
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Ya lo hemos dicho anteriormente: Tulka King es una serie que va al hueso y en la que las cosas pasan rápido, casi sin vueltas. Eso incluye los errores e imprudencias, porque The G and the OG fue un capítulo donde la gente de Dwight (Sylvester Stallone) no paró de mandarse macanas. Y eso que Dwight, ya en una de las primeras secuencias, se encarga de bajar línea respecto a que deben avanzar con cuidado y conocer al enemigo. Pero ese “conocer” es tomado de forma muy literal y pronto Tyson (Jay Will) encabeza una vigilancia de Cole Dunmire (Beau Knapp) que lleva a un descubrimiento algo insólito: un bingo clandestino, al que Cole maneja con llamativa soltura. Allí Tyson, Bodhi (Martin Starr), Dennis (Chris Caldovino) y Grace (McKenna Quigley Harrington) se anotan un pequeño triunfo, que provoca una euforia algo desmedida y, como veremos más adelante, definitivamente perjudicial. Por otro lado, Cleo (Bella Heathcote) arrastra a Mitch (Garrett Hedlund) a un viaje repleto de travesuras, cada vez más peligrosas, que culminan en un enfrentamiento ciertamente tonto, infantil e improductivo con Jeremiah Dunmire (Robert Patrick). El diálogo posterior entre Cleo y Mitch es bastante revelador de cómo el segundo tiene claras unas cuantas cosas sobre cómo funciona el negocio en el que está metido, pero también de los riesgos sentimentales a los que está expuesto. Mientras tanto, el que vuelve a hacer mejor las cosas es Dwight, a pesar de verse a forzado en un largo viaje a Texas con el Agente Especial Musso (Kevin Pollak). Lo que comienza de muy mala manera, con Dwight lidiando con un auto con piloto automático que lo enloquece -y que demuestra que sigue siendo en el fondo un tipo chapado a la antigua-, va decantando en una experiencia de mutuo conocimiento, lo que no quiere decir necesariamente confianza. El motivo del viaje es tenderle una trampa a una especie de terrorista por contrato y Dwight, al menos de momento, cumple con su parte con su rol de encubierto, y se agrega un bono extra al lidiar de forma muy práctica con un patrullero. Lo que no queda del todo claro es hasta qué punto Musso tiene apoyo institucional y cuánto está haciendo por las suyas, como un lobo solitario que quiere atrapar a criminales sin seguir necesariamente las reglas y apoyándose en Dwight como instrumento de concreción. Ya de vuelta en Tulsa, Dwight se ilusiona con un plan cuasi político, en el que Cal Thresher (Nel McDonough), ahora candidato a gobernador, puede ser la vía para establecer contactos con los sectores de mayor poder. Pero ahí están las macanas de su banda para volverlo a la realidad, porque Tyson, enceguecido por su pequeña victoria, termina en manos de Cole y sus secuaces, y obligado a develar la ubicación de las botellas de valioso Bourbon, que ahora pasan a manos de la familia Dunmire, aunque sobreviviendo de milagro, cortesía del Tesla antibalas. Lo último que vemos en The G and the OG es a Dwight jurando que Dunmire va a pagar cara esta última jugada, pero la sensación que nos queda es que estuvimos ante un episodio algo desparejo, en el que los conflictos avanzaron de forma un tanto arbitraria. Esperemos que Tulsa King recupere la senda insinuada en los dos primeros capítulos.
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