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Funcinema

MARFICI 2010: días 6 y 7

Por Cristian Ariel Mangini

Bueno, como veníamos anunciando en primera instancia nos metemos con documentales para luego encarar de vuelta con el terror. Nuevamente hay una notable variedad en cuanto a formatos y la amplitud de temáticas nos muestran distintas realidades sociales que, en varios de los casos, interpelan al espectador. Desde China, pasando por Italia, hasta nuestro país, se presentan distintos escenarios donde la denuncia aparece bajo distintas concepciones estéticas, aunque no en todos es tan redondo el resultado.

Y primero, esta era una película de la competencia de documentales que tenía pendiente. Se trata de Petition, del chino Zhao Liang. Un documental que, si uno tiene que hacer un comentario superficial, es bastante depresivo. Profundizando un poco más se trata de una denuncia directa contra la forma en que son tratados quienes reclaman por los abusos que sufren por parte del gobierno local. No conforme con esto, también habla de la injusticia que sufren quienes también denuncian corrupción, quienes no aceptaron una coima, o simplemente, quienes pertenecen a una familia que pide que se haga justicia. Ej: uno de los casos es la hija de una “peticionaria” que continúa pidiendo justicia y esto la lleva a perder todos los beneficios sociales, además de que le resulta imposible escalar socialmente. Peor todavía si le agarran los “perros” (un grupo de tareas que se encargan de castigar a quien realiza una petición), ya que entonces sus vidas corren un riesgo constante. Así las cosas: ser peticionario, en vista de cómo funciona el poder judicial en China, parece un callejón sin salida en el cual la única salida es “olvidarse” de la denuncia y continuar con sus vidas como si nada ocurriese. En el medio, quienes permanecen con su reclamo, yendo constantemente a las oficinas de petición con la esperanza de ser escuchados son golpeados, torturados, obligados a vivir en un lugar donde ocultarse de los “perros” y sufren esta condición en el seno de familias que se van desmembrando poco a poco.

Recientemente vi un programa que me gusta como esta encarado, Clase Turista, donde se muestra la forma en que viven los argentinos alrededor del mundo.  En la edición de hace algunas semanas se centraron en China y, a esto quiero llegar, pudieron escucharse algunos testimonios de argentinos que no dejaron de parecerme indignantes en ese momento y, en función del documental que acabo de ver, mi opinión no ha cambiado. Salvo uno de los testimonios, todos hablaban de la seguridad que sentían al caminar por la calle, de la diferencia y el progreso que ello implicaba respecto a vivir en Argentina y de lo bueno que estaba caminar a cualquier hora de la calle sin que te pase nada. ¿Y el poder judicial?, ¿y la injusticia?, ¿ y la impunidad ante la corrupción (¿o se creen que solo los políticos argentinos son corrutos?)? Quejas aparte, me voy a centrar en la película de Liang. Como vimos es un tema complejo para ser retratado y por momentos uno se pregunta cómo diablos hizo el director para poner la cámara en determinados lugares (particularmente, la oficina de petición). Se trata de un trabajo centrado en los testimonios y, a diferencia de 1428, no hay una edición tan pronunciada y los encuadres son más descuidados. Pero esto tiene que ver con las condiciones en las que trabaja Liang y el riesgo constante al que se ve expuesto, quizá no haya una búsqueda estética tan definida sino que la película se vale como una denuncia en sí, hecha en base a la voz de los afectados. Si puede resultar más cuestionable el uso del zoom en determinados momentos para resaltar las heridas de algunos de los que fueron golpeados por los “perros”, particularmente si se piensa que aquí adquiere la dimensión de un informativo, donde este recurso se utiliza para manipular al público. Sin embargo, el seguimiento de las historias y el arduo y doloroso desarrollo por el que vemos pasar a los “peticionarios”, la hacen un documental político de una notable audacia.

Suelo ser bastante olvidadizo y particularmente, luego de ver Petition, olvide mi mochila, razón por la cual quiero agradecer a una de las boleteras del Corrientes por alcanzármela. Un desastre lo mío. Pero (con café de por medio) continué mi jornada con otros dos documentales, uno es un mediometraje y el otro un largo. Seré bastante sintético con 0, 9 Ampere: está en la línea de los documentales más convencionales que puedan ver en The History Channel o Discovery, con varias secuencias ficcionalizadas, un trabajo subrayado desde la música, y alguna que otra subjetiva tramposa que nos pone en el lugar de un paciente que recibe un electroshock. Dada la cantidad de marcas subjetivas que tiene desde lo estético (el trabajo visual y el sonido) es obvio que el documentalista italiano Giotto Barbieri esté en contra de esta metodología aún utilizada en psiquiátricos pero, pequeño problema, faltan testimonios y hay dos médicos que presentan la posibilidad de aún utilizar esta metodología como último recurso, y defienden su carácter terapéutico. Lo que le falta al documental son más voces en contra y menos ficcionalización o manipulación de las imágenes ya que, de lo contrario, parece como si el documental terminara contradiciéndose debido al peso que tiene la defensa de este tipo de terapia.

