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BAFICI 2011: día de malas elecciones

Por David Pafundi

(Foto: David Pafundi)

Día de malas elecciones en las competencias Argentina e Internacional. La hubiese pasado mejor si me quedaba en las funciones paralelas, encima las dos películas son de casi dos horas cada una.

Complicaciones técnicas en funciones varias, arrancando en la primera del día. Se acerca personal del staff diciendo que una de las caseteras se les rompió y que los subtítulos (los que están impresos sobre la película en inglés) se ven mal y la película también. Debido a que van a pasar la película con un proyector distinto, incluso les recomiendan a los espectadores que si les es posible saquen entradas para la función de la noche de Hoy no tuve miedo. Algo positivo surgió de esto, nos ahorramos de ver el corto que hizo Rejtman que ya era un embole desde la primera vez que lo pasaron, por el contrario el que hace el grupo Humus es el mejor. Pasa que esta gente no sabe que la palabra comedia está prohibida para los realizadores independientes. ¡Y estos ingenuos hicieron algo divertido!

Ahora, volviendo a Hoy no tuve miedo: la película de Iván Fund tiene el mejor plano inicial de todo el BAFICI, en él aparece corriendo un cachorro de labrador (con la frente en alto y la lengua hacia afuera) al costado del camino, pero la película no dura dos minutos, son unos interminables 120 divididos en dos capítulos. El primero centrado en dos hermanas y una amiga de ellas, su vida cotidiana, los preparativos para el baile de egresados de una de las hermanas, el vestido, el perro, las fotos de la infancia y los recuerdos, su actividad laboral, los amigos, las salidas nocturnas, los chicos que la amiga tiene a cargo como niñera, los días previos a la Navidad y la visita al padre que hasta el momento parecía ausente. Toda esta primera parte transcurre a ritmo pausado, intimista, ameno, describiendo las relaciones de estas tres adolescentes dentro de una pequeña ciudad (ahora que me doy cuenta casi todas las películas de la competencia transcurren en lugares aislados) en la provincia de Entre Ríos. La última está centrada sobre Lilian, una mujer que está siendo tratada por un psiquiatra, de golpe se cruza una cámara en cuadro, y otra más, cambio de registro. Parece el backstage de la primera parte pero con otros actores, pero no, sigue a otro grupo de personas que van a consultar con un adivino/oráculo del pueblo, se mezclan las imágenes de las hermanas. Aparece el padre de ellas, ya va como hora y media de película pero todavía no se entiende de qué va esta segunda parte en este gran bache narrativo que no termina de definir qué lado tomar, continuar con la ficción o el registro documental. Entonces en medio de la indecisión viene el tedio, el aburrimiento. ¿Qué hora es? ¿Cuánto falta? Siguen apareciendo personajes en el fotograma, ahora trabajadores en una camioneta, miran a cámara, también los sonidistas. Se termina otra película más con una narración poco tradicional, experimental, con excesivo metraje y el público abandona la sala en silencio sin saber que decir.

Ayer todas las funciones fueron en el segundo piso del Hoyts, así que más escaleras para subir a las corridas, menos funciones de prensa, el clima de fin del festival ya se siente por los pasillos. Otra más de adolescentes en lugares desurbanizados, en El puente un doctor llega a una zona residencial en algún lugar de Francia. Los jóvenes se reúnen en el bosque para iniciar sexualmente a las mujeres más chicas del grupo con la complicidad de sus hermanos (se sabe que el estereotipo indica que el francés es el sexópata de Europa). La llegada del médico levanta la atención de las adolescentes, a ellas les parece atractivo e inventan síntomas para recibir atención médica domiciliaria lo que provoca los celos de los hombres del grupo. La situación se embrolla bastante, hay un accidente de tránsito de por medio, los jóvenes son cada vez más desafiantes con el doctor y comienzan las fricciones entre ambos. La obra termina siendo fallida, si bien hay un regular juego de climas, primordialmente por el trabajo fotográfico, ciertas acciones del personaje principal parecen excesiva y ridículamente forzadas por el guión para dar inicio al suceso siguiente. Típica historia de pueblo chico infierno grande y el descontrol de los “niños ricos”.

Tomar café en Starbucks es un pecado culposo, y hacer fila para ordenar el pedido mientras la persona que se ubica adelante quiere la mitad de las infusiones que ofrece la carta puede impacientar a cualquiera, cuestión que llegué tarde a la función de la tan renombrada Caterpillar, ocultando mi vaso térmico (porque no se puede entrar a las salas con nada bebible o comestible que no se haya comprado en el Hoyts). Me senté en la fila 3 y ver la cicatriz del mutilado protagonista a tan pocos metros es toda una -desagradable- experiencia.

Caterpillar no es una historia de amor, ni de superación, tiene más que ver con el sinsentido de la guerra, patea contra parte del cine de Zhang Yimou con aquello del héroe y el respeto incondicional al emperador e incluso se mete con parte de la filosofía samurai. Ya lo dijo Clint Eastwood con esas dos grandes películas que son La conquista del honor y Cartas desde Iwo Jima: la guerra no tiene héroes. Shigeko vuelve destrozado de la Segunda Guerra Mundial, le faltan sus extremidades, ha pedido la audición y parte de su cara ha sido carbonizada. Su esposa debe cuidarlo y satisfacer sus necesidades. Para la aldea Shigeko es un héroe, un “dios de la guerra”, aunque para su mujer la etiqueta de dios le queda bastante grande, y no tarda en recordar al verdadero hombre debajo de esa monstruosidad, un ser despreciable y cruel al cual rápidamente le pasa factura. No hay lugar para sutilezas, nada se insinúa, la última obra de Wakamatsu es un trabajo brutal, con algunos momentos de violencia y morbosidad gratuitas. Una denuncia política gritada a los cuatro vientos que se desangra.

La gente sale en silencio, parece una procesión, no es para menos, el plano final de Caterpillar es desolador.

Mañana se viene el último día de las competencias Argentina e Internacional, se le tiran un par de fichas a Shelter.

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