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La Tierra no es un lugar frío y muerto

Por Rodrigo Seijas

Para empezar, hay que tener en cuenta dos variables. La primera de ellas es Austin, capital del estado de Texas. En ella se encuentra una de las mejores universidades del mundo -a la que han asistido personalidades como Marcia Gay Harden, Ethan Hawke, Robert Rodriguez, Eli Wallach, Janis Joplin, entre otros- y una vida cultural particularmente fuerte, donde lo político, lo cinematográfico y lo musical juegan un papel relevante.

La segunda variable es el postrock, una categoría usada para agrupar a bandas que utilizan instrumentos y procedimientos propios del rock, pero incorporando ritmos, armonías, melodías, progresiones, que están fuera de  la tradición del género. El primero que usó el término fue el crítico musical Simon Reynolds, en las revistas Mojo y The Wire, en 1994. Dentro de ese estrato fueron quedando bandas como las canadienses Godspeed You! Black Emperor, A Silver Mt. Zion y Do Make Say Think; la inglesa Stereolab; la japonesa Mono; la islandesa Sigur Rós; la escocesa Mogwai; la estadounidense Tortoise; incluso Radiohead.

Sin embargo, muchas de esas bandas quisieron escapar a esa categorización bastante arbitraria e imperfecta. Entre ellas estaba la oriunda de Austin, Explosions in the Sky. Formada en 1999, su primer disco, How Strange, Innocence (2000, luego remasterizado en el 2005) ya preanunciaba varias de sus características autorales. Le siguió Those Who Tell the Truth Shall Die, Those Who Tell the Truth Shall Live Forever (2001), pero es con The Earth is not a Cold Place (2003) que consiguen amalgamar con perfecta coherencia un estilo distintivo, una huella autoral que los hace claramente reconocibles dentro del panorama musical mundial.

Difícil encontrar a otra banda que trabaje de la misma forma, con un sonido tan cinemático, intimista, narrativo y elaborado, donde las canciones son, tal como los propios integrantes de la banda lo afirman, “mini-sinfonías catárticas”. Al igual que otros grupos como Dirty Three y Mogwai, Explosions in the Sky es instrumentalista: nadie canta, porque evidentemente se perciben a todos los integrantes como un todo que se complementa siempre y, principalmente, porque la letra sería redundante.

Y acá nos vamos a arriesgar un poquito: el estilo de este grupo texano es a la música lo que el de Terrence Malick -director de La delgada línea roja– al cine. Es decir, el arte como vehículo para pensar filosóficamente. Hay una voluntad inclaudicable de narrar, pensar y meditar el mundo en temas como The Only Moment We Were Alone, Six Days at the Bottom of the Ocean y Your Hand in Mine. También en First Breath After Coma, Glittering Blackness, Remember Me as a Time of Day o The Birth and Death of the Day. Las canciones poseen cuerpo, fisicidad, reflexión, imaginería, una mezcla paradójica de melancolía y vitalidad, una progresión lírica que se transforma en una declaración ética y moral sobre el universo.

Quien mejor comprendió el carácter cinematográfico de Explosions in the Sky fue el director Peter Berg (realizador de El reino y Hancock), asignándole la tarea de componer la banda sonora de su película Juego de viernes en la noche (2004), un relato sobre un equipo texano de fútbol americano en la secundaria: allí, la personalidad de composiciones como The Only Moment We Were Alone o Your Hand in Mine se plegaron a la perfección con la sensación de un momento que terminaba y otro que empezaba que transmitía el filme, con un conjunto de personajes buscando su lugar en el mundo a partir del deporte, que funcionaba como instrumento de superación personal a través del juego de conjunto.

En el 2005, la banda texana editó el EP The Rescue: Travels in Constants 21, que fue grabado y mezclado en tan sólo dos semanas. En el 2007, fue el turno de All of a Sudden I Miss Everyone. Aunque ninguno de estas dos obras alcanzaron las cumbres de The Earth is not a Cold Place, aún así mantienen un nivel de gran complejidad formal.

Casi de culto, tan potente como dulce, con una gran vocación de espectáculo y comprometidas performances en vivo, con temas larguísimos pero que nunca aburren, Explosions in the Sky es un grupo al que vale la pena darle una oportunidad. Es que sí, son la filosofía hecha música.

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