
Título original: Ídem // Origen: EE.UU. / Reino Unido // Dirección: James Madigan // Guión: Brooks McLaren, D.J. Cotrona // Intérpretes: Josh Hartnett, Charithra Chandran, Katee Sackhoff, Julian Kostov, Marko Zaror, Juju Chan Szeto, Danny Ashok, Danny Ashok, Hughie O´Donnell, Sarah Lam // Fotografía: Matt Flannery // Edición: Ben Mills // Música: Paul Saunderson // Duración: 102 minutos // Año: 2024 // Plataforma: Prime Video
6 puntos
«DURO DE MATAR» EN UN AVIÓN
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Hay un hilo conductor entre tres películas recientemente estrenadas en plataformas de streaming: Equipaje de mano, Extraterritorial (ambas en Netflix) y ahora Fight or flight, que está disponible en Prime Video: todas están sostenidas en premisas que transcurren mayormente en un solo espacio. Es como si ese cine de acción pequeño, casi Clase B a pesar de sus esquemas de producción (que a veces son bastante grandes), encontrará en la reducción espacial una forma de potenciar las tensiones y hasta darle mayor entidad a los conflictos de los protagonistas. Y eso se agradece, porque se necesita que el género recupere su esencia visceral y se aleje algo del gigantismo artificial.
En el caso de Fight or flight, se centra en Lucas Reyes (Josh Hartnett), un agente gubernamental caído en desgracia que ahora trabaja como mercenario y que debe aceptar a regañadientes un trabajo que le permitiría recuperar aunque sea algo de la vida que perdió. La misión consiste en localizar en un avión a un sujeto conocido como “El Fantasma”, del cual se desconoce su identidad y solo se sabe que tiene una herida. Si ya esto tiene algo de complejidad, todo se complicará muchísimo más cuando descubra que en el vuelo hay un montón de pasajeros que en realidad son asesinos entrenados que buscan a la misma persona que él. Y el asunto se convertirá definitivamente en una lucha por la supervivencia cuando se dé cuenta de que él también es un blanco móvil que porta, de manera metafórica, el cartel de “muerto o muerto”.
En el film de James Madigan (cuyo guion fue coescrito por D.J. Cotrona) se nota una vocación intensa por romper todo: desde diferentes objetos y lugares del avión hasta directamente todo el avión, pasando por huesos y otros órganos del cuerpo humano. El relato se transforma bastante pronto en una especie de juego despiadado y macabro por ver de qué manera Lucas permanece vivo y cómo se enfrenta al variopinto desfile de enemigos que le van surgiendo en los pasillos, baños y bodegas de la aeronave. Ahí es donde la película compite consigo misma para inventar coreografías físicas cada vez más retorcidas, en las que se lleva la fisicidad al límite y lo espacial se transforma en un personaje más. Esa atmósfera entre lúdica y sanguinaria es el trampolín también para toda una serie de vueltas de tuerca que involucran la identidad de la persona buscada, los motivos por los que la persiguen y quienes conspiran contra Lucas para que él tampoco salga vivo.
Es cierto que Fight or flight en su tramo final se pasa un poco de lista con tantas vueltas de tuerca y, a la vez, se pone ligeramente moralista, lo que conspira contra el tono disparatado que maneja en la mayor parte de su trama. Pero a cambio ofrece importantes dosis de diversión y ratifica las virtudes actorales de Josh Hartnett, que, luego de la gran actuación que tuvo en La trampa, acá también pone todo de sí mismo para construir uno de los personajes más golpeados (y resistentes) de los últimos tiempos. El espíritu de John McClane sigue, por suerte, vivito y coleando.
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