Título original: Sketch // Origen: EE.UU. // Dirección: Seth Worley // Guión: Seth Worley // Intérpretes: Tony Hale, D´Arcy Carden, Bianca Belle, Kue Lawrence, Kalon Cox, Jaxen Kenner, Genesis Rose Brown, Randa Newman, Allie McCulloch, Nadia Benavides, Dajanae Cole, Josh Inocalla // Fotografía: Megan Stacey // Edición: Seth Worley // Música: Cody Fry // Duración: 93 minutos // Año: 2024
7 puntos
LO FANTÁSTICO Y LO VIOLENTO
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Los últimos cuatro meses del año suelen ser un tramo donde muchas distribuidoras prácticamente arrojan películas a la cartelera, lo cual tiene a veces aspectos positivos, como pequeños hallazgos que merecerían mejor suerte. Es el caso de Dibujos imaginarios, producción del estudio Angel que llamativamente no tiene mucho contenido religioso y que hasta tiene varios lazos con las atmósferas del cine independiente norteamericano. Particularmente en lo que respecta al uso del humor negro, que por suerte consigue conjugar bien con un relato familiar de aprendizaje y crecimiento que se desarrolla con fluidez y efectividad.
El film de Seth Worley hace foco en una familia en conflicto, compuesta por un padre (Tony Hale, también productor) y sus dos hijos, que atraviesan el duelo por la pérdida de la esposa y madre. La hija menor (Bianca Belle) ha encontrado un refugio, o más bien una forma de manifestarse, en dibujar una multitud de criaturas, una más inquietante que la otra, que encima están insertas en fantasías cuasi homicidas. Cuando el cuaderno donde están guardados los dibujos cae en una especie de estanque mágico, todo lo que hay ahí cobrará vida, desatando el caos. Es así como tanto la niña como su hermano mayor (Kue Lawrence) y el padre deberán reunirse para encontrar la forma de detener a los monstruos, lo que implicará también lidiar con sus propios dilemas afectivos.
Si parte de la premisa podría haber inclinado a la película para el lado del terror, Dibujos imaginarios elige, por un lado, el camino de la comedia oscura, con algunos chistes que reflejan con ironía los miedos permanentes que acosan a cualquier padre de que sus hijos sean potenciales asesinos. Pero, además, el film se hace cargo de la violencia latente que hay en cualquier pibe y consigue posicionarla en el lugar justo, que es el de la fantasía y no necesariamente la concreción. Hay, por ejemplo, un diálogo muy bueno donde un compañero de escuela le reprocha a la protagonista que dibujó un monstruo que se suponía lo iba a cortar por la mitad, a lo que ella aclara que solo se suponía que lo iba a apuñalar varias veces en el estómago. Que ese intercambio no suene siniestro y genere risa habla de los méritos de la puesta en escena de Worley, que elude las bajadas de línea psicológicas y en cambio elige la aventura pequeña, directa y lúdica.
Progresivamente, Dibujos imaginarios se va ubicando en la misma senda que películas como ET – El extraterrestre, Los Goonies o Jumanji, esas donde prevalecen lo grupal y la aventura es tanto el objetivo como el medio para el aprendizaje, el crecimiento y la superación de la pérdida. De hecho, sus últimos minutos comparten bastantes similitudes con Super 8, aunque en clave más pequeña e imperfecta que la obra maestra de J.J. Abrams. Por eso, hacia el final, Dibujos imaginarios, luego de hacernos reír, consigue conmovernos con armas nobles y demostrarnos que todavía existe un cine chiquito, pero estimulante.
Si disfrutás los contenidos de Funcinema, nos gustaría tu colaboración con un Cafecito para sostener este espacio de periodismo independiente:

