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Amor, mentiras y sangre

Título original: Love Lies Bleeding
Origen: EE.UU. / Inglaterra
Dirección: Rose Glass
Guión: Rose Glass, Weronika Tofilska
Intérpretes: Kristen Stewart, Dave Franco, Katy O’Brian, Jena Malone, Anna Baryshnikov, Eldon Jones, Ed Harris, Catherine Haun, Orion Carrington, Matthew Blood-Smyth, Keith Jardine, Jerry G. Angelo, Tait Fletcher
Fotografía: Ben Fordesman
Montaje: Mark Towns
Música: Clint Mansell
Duración: 104 minutos
Año: 2024


7 puntos


LOS CUERPOS DEL DELITO

Por Patricio Beltrami

(@Pato_Beltrami)

El cuerpo es el territorio de disputa, conflicto y acción en Amor, mentiras y sangre. El sexo, el amor, la violencia, las cicatrices, los golpes, la tortura, el entrenamiento, los excesos y las adicciones. Todo de alguna de manera se manifiesta, repercute, destruye e impacta en el físico de los ya desequilibrados protagonistas de la historia. Combinando el thriller erótico con el policial, el último estreno de A24 enriquece su relato a partir de dosis de fantasía y horror para crear atmósferas perturbadoras y asfixiantes. Frente a una maldad que acecha constantemente y explota con consecuencias que desbordan a los personajes, los cuerpos del delito deben enfrentar situaciones límite para escapar de un entorno turbio y podrido.

Sobrellevando una vida de frustraciones, Lou (Kristen Stewart) pasa sus días como encargada de un gimnasio en un pueblo perdido en el medio de desierto de Nuevo México. Sin embargo, su realidad cambia drásticamente cuando conoce a Jackie (Katy O’Brian), una mujer sin hogar que vaga por el país para llegar a una competencia de físicoculturismo en Las Vegas. Entre los excesos de sexo y drogas, de inmediato nace el amor, pero el idilio termina abruptamente porque los fantasmas del pasado de Lou comienzan a enturbiar su relación con Jackie. Así, las consecuencias de un brutal asesinato las arrastrarán hacia un espiral de descontrol, muerte y violencia.

En este orden, el cuerpo se sitúa en el centro del relato desde el comienzo de Amor, mentiras y sangre. Esta decisión no se limita únicamente al gimnasio y a la vida y disciplina de los físicoculturistas, sino que tiene vínculo directo con la latente atmósfera de opresión y violencia. En primer lugar, la fragilidad psicológica de Lou se manifiesta constantemente en su cuerpo: su lucha perdida contra el tabaquismo; el temor y la inseguridad frente a su padre (Ed Harris); los ataques de ansiedad ante los sombríos flashbacks de su pasado criminal, la imposibilidad de huir del pueblo con la excusa de cuidar a su hermana víctima de violencia de género. En medio de un presente donde numerosas producciones abusan del discurso para sustentar y resolver conflictos, la película demuestra la virtud de avanzar desde la acción explotando lo físico más allá de los límites.

Quizás el lado más cuestionable de Amor, mentiras y sangre sea una burda ambivalencia planteada entre el culto a lo físico encarnado por Jackie y la actividad vinculada a las armas por parte del padre de Lou: campo de tiro de día y traficante de noche. Sin embargo, el relato rápidamente devuelve a los cuerpos al centro de la escena con los moretones y las palizas sufridas por Beth (Jena Malone) y el brutal asesino de JJ (Dave Franco). Allí explota todo. Si bien Lou inicialmente busca encubrir todo, una vez más cargando un turbio secreto que la carcome por dentro, tras encontrarse acorralada por las circunstancias encuentra la forma no sólo de enfrentarse a su padre sino también hallar un camino hacia alguna especie de paz.

Sin embargo, el corazón de la historia es Jackie. Pareciera que el culto al físico era lo único estable hasta que Lou entra en su vida, pero la adicción al sexo (algunas escenas están de más, buscando en vano provocar al espectador) y a las drogas terminan desviándola de su camino y su objetivo. La búsqueda por el vigor y la perfección estética encarnada en músculos y poses se desvanece gradualmente a base de malas decisiones, cayendo en el torbellino de violencia de la familia de su novia. Sin embargo, el veneno que corre por las venas de la culturista, aquella sustancia que proporcionada por Lou, no sólo la lleva hacia el abismo sino que también será la clave de la transformación, literal y metafórica, de su cuerpo. Justamente, a través de ese líquido verde la realidad de Jackie comienza a distorsionarse al ritmo que su físico se deforma con proporciones que rozan lo monstruoso. De esta manera, Amor, mentiras y sangre alcanza el terreno del horror y lo onírico en una reversión libre de Thelma y Louise con dosis del cine de David Cronenberg y David Lynch, como bien señalara Mex Faliero. Si bien en el cierre la cancherean un poco, el viacrucis de Lou y Jackie encuentra algo parecido a un merecido final feliz en el marco de otra historia truculenta con el sello de A24.


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