Una secuela que lleva su apuesta estética y narrativa al extremo, con una gran cantidad de secuencias notables y un universo propio tan disparatado como cautivante.
Este film de acción con Jamie Foxx traza un mundo que se insinúa potente en su imaginario, pero al que nunca consigue sostener apropiadamente desde el diseño de sus personajes.
Este intento de darle inicio a una franquicia solo consigue desplegar estereotipos y gestos exagerados alrededor de un personaje sin el más mínimo carisma.
Un film que podía haber un entretenido relato de acción con elementos de western, pero que termina empantanado en gestos cancheros y desperdiciando a Scott Adkins.
Otra historia de acción extrema con cambio de identidades y delincuentes que buscan redención en un puzzle armado con las piezas más funcionales de producciones recientes.