Yendo a un extremo diametralmente opuesto se encuentra Criada, un documental intimista que construye la cotidianeidad de un personaje, en este caso Hortensia, desde el registro de sus actividades en la finca de un pueblo de Catamarca (El Puesto). Bastante convencional desde su construcción visual, con calculados y medidos paneos que recorren el arduo trabajo de Hortensia, el documental no se aleja demasiado de otros trabajos donde se mantiene el mismo registro. Sin embargo, el director Matías Herrera Córdoba mantiene el pulso narrativo desplegando el micro mundo de Hortensia con una notable prolijidad desde el guión, haciendo que el relato fluya sin que en algún momento se torne denso. Ocasionalmente aportando algún plano con una connotación lírica (como el agua del arroyo a través de la tierra seca, o el viento descendiendo desde la cumbre), el film nunca se aleja de su personaje y encara la denuncia sobre la cuestionable figura del “criado” sin subrayar su mensaje, con algún diálogo sutil que surge con naturalidad o algún plano descriptivo (por ejemplo, las piernas cruzadas) que resulta lo suficientemente contundente y define la visión del director al respecto de lo que está registrando.

Por eso me gustan los festivales. Lo que hay que decir de Criada no termina allí. Como se sabe, en este tipo de acontecimientos si está presente el director se da algún tipo de intercambio con el público. Alguna pregunta ya había surgido y con ánimo de saber algo pregunte por las repercusiones que había tenido la proyección de la película ante Hortensia y, particularmente, la familia que aparece retratada de alguna manera como “explotadora” (aunque esto es inexacto). La respuesta, francamente, no me la esperaba y obliga a reinterpretar algunas cuestiones del film. La familia en cuestión era la familia del director. O sea que es imposible no ver a la cuestión como una denuncia, pero también una catarsis explicita e intima por parte del mismo Córdoba. Valientemente asume su postura y muestra desde un caso que le resulta conocido lo que pretende como  algo ejemplificador que, obviamente, se extiende a todas las “Hortensias” que hay en nuestra sociedad. El problema vino después con algunas preguntas que se basaron en la increpación directa sin sustento alguno (tomándolo a nivel personal del director y su vida) y algunos aportes honestos que funcionaron como un espacio de reflexión post-film. Sin duda, una experiencia interesante que demuestra lo mucho que puede aportar algún “detalle” fuera de campo (luego de conocer la cuestión en su integridad, creo que es así) a una película.

Al día siguiente aproveche para realizarle, junto a mi colega Rodrigo Seijas (Fancinema y Cineramaplus), una entrevista a Hernán Moyano de Paura Flics, que está en el MARFICI con el motivo de la proyección de Masacre está noche (M.E.N) y con quién pudimos hablar de futuros proyectos de la productora como Sudor frío, Penumbra o Hydra. Café de por medio (si, esto se torna redundante, pero cuando terminen estas crónicas lo van a extrañar (?)) hablamos un poco del cine de terror y su actualidad en la Argentina, además del perfil de Paura como productora de determinados subgéneros dentro del terror y su relación con otras productoras como la reconocida FARSA producciones, que también lucha desde el ámbito independiente para instalarse de una vez en el mainstream (talento no falta). Pronto tendrán la posibilidad de ver la nota desde está pagina.

Pero manteniendo una continuidad al respecto, pude verse Masacre está noche, una producción que es acorde al espíritu de la productora. Al menos esa parte que promete “sangre, violencia y sexo” en el eslogan está bastante presente. La película tiene sus irregularidades en alguna que otra secuencia de acción (el climax, particularmente), pero hay un trabajo de puesta en escena tan minucioso y la ambientación esta tan bien lograda que esos defectos aparecen borrosos cuando se piensan en diálogo con el resto de la película. Particularmente, más allá de su subtexto metarreferencial sobre el cine de terror, la película reflexiona sobre el morbo de la sociedad moderna y en el sufrimiento de mantener la vocación hasta las últimas consecuencias. Aquí puedo sentir empatía con el personaje desde otro rubro. Camarógrafo freelance que a pesar de su experiencia  debe seguir golpeando puertas, haciendo lo que no quiere para finalizar un buen proyecto y entregado al profesionalismo. Por supuesto, este “profesionalismo” es llevado por un camino inesperado al mundo de las snuff-porno, con una serie de siniestros personajes que venden sus productos a los “alemanes”. Algo que Bogliano hace de manera notable, al igual que en 36 pasos, es presentar personajes que no parecen nada extraordinarios, pero que son capaces de las más terribles aberraciones. El director (Diego Cremonesi) se parece a cualquiera que se puedan cruzar por el MARFICI, nada de máscaras o una masa muscular desproporcionada, y el “especialista” (Robertino Gioia), se parece a cualquier pibe que se puedan cruzar en un boliche o la facultad. Pero, cuando aparece la VIOLENCIA, la cosa cambia, los personajes son más ambiguos y el espectador cae en más o menos el mismo extrañamiento que cae el pobre protagonista (Jorge Pinarrello). La actuación de Pinarello es notable ya que con gestos mínimos logra transmitir una expresividad que demuestra el impacto que le produce haber caído en un lugar donde no esperaba, además de saber que si quiere continuar con vida deberá defenderse, y es en ese punto de giro que me parece elogiable el guión. La tensión se construye en la primera etapa en base al suspenso, y si prestan atención a los silencios, al uso del zoom, y al trabajo de sonido, entenderán que es una película que se esfuerza por contar una historia, además de profundizar en el hecho de ser una película de género.

Hoy será un día de premiaciones, fiestas (esperemos) y algún que otro film que me encargare de reseñar en mis notas del día final. Hasta pronto.

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