Esta secuela de Escape imposible fracasa por completo en su intento de construir una pequeña franquicia, con un relato desganado, inverosímil y sin ideas sólidas.
Una pequeña sorpresa, que sin alcanzar grandes alturas se beneficia a partir de su tono crudo y profesional, en el que la ambigüedad atraviesa todas las acciones.
El film de Max Adams combina lo cómico y la acción con llamativa fluidez, en un relato repleto de estereotipos que igualmente funcionan con gran efectividad.
Varios elementos reconocibles en films de acción de décadas pasadas se combinan en esta historia de robo, persecución y redenciones de gente con muchos problemas, no todos solucionables, ni con dinero, ni a los tiros.