
Título original: Land of Bad
Origen: EE.UU.
Dirección: William Eubank
Guión: David Frigerio, William Eubank
Intérpretes: Liam Hemsworth, Russell Crowe, Luke Hemsworth, Ricky Whittle, Milo Ventimiglia, Chika Ikogwe, Daniel MacPherson, Robert Rabiah, Jack Finsterer, Chris Masters Mah, Lincoln Lewis, Lachlan Engeler
Fotografía: Agustin Claramunt
Montaje: Todd E. Miller
Música: Brandon Roberts
Duración: 113 minutos
Año: 2024
6 puntos
AUSTRALIANOS A TODO GAS: RESACÓN EN FILIPINAS
Por Marcos Ojea
Podríamos pensar en William Eubank, director y coguionista de Rescate imposible, como un cultor de los géneros. Lo suyo no es el cine de autor con pretensiones artísticas, sino todo lo contrario; un artesano más o menos competente, que ya se probó en la ciencia ficción y el terror, y debuta ahora en el cine de acción. Uno que poco tiene que ver con el presente estilizado, canchero y con luces de neón, y que se remonta al que se hacía muchos años atrás, cuando el entretenimiento aún era la norma. El cine que encumbró a estrellas como Chuck Norris o Arnold Schwarzenegger, entre muchos otros. No me parece desacertado que, en una escena en la que los soldados avanzan por la selva, uno de los amigos con los que vi la película comentara: “Estoy esperando que aparezca el Depredador”.
La premisa, como corresponde a este tipo de relatos, es tan simple como genérica: un grupo comando, conformado por tres expertos y un novato, se interna en la jungla filipina para rescatar a un compañero secuestrado. Mediante una combinación de villanos rusos e islámicos, las cosas se complican y el novato en cuestión, al que llaman Playboy (Liam Hemsworth), queda tras las líneas enemigas. Su única esperanza reside a miles de kilómetros, en Las Vegas, y toma forma en la figura de Reaper (Russell Crowe), un capitán del Ejército encargado de drones y telecomunicaciones. Un tipo experto, pero con un carácter reaccionario, lo que lo mantiene estancado en el mismo rango militar hace años. Lo mismo que sucedía con Maverick en la segunda Top Gun. Con Reaper como “el hombre de la silla”, esa voz en el oído que lo ayuda a seguir adelante, Playboy se lanza a la aventura de seguir vivo en un contexto permanentemente hostil.
Hasta acá pareciera que todo va bien, que la película recupera el espíritu de aquella época gloriosa, y es probable que el lector espere un tercer párrafo también glorioso, cargado de entusiasmo y emoción. A mi pesar, y en contra de varias opiniones que leí por ahí, Rescate imposible me funcionó sólo de a ratos, con esos minutos apoyados casi de manera exclusiva en la presencia de Russell Crowe. El mismo amigo que apuntó lo del Depredador, en otro momento se cuestionó: “¿Estamos asistiendo a una marlonbrandonización de Russell Crowe?”. No estoy seguro de afirmarlo, pero lo cierto es que el crecimiento corporal del australiano, más la obviedad de los años y la experiencia, le han otorgado un aura en donde conviven lo noble y lo salvaje. Si en Fuera de control imperaba lo segundo, con un personaje brutal capaz de desatar un infierno, acá esa misma fisicidad opera como garantía de protección, de entereza humana y profesional. También funciona como recurso cómico, pero no en plan riámonos del gordo, sino todo lo contrario: en plan “no jodamos con ese, que nos va a cagar a palos”.
En sus escenas, Crowe está más divertido que nunca, con una actuación que está por encima de las posibilidades de la propia película. Porque, si bien Rescate imposible está bien filmada, con secuencias de acción logradas, el coprotagonismo entre Playboy y Reaper nunca termina de hacer sistema. Mientras la historia del soldado de a pie se enrosca en vueltas cada vez menos probables, la del capitán en la silla se va desdibujando, llegando incluso a un montaje paralelo donde Playboy es torturado estilo Hostel (filtro verde incluido) y Reaper recorre desganado los pasillos del supermercado. Hay algo ahí, lo intuyo y hasta puedo entenderlo, pero no me interpela. Será que me he vuelto un poco descreído, o que el Hemsworth hermano de Thor y ex de Miley Cyrus es bastante pelmazo y le queda grande la figura de héroe de acción. Vuelvo a mis amigos: mientras la falopa se acumulaba (en cuanto a lo inverosímil en la película; lo de nosotros fue sólo pizza y cerveza), sentencié: “A Arnold todo esto se lo creía, a éste no”. Será también que me volví viejo, gruñón y panzón, igual que Russell Crowe. A él, claro, esas características le sientan de maravilla.
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