
Por Patricio Beltrami
NdR: este artículo contiene spoilers.
Lejos de la pulsión por el impacto, el cuarto capítulo de Daredevil: born again podría ser visto como de transición. Fuera de sí, Matt Murdock (Charlie Cox) y Wilson Fisk (Vincent D’Onofrio) deambulan por la ciudad cuestionándose sus acciones, decisiones, ideales y metas, al tiempo que reflexionan sobre las falencias, las trabas, lo roto y lo podrido del sistema. Justamente, esas vicisitudes los lleven a aceptar y reconciliarse con sus verdaderas naturalezas. Dirigido por Jeffrey Nachmanoff y coescrito por David Feige y Jesse Wigutow, Sic semper systema inicia en la morgue con Murdock consolando a Angela (Camila Rodríguez), sobrina del asesinado Héctor Ayala/Tigre Blanco (Kamar De Los Reyes). Esa breve introducción ilustra el quiebre de Matt en el corrupto sistema de Nueva York, sentimiento que aumentará cuando asuma la defensa de Leroy (Charlie Hudson III), ladrón con numerosos antecedentes arrestado por un robo fruto de la desesperación ante la marginalidad. Tampoco ayuda su encuentro con el oficial Powell (Hamish Allan-Headley), aunque puede descartarlo como autor del homicidio de Ayala. A diferencia de The hollow of his hand, lo más interesante de Sic semper systema afecta a Fisk. En terapia de pareja, la sesión se vuelve incómoda cuando Heather (Margarita Levieva) les pide que hablen sobre la infidelidad de Vanessa (Ayelet Zurer). Más allá del distanciamiento, ambos demuestran una notable complicidad, que los lleva a cubrirse de forma tan espontánea como sospechosa. A solas, la terapeuta le pregunta a su clienta si había sufrido violencia por parte de Fisk. Aunque Vanessa lo niega, luego confronta a Wilson: los cambios de su marido la llevan a ser más cautelosa. Esa violencia latente, aquello que está a punto de estallar es el leitmotiv de Sic semper systema. Y los protagonistas detonan en el último tercio del episodio. En cuanto a Fisk, el proyecto de reforma del puerto para detener la guerra entre mafias no sólo choca con trabas burocráticas, sino que encuentra un revés cuando una filtración causada por el asesor Daniel Blake (Michael Gandolfini) genera una crisis política. Dos secuencias sirven para ilustrar la incomodidad del alcalde y la impotencia por no tener el control de sus planes: debe observar cómo dos coros, niños en una escuela y la comunidad letona, lo agasajan con versiones de We built this city de Starship mientras está al borde del colapso. Cuando Blake confiesa su error y Sheila Rivera (Zabryna Guevara) se hace responsable por ello, Fisk valora la fidelidad de ambos pero le advierte al joven que no tolerará otra fallo. Investigando la muerte de Ayala, Murdock comprueba que el casquillo perdido tiene grabado un logo de The Punisher. Luego de atravesar barrios, estaciones y túneles, el abogado llega a la guarida de Frank Castle (Jon Bernthal). Entre pases de factura, insultos y golpes, Castle descubre que su némesis necesitaba verse en el espejo de aquel que había perdido todo, incluso el control de su vida, antes de volver a vestir el traje de Daredevil. Por momentos, Frank es el más racional del encuentro frente a un Matt emocionalmente desbordado ante la culpa por la muerte de su amigo Foggy (Elden Henson). Al final, se trazan los destinos de los tres protagonistas del resto de la temporada de Daredevil: born again: Murdock vuelve a entrenar para el regreso de Daredevil; al estilo Kingpin, en una catacumba Fisk disfruta una elegante cena mientras un hombre aprisionado que se revelará como Adam, el ex amante de Vanessa, le pide clemencia; y Muse (Hunter Doohan) carga un cuerpo hacia su escondite y lo tortura hasta la muerte. Sic semper systema no sólo establece el regreso de Kingpin y Daredevil, sino que los sustenta en el quiebre experimentado por Murdock y Fisk. En esta ocasión se privilegió la profundidad psicológica en detrimento de la acción para llevarlos a puntos límite. Si bien en principio pudo haber parecido algo estático, la progresión narrativa, la virtud en la escritura y la ejecución de los diálogos, y las muy buenas actuaciones (sobre todo Zurer) contribuyeron a cerrar la experiencia satisfactoriamente.
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