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Cuarentena

Hábitos alimenticios en Norteamérica

Por Juan Francisco Gacitua


2 puntos


Existen… Cuestiones políticas, económicas y de lobby. De colonización, de globalización, de países dominantes. De una distribución favorable a productos estadounidenses, incluso en detrimento de las películas originales. Piensen en cuánto tiempo estuvo [Rec] en pantalla, y cuántas semanas ligarán las copias de Cuarentena. Pero, lamentablemente, no son cuestiones nuevas ni de poca frecuencia, y hay una remake vomitiva de la que ocuparse.

De chico uno se ríe de Homero Simpson porque es torpe. Tiempo más tarde por el timbre de voz que le dio Humberto Vélez, por sus frases más pegadizas, y finalmente llega el momento de notar cómo representa al estadounidense medio en sus ideas, sentimientos y actos.

Entonces, bien por Cuarentena en no calcar totalmente a su par española, ¿pero de qué sirve eso si todo lo rescatable de la original es reducido a segundos, y reemplazado por momentos de horror y situaciones tan poco interesantes? ¿Qué se gana haciendo aparecer más infectados enfervorizados por carne humana, más tripas y sangre? Nada. ¿Qué se pierde al “adaptar” las identidades de los personajes, acortar los momentos de calma y diálogos sobre otras cuestiones y reemplazarlos por un cuartel de bomberos vulgares, mucha pelea de mando estilo película bélica dentro del edificio y quitar todo componente político? Todo el encanto, los ingredientes complementarios que en [Rec] sacaban al espectador de la cuestión central y que resultaban igual de atractivos. Cuarentena incluso se encarga de servir en bandeja el origen del mal en el consorcio, como para no distraernos del festival de achuras que desarrolla, pero uno deja la sala, desesperanzado, con un interrogante: ¿cómo pueden vivir de carne, solamente? “No vives de ensalada”, parece contestar el film. Pero ya estamos crecidos para creer esas cosas.

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