto letrista donde se presentará una expresión política en un principio, cinematográfica luego y finalmente casi filosófica, entrelazándola con la historia autobiográfica de Daniel (Isou), quien irá narrando de una manera hostil su historia de amor paralelamente con la producción de su película. A lo largo de la película veremos al propio Isou caminando por el barrio parisino Saint-Germain-des-Près a la par de personalidades como Cendrars o Cocteau, junto con imágenes de films militares, películas admiradas por el director e incluso videos de gimnasia. Acompañado todo de una banda sonora compuesta totalmente de gritos, alaridos y divagaciones propias de la poesía letrista y agregando que la cinta misma ha sido rayada, manchada y decolorada en pos de lograr esa «destrucción» del cine. Ese cine que según Daniel se ha vuelto banal, insulso, vacío y que desde Cocteau y Buñuel ha dejado de ser creativo para ser puramente comercial y hollywoodense. Revolucionario e incluso vigente 60 años después de su estreno, nos muestra cómo las inquietudes, las frustraciones y los anhelos no han cambiado tanto en estos años y que en ciertos casos, para poder crear hay que primero destruir. Sebastián Motter


Tuesday, de Nikos Cornilios / 3 puntos


Este film griego no es un mosaico, es un pastiche, un mamarracho. Con la premisa de hacer algo “coral” y “libre”, Cornilios pretende retratar a la juventud en crisis y se queda en vanas intenciones por la poca definición de sus personajes, la búsqueda de una naturalidad nunca lograda y elecciones estéticas inexplicables, entre las cuales asoman desplazamientos de cámara desprolijos que se pierden en rostros de actores que apenas pueden convencer al espectador de que algo les está sucediendo. Esto genera dos reacciones: la primera es agotamiento (y eso que dura 95 minutos) y la segunda es previsibilidad: al ser coral sabemos que el clímax de las historias se presentará en paquete cerrado hacia el final. La cuestión es cómo lo hace Cornilios, logrando que momentos dramáticos se transformen en comedia involuntaria, haciendo de ese paquete un envoltorio ridículo sin contenido alguno. Sin lugar a dudas, apenas destacable por algunas actuaciones y climas, la película sólo encuentra su atractivo en (al menos, para este cronista) el elenco femenino. Olvidable. Cristian Ariel Mangini


Tungsten, de Giorgos Georgopoulos / 5 puntos


Otro relato coral de un país en crisis, a punto de estallar, con una sociedad convulsionada por la falta de empleo, la desmotivación y los enfrentamientos raciales. Esta vez con el ojo puesto en Grecia, Tungsten abarca tres historias, la de un inspector de colectivos, un adolescente que busca trabajo como guardia de seguridad y una pareja después de atravesar una ruptura. Georgopoulos cuenta su visión de la debacle financiera con una fotografía en blanco y negro con mucho grano para darle mayor “crudeza” y realismo a su relato. Tungsten se queda sólo en las intenciones y nada más, tratando de describir los problemas que acechan a los atenienses, pero como película coral no funciona, ya que gana demasiado protagonismo una sola de las historias, resultando las otras dos como meros accesorios forzados desde el guión para cruzar a los personajes entre sí. David Pafundi


Tyrannosaur, de Paddy Considine / 7 puntos


Peter Mullan interpreta a un borrachín bastante violento, que en menos de diez minutos mata a su perro de una patada, azota a unos jóvenes que lo provocan en un bar, se pelea con unos árabes que tiene una tienda y toma cerveza. Mucha cerveza. El debut en el largometraje de Considine (un actor reconocible del reciente cine británico) es un drama con aristas sociales, pero donde resalta fuertemente el melodrama sórdido, con personajes en el límite de su degradación. El protagonista, cínico, misántropo, pesimista, se cruza con una mujer ultrareligiosa de clase alta, que tras su negocio de caridad esconde una frustrada vida como ama de casa, que incluye violencia familiar: imagínese que el marido golpeador es tan desagradable como Eddie Marsan lo puede -y sabe- ser. Para aceptar Tyrannosaur habrá que dejar pasar algunas exageraciones y excesos dramáticos típicos del cine británico + social + sórdido (hay una escena que sobresale en ese sentido, luminosa, y tiene que ver con un velorio). Y si todo esto se tolera, básicamente, es por la poderosa actuación de Mullan y su personaje, que si bien puede abandonar un poco su hosquedad, y la historia lo redime de alguna manera, su pesimismo es inquebrantable hasta el fin de la película. Mex Faliero


