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Como el mar

Título original: Ídem
Origen: Argentina / Uruguay
Dirección: Nicolás Gil Lavedra
Guión: Zoe Hochbaum, Gustavo Gersberg
Intérpretes: Sofía Gala Castiglione, Zoe Hochbaum, Carmen Maura
Fotografía: Germán Nocella Sedes
Montaje: Eliane Katz
Música: Hernán González Villamil, Nicolás Molla
Duración: 84 minutos
Año: 2024


6 puntos


UN PEQUEÑO VIAJE DE APRENDIZAJE IDENTITARIO

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Hay un pequeño hilo conductor, de índole temático, entre Verdades verdaderas. La vida de Estela, la ópera prima de Nicolás Gil Lavedra, y Como el mar, su tercer film, que está dado por centrarse en personajes que deben hacer una especie de viaje, interior y exterior a la vez, de aprendizaje. Un aprendizaje que es, en verdad, parte de una construcción identitaria, un hacerse cargo de qué y quién es uno, desde lo positivo y lo negativo. Después, entre ambos films, hay diferencias gigantescas, que van desde los puntos de partida (uno es un biopic sobre personas y eventos reales, el otro una ficción) hasta las ambiciones formales y narrativas: la película sobre Estela de Carlotto tiene un despliegue de herramientas estéticas que aquí no aparece, en buena medida porque la historia no lo requiere.

Pero hay también otra conexión entre Verdades verdaderas. La vida de Estela y Como el mar, que está dado por el tono: hay en Gil Lavedra, indudablemente, una voluntad por encontrar los caminos más moderados posibles, incluso cuando el material sobre el que trabaja puede pedirle que vaya para el lado del subrayado o la solemnidad extrema. Eso, incluso a riesgo de perder potencia en lo que está contando y caer en cierta medianía. En el caso de Como el mar, es patente que, en manos de una vertiente determinada de realizadores -que van desde el internacional Alejandro González Iñárritu al nacional Marcos Carnevale-, lo que se cuenta podría haber sido un dramón insoportable y miserabilista. Es que ya la premisa era potencialmente problemática: Azul (Zoe Hochbaum, también coguionista) y Paula (Sofía Gala Castiglione), hermanas de 17 y 34 años de edad respectivamente, acaban de perder a su madre, Teresa. Por una serie de circunstancias -convengamos que un tanto forzadas-, Azul se topa con una foto que le revela que Paula es, en realidad, su madre. Tras el shock, comenzarán los pedidos de explicaciones y, eventualmente, un viaje a Cabo Polonio, Uruguay, para que Azul pueda conocer al padre. Esa travesía, con un par de paradas, funcionará efectivamente como una serie de explicaciones por parte de Paula, pero también como un proceso por el cual las protagonistas irán construyendo un nuevo vínculo y sanando heridas.

Ya en la propia estructura del guión de Hochbaum y Gustavo Gersberg, orientada hacia la road-movie, hay una intención de trabajar los dramas y conflictos de los personajes de manera progresiva y sin remarcaciones. Pero, además, la puesta en escena de Gil Lavedra, invisible y casi relajada, procura que esa revelación traumática no se convierta tanto en el centro, sino en un hilo conductor para que salgan a la luz otras verdades sobre el pasado de Paula, su lazo con Teresa y cómo este implicó la naturalización de una mentira con connotaciones un tanto terribles, pero también entendibles. La clave de la historia pasa entonces no por juzgar lo que se ve, sino por un permitir explicar(se) y entender(se). Claro que ese mecanismo incluye unos cuantos momentos -quizás demasiados- donde esas explicaciones son solo mediante una enunciación oral un tanto redundante, como si a la película le costara encontrar las imágenes para contar los conflictos interiores y las vicisitudes que atraviesan Azul y, especialmente, Paula.

Esa dificultad de puesta en forma produce un efecto paradojal en Como el mar: por un lado, pareciera (a pesar de no llegar a la hora y media) un tanto estirada, como si fuera poco lo que tiene para contar y algunas situaciones lucieran algo redundantes o arbitrarias. Por otro, da la impresión de que le faltaran minutos, de que hay procesos psicológicos y afectivos que no se llegan a trazar con la suficiente claridad. Por eso es que al film le cuesta superar la medianía y lo apenas correcto. Aún así, esa corrección de Como el mar es ciertamente un instrumento para cuidar a los personajes y permitirles arribar a resoluciones consistentes, lejos del miserabilismo y más cercanas a un verdadero aprendizaje. Y eso se agradece.


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