Una película para adultos
Por Brian Macchi
Resulta reiterativo escribir sobre lo magnifico de los trabajos de Pixar, pero se hace necesario porque son obras que perduran en el tiempo. Desde la aparición de Toy Story, estos Estudios cambiaron la forma de ver la animación y los productos que se podían realizar con ella. A través de los años, han logrado sumar a ese maravilloso trabajo técnico, la labor argumental convirtiendo sus trabajos en únicos e inolvidables.
La industria ha tratado de competir con ellos, buscando impactar al espectador desde otros aspectos, haciendo los films más humorísticos como Shrek o La era de hielo. Sin embargo, estos intentos, con los años, se han quedado perdidos en el tiempo porque no afectaron en nada al género. Las apariciones de Woody, Nemo y Mr Increíble hicieron que varios elementos del mundo animado se modificaran y renovaran.
Al exhibirse Cars, se podía pensar que era la obra máxima de Pixar a nivel técnico. Los escenarios realizados en la película eran tan grandilocuentes e impactantes desde lo visual que la única reacción posible era quedarse con la boca abierta. No obstante, la nueva realización, Ratatuille, supera ampliamente a esta última en efectos y en argumento, lo cual ya es decir bastante.
El nuevo trabajo de Pixar narra la historia de Remy, un ratón que mediante un libro de cocina aprende los secretos de este arte, pero su condición hace que el poderla ejercer sea solo un sueño. Cuando el destino lleva a Remy debajo del restaurante más famoso de Paris, él se debatirá por seguir su vida normal de roedor o transformarse en un exiguo chef, mediante la ayuda del lavacopas del establecimiento gastronómico.
Como ya es costumbre en las obras del Estudio, la amistad es un lazo muy fuerte y en esta nueva creación también continúa el hábito. La relación entre el ratón y el joven es tan potente que se convierten en uno literalmente. Además los une el deseo de cumplir un sueño, de alcanzar ese objetivo que ambos anhelan desde hace mucho tiempo y el esfuerzo que ambos realizan por lograrlo, es maravillosamente exhibido durante la cinta.
La voluntad por crecer, por ser mejores es de lo que se habla aquí, pero siempre aceptando lo que cada uno es, lo expresa Ramy sobre si mismo en un instante del film: “somos ratas y siempre lo seremos”.
Más allá de esta profunda relación de amistad, existe el amor entre el lavacopas y la única mujer que esta en la cocina del restaurante, mostrada de una forma natural y emocionante desde su inicio hasta los momentos de conflicto entre ambos. Las expresiones corporales que demuestran los personajes son brillantes durante este romance porque muchas veces dicen mucho más que las palabras.
Y esta característica expresiva es constante durante el film, ya que en varias ocasiones se conoce más de los personajes por lo que expresan que por lo que hablan, siendo aún más destacable la labor técnica ya que no solamente hacen que los personajes y sus ambientes se vean bellos y bien realizados, sino que se agrega el hecho que esas personalidades transmitan con sus gestos más allá de las palabras.
Además hay un mensaje final sobre los críticos que resulta emocionante para el publico en general, pero para la persona que realiza esta tarea es mucho más profunda, porque habla de una nueva visión como tal que debería defenderse con mas ímpetu.
Todo esto ocurre en un film de animación, para sorpresa de algunos. En varias ocasiones se toma a las cintas de este género como simples películas de “dibujitos” destinadas para chicos y los adultos no ven la maravilla que hay en ellas, que dicen y expresan más que una película con actores de carne y hueso. Que suerte que tienen los niños de crecer con películas como Ratatuille. Dios salve a Pixar!
10 puntos
Identidad
Por Mex Faliero
Con Ratatouille entendimos el concepto. Mientras las demás empresas que se dedican a la animación hacen películas, los de Pixar hacen cine. Y con mayúsculas.
Ratatouille no es sólo la última película de Pixar, también lo es de Brad Bird, una dupla arrasadora como ya se había podido comprobar con esa otra maravilla llamada Los increíbles. Pero la historia de Remy, una rata con olfato especial, no sólo supera en calidad visual a la de la familia fantástica, sino que la supera en emoción, en reflexión y en complejidades.