Un verano ardiente, de Philippe Garrel / 6 puntos


La última película de Garrel resta puntos respecto de algunas obras anteriores y se transforma en un producto menor, más allá de la música de John Cale y algunas supuestas referencias a Godard. El director francés se despacha con una marcada paleta de colores para mostrar aquellos temas que recurrentemente transitaron por su filmografía: la imposibilidad del amor, la desintegración de una pareja y la tensión entre arte y política. Sin embargo, aquí los resultados son muy desparejos. Un joven (Louis Garrel), abandonado por la novia (Monica Bellucci), decide suicidarse con su auto. Este es el punto de partida de un largo flashback donde la palidez de los ambientes por donde se mueven cuatro personajes funcionará como correlato de sus estados de ánimo. Las criaturas de Garrel se ahogan en la inmadurez amorosa, se estancan en la insatisfacción por querer controlar al otro, encerrados en una doble moral que los hace infieles para luego ir a la iglesia, o sentir el deseo sexual y conformarse con evitarlo. El anacronismo nouvellvaguesco sopla fuerte y genera un gusto añejo, de repetición. Además, lo político está más tenue que nunca: se remite a un par de frases simplonas, como si fuera suficiente para marcar territorio. Una lástima. Para colmo, un nuevo coqueteo sospechoso con la muerte en una escena que deja bastante que desear. Eso sí, un must absoluto el momento en que Bellucci baila, provocadora como nunca, al ritmo de Dirty pretty things. Ello ya justifica el puntaje. Guillermo Colantonio


Verdades verdaderas. La vida de Estela, de Nicolás Gil Lavedra / 9 puntos


El film narra parte de la vida de Estela de Carlotto, exhibiendo cómo fue el proceso traumático que vivió la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo durante la última dictadura militar, con el secuestro, detención y asesinato de su hija como la desaparición del hijo de ésta, nieto de Estela. Con un elenco estelar encabezado por Susú Pecoraro, en el rol de Carlotto, la película cuenta con magistral eficacia las circunstancias por las cuales tuvo que pasar la líder de Abuelas por aquellos oscuros años de la historia argentina, sin ponerse en ninguna vereda política o aleccionadora. La producción simplemente cuenta lo sucedido, dejando al propio espectador que agregue su particular visión de los acontecimientos, exhibiendo un gran talento para manejar una trama que podría haberse convertido en un barato panfleto político. Con una presentación brillante de cada época vivida, ya que el film transmite la atmósfera de cada momento de manera precisa y emocionante, Verdades verdaderas… construye un relato sincero, claro y preciso, con un excelente trabajo en la gran mayoría de sus áreas que la convierten en una de las grandes producciones de esta 26ª edición. Brian Macchi


Without, de Mark Jackson / 6 puntos


Una joven toma un trabajo como cuidadora de un anciano catatónico, que está postrado en una silla de ruedas, mientras el resto de la familia sale (suponemos que de viaje). Lo que sigue es el retrato de esa convivencia, mientras descubrimos la crisis que ha sufrido la protagonista, vinculada con una relación lésbica que, evidentemente, ha quedado frustrada por algún motivo especial. Hay un trabajo interesante del director, especialmente sobre la incomunicación y también sobre los espacios, y un manejo del sonido que va generando progresiva y sabiamente una atmósfera de film de terror (incluso el film juega a sabotear las expectativas del espectador). En cierto sentido, no sabemos muy bien hacia dónde va Without, ya sea por supresión de información o porque genéricamente nos gambetea hábilmente. Sin embargo, algo comienza a defeccionar sobre el final y tiene que ver con que ese cuentito de misterio y encierro nunca logra imbricarse con la historia personal de la protagonista. Al final, uno no sabe si el abuelo tiene vida nocturna, si hay espíritus o si la mancha que le sale a Joslyn (Joslyn Jensen, estupenda) es metáfora de algo. Y no lo sabe porque, pésimamente, el guión le hace decir al personaje: “la extraño”. Cierre del conflicto y pregunta: ¿para qué los 85 minutos anteriores? Mex Faliero

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