
Título original: The woman in Cabin 10 // Origen: EE.UU. / Reino Unido // Dirección: Simon Stone // Guión: Simon Stone, Joe Schrapnel, Anna Waterhouse, Emma Frost, basado en la novela de Ruth Ware // Intérpretes: Keira Knightley, Guy Pearce, David Ajala, Gitte Witt, Art Malik, Gugu Mbatha-Raw, Hannah Waddingham, Kaya Scodelario, David Morrisey, Daniel Ings, Christopher Rygh, Pippa Bennett-Warner, John Macmillan, Paul Kaye, Amanda Collin, Lisa Loven Kongsli, Charles Craddock // Fotografía: Ben Davis // Edición: Mark Day, Katie Weiland // Música: Benjamin Wallfisch // Duración: 92 minutos // Año: 2025 // Plataforma: Netflix
3 puntos
SIN MISTERIO Y SIN TENSIÓN
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
La fórmula parece bastante simple: se agarra una novela de suspenso y misterio que haya llegado a ser bestseller, se arma un elenco con muchos nombres importantes y se lanza en alguna plataforma de streaming de alcance global, porque seguro que sale bien. O quizás no es tan simple y no sale necesariamente bien, si tomamos en cuenta que también se necesita un relato que maneje adecuadamente los resortes del thriller, un guión que dosifique apropiadamente el misterio y un director competente, que entienda el género. Ahí está el reciente estreno de La mujer del camarote 10, disponible en Netflix, para demostrarnos que el asunto no es tan fácil como parece y que muchas cosas pueden salir mal. O directamente pésimo.
Basada en una novela de Ruth Ware, La mujer del camarote 10 se centra en Laura (Keira Knightley), una periodista de investigación que no está pasando por su mejor momento profesional y personal, luego de haber presenciado el asesinato de una mujer que le había brindado información para una nota. Casi para salir del paso, decide tomar una tarea aparentemente fácil, consistente en sumarse al conjunto de pasajeros que viajarán a bordo de un yate de lujo, propiedad de una empresaria llamada Anne Bullmer (Lisa Loven Kongsli) y su esposo Richard (Guy Pearce). Anne está muriendo de leucemia y Laura debe escribir un artículo sobre este yate lleno de millonarios que se dirigen a una gala a beneficio. Al principio todo parece normal, pero ya en la primera noche, Laura ve cómo arrojan a una persona al mar. Ella está convencida de lo que vio, pero como no hay otros testigos y no falta ninguno de los pasajeros, su versión es desacreditada por los demás, a tal punto que empieza a cuestionarse su salud mental. Es entonces que Laura se encontrará prácticamente sola, tratando no solo de probar que el crimen existió, sino también de encontrar al culpable.
En La mujer del camarote 10 no solo están Knightley, Pearce y Kongsli, sino también un reparto integrado por nombres como Art Malik, Gugu Mbatha-Raw, Hannah Waddingham, Kaya Scodelario y David Morrisey, entre otros. Todos, lamentablemente, en piloto automático, en gran medida porque el film está construido así, casi como un trámite burocrático. Si la premisa tenía su atractivo a partir de las posibilidades que introducía sobre elementos vinculados a la paranoia y la incertidumbre que aquejan a la protagonista, lo cierto es que el relato se muestra incapaz de sostener estas atmósferas. El enigma dura poco, las tensiones vinculadas al punto de vista pierden fuerza rápidamente y la película se ve obligada a desplegar revelaciones muy pronto. Y encima las respuestas son entre obvias e inverosímiles, por lo que la supuesta astucia del film no es tal.
Pero si ya el andamiaje narrativo de los dos primeros tercios es muy flojo, lo que ocurre en la última media hora es un completo desastre. Las arbitrariedades se acumulan a un ritmo llamativo, hasta incluso al disparate, despojando a la historia de toda tensión, incluso cuanto más la busca. Pero, además, todo está presentado con un nivel de solemnidad digno de mejores causas, lo que obtura la posibilidad de que la película pueda entrar en el terreno de lo lúdico o autoconsciente. Esquemática, predecible, torpe y hasta un poco pedante, La mujer del camarote 10 tiene demasiadas estrellas involucradas para lo poco que es.
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