En El gigante de hierro (una joya que muchos deberían descubrir), su primer largo de animación, Bird realizó una parábola totalmente sensible sobre la identidad a partir de un robot que había sido construido como una máquina de matar, pero que desconocía su razón de ser. Aquella película transmitía una tristeza, una melancolía, que luego sería trastocada en pura alegría con Los increíbles y su vuelta a las aventuras. Pero la esencia era la misma: ¿qué somos? ¿qué quieren que seamos? ¿qué queremos ser? Esto también ocurre en Ratatouille, donde Remy es apartada de su familia por su condición sofisticada, pero tampoco puede llevar adelante sus deseos de ser cheff entre los humanos porque es una rata. Y eso está mal.
Sin embargo los antecedentes de Bird se pueden rastrear ya en Los Simpsons, serie de la cual fue productor y dirigió un par de capítulos. Casualmente esos dos capítulos tienen como protagonista a Krusty el payaso. En Krusty gets busted, el payaso es detenido injustamente por un robo que no cometió, y en Like father, like clown, el mismo payaso sufre los deseos de su padre, un judío ortodoxo que odia que su hijo se haya dedicado a la comicidad infantil. Sobre todo en este último podemos notar esa lucha del ser humano contra el contexto.
La cuestión es que el director suma en Ratatouille una serie de elementos que complementan y complejizan el tema de la identidad. A la cocina del restaurante en la que Remy cae llega un joven torpe y poco habilidoso que será encomendado como lavaplatos. Pero este muchacho, Linguini, tal vez pueda ser hijo del ex dueño del restaurante, Gusteau, un hombre que tenía como lema el “cualquiera puede cocinar” y que es un referente indiscutible para la rata cocinera.
Por un lado tenemos la carga genética que, como demuestra la película, no transmite nada. Linguini es un torpe y sólo logrará destacarse cuando el talento natural de Remy lo manipule. La idea de ver al humano controlado como un títere es simpática desde la comedia, pero oscura desde lo ideológico. ¿Ratatouille dice que los talentosos sólo pueden transmitir su poder a través de la manipulación? Las enseñanzas del film pasarán, precisamente, por la solidaridad y el sentido de juego en equipo.
Linguini, a su vez, tiene un interés romántico por Colette, pero esa relación se encamina por los límites que ya impone un marco laboral. Celos, envidias, traiciones se suceden en esa cocina. Bird no le da la espalda a ninguna responsabilidad y construye un cuento en el que ingresan un montón de referencias y líneas de lectura. Ratatouille es, dentro de la historia del cine de animación, una de las películas más sofisticadas que se hayan hecho. El director trabaja sobre todo un ideario del dibujo animado caricaturesco, sobre la base de un humor físico a lo Buster Keaton y sobre el imaginario que relaciona a una ciudad con sus íconos culturales.
Pero todo este contenido que mezcla la crítica social, una mirada sobre el capitalismo y sus mercancías (el nuevo dueño del restaurante pretende convertir todo en una serie de alimentos congelados), relaciones humanas complejas y emociones a flor de piel encuentra en Pixar un envase libertario que detrás del aspecto de simple película infantil, esconde una mirada oscura, triste y melancólica sobre el destino de la humanidad. Si Cars era una búsqueda nostálgica, Ratatouille es una mirada sobre un presente condenado por su cinismo.
Ese cinismo está representado en el personaje de un crítico culinario. Que puede ser en sí cualquier crítico de cualquier arte. Es queRatatouille habla continuamente del arte y de cómo se ejerce. Bird y Pixar lo han entendido. Esta película es una de las cosas más emotivas que se han hecho últimamente. Sus imágenes, su construcción, son puro cine, puras emociones destinadas a ojos en búsqueda de asombro.
10 puntos
El profesional
Por David Pafundi
Ante el bombardeo incesante de tanques sin padre, incapaces de permanecer por más de 5 minutos en la memoria del espectador, llega lo último de la factoría Pixar, esta vez de mano de uno de los pocos directores del cine de animación de autor, como lo es Brad Bird. Si bien Ratatouille pertenece al grupo de los tanques (con todo lo que esto implica) no por ello se convierte en una historia vacía, dedicada a los más chicos, que cae en el chiste fácil o reiterativo, o busca el doble sentido en el humor para “desaburrir” a los más grandes como lo hace Shrek 3 y todos y cada uno de los hijos de la Dreamworks.
Es entonces ahí donde resplandece el brillo de los productos Pixar, poder hacer películas ATP con una marca autoral, sin sacrificar calidad en el camino.
Bird con Los increíbles supo demostrar perfectamente que no hacía falta recurrir al humor para llevar a los adultos al cine, era una película de aventuras sobre una familia de superhéroes que es obligada a vivir recluida en la ciudad como simples civiles, y es la misma búsqueda de la aventura la que logra unir a la familia y sacarla a flote.
Los personajes en el universo de Brad Bird nacen con un don, una habilidad especial que los hace únicos por lo que mostrar esos poderes en público puede atentar contra ellos mismos, ya que al resto de los mortales no les gusta lo desconocido, los incomoda, no lo aceptan y le temen, y para defenderse atacan hasta que no quede rastro alguno, para poder así volver a sus rutinarias vidas. Claro que a estos personajes poco les importa arriesgarse, están destinados a cosas más grandes, prefieren encaminarse a la aventura que morirse de aburrimiento, Mr Increíble no puede durar mucho en esa compañía de seguros soportando los gritos del jefe y Remy no se va a pasar toda la vida detectando veneno. Ellos saben que hay otro camino, y a la vez son conscientes que para transitarlo van a estar solos. Son seres apasionados, que no se detienen a mirar atrás, solo ven la cima. Así es Ramy una rata que no acepta su vida como roedor, no sólo no la acepta, tampoco puede comprender como sus pares no sepan diferenciar la buena comida de la basura, y es a escondidas de su padre y la dueña de casa, que él se pasa horas frente a la TV y los libros aprendiendo del chef Gusteau el quehacer de un verdadero maestro de la cocina.
Al igual que el Gigante de hierro, Remy hace caso omiso a los consejos de quienes intentan protegerlo, él tiene todo un mundo por explorar, y la única forma de entrar en él es revelarse. No es sólo el descubrimiento de un nuevo mundo, también es el descubrimiento de su identidad, su vocación de chef, pero su amor por el arte culinario le impide ver lo peligroso que puede ser para una rata vivir dentro de una cocina. La pasión de este diminuto artesano se transmite al espectador, y es tan fuerte su presencia en pantalla, que cuando pierde un poco de protagonismo, la atención sobre el film puede que decaiga un poco, quizás para fortalecer al climax. Los personajes de Pixar siempre fueron muy complejos, y eso es lo que los hace “humanos”, por eso es tan fácil identificarse con ellos, Remy camina erguido sobre sus patas traseras, está un paso más adelante que el de los demás roedores, y no por ello se siente superado, al contrario, es un artista que siente placer enseñando y aprendiendo su oficio.
El lema del Chef Gusteau es “Cualquiera puede cocinar”, y es lo que motiva a nuestro héroe a iniciarse en la gastronomía, la misma frase es subrayada por el crítico gastronómico, “si bien cualquiera puede cocinar, no cualquiera puede convertirse en un verdadero artista” y eso mismo viene reafirmando Pixar hace rato, mientras los otros estudios de animación lanzan al mercado sus “comidas congeladas”, desabridas, que rebalsan las góndolas, Pixar prefiere detenerse a oler las especias, saborearlas, mezclarlas y crear platos únicos. A los chicos pueden gustarles las hamburguesas, e incluso llenarles el estomago, pero tarde o temprano se van a cansar de masticar basura y van a querer algo nuevo, y allí estarán las películas como Ratatouille para complacer las necesidades de los que no se conforman sólo con las sobras.
10 puntos