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Madame Web

Título original: Ídem
Origen: EE.UU. / Canadá
Dirección: S.J. Clarkson
Guión: Matt Sazama, Burk Sharpless, Claire Parker, S.J. Clarkson
Intérpretes: Dakota Johnson, Sydney Sweeney, Isabela Merced, Celeste O´Connor, Tahar Rahim, Mike Epps, Emma Roberts, Adam Scott, Kerry Bishé, Zosia Mamet, José María Yazpik
Fotografía: Mauro Fiore
Montaje: Leigh Folsom Boyd
Música: Johan Söderqvist
Duración: 117 minutos
Año: 2024


3 puntos


UNA RED QUE NO CONECTA NADA

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Si el Universo Extendido de DC buscó con ahínco su autodestrucción a partir de rodajes conflictivos, cambios de rumbo arbitrarios y demasiados films esquemáticos, el Universo de Spider Man de Sony parece querer ir por el mismo camino. Hasta ahora, la única película interesante que ha entregado es Venom: Carnage liberado, básicamente porque se asumía como un disparate e iba para adelante sin frenar casi nunca. En cambio, Venom y Morbius fueron productos totalmente fallidos, sin ideas consistentes y que asumían que había un espectador dispuesto a ver lo que sea. Madame Web profundiza esta tendencia y encima le agrega una solemnidad digna de mejores causas.

En Madame Web se nota desde el comienzo que hubo un guión que reescribió demasiadas veces y un proceso de producción lindante con lo caótico, sin una visión unificada. Hay, sí, una historia ambiciosa, con ganas de construir un mundo potencialmente expansivo, que se centra en Cassandra Webb (Dakota Johnson), una paramédica de Manhattan que, luego de un accidente donde casi muere, empieza a adquirir poderes de clarividencia, que le permiten anticipar eventos en el futuro inmediato. Eso la lleva a establecer contacto con tres jóvenes (Sydney Sweeney, Celeste O’Connor e Isabela Merced) que están destinadas a tener grandes poderes, pero que corren riesgo de ser aniquiladas por un hombre (Tahar Rahim) que está vinculado con los orígenes de Cassandra. Pero si esta premisa puede ser un poco enredada y requiere de cierta habilidad narrativa, algo que escasea en el film.

Uno de los problemas centrales de Madame Web es que la puesta en escena de la directora S.J. Clarkson pareciera creer que todo se puede explicar o contar en base a golpes de montaje, o directamente con los personajes diciendo qué van a hacer, aunque no necesariamente haya justificaciones sólidas para sus acciones. Hay una secuencia, casi hilarante por su torpeza, donde Cassandra les dice a las tres jóvenes “bueno, las dejo acá porque tengo que ir a hacer algo y vuelvo en tres horas”, para a partir de ahí introducir, luego de varias idas y vueltas, un enfrentamiento con el villano. Había muchas otras formas de conseguir encauzar la narración hacia ese choque de voluntades y de revelar lo que necesitaba averiguar la protagonista, pero el relato elige la más arbitraria y enredada. Y así con todo, estirando una serie de eventos que podrían resolverse en una hora y media hasta las casi dos horas.

Lo peor es que esa media hora de más no sirve para que profundicemos en los conflictos y dilemas internos de los personajes. Por eso, si al principio Cassandra solo quiere sacarse de encima a esas tres pibas que le complican la existencia y no le hacen caso, súbitamente se re entienden y se re quieren, y forman un grupo re unido. ¿Qué pasó en el medio? “Cosas”, diría un ex presidente, pero no sabemos realmente qué cosas. El desconcierto es una enfermedad autogenerada en la película, que se retroalimenta con todos sus demás aspectos narrativos, técnicos y estéticos: de ahí que el film repita todo el tiempo lugares comunes sea desde el drama o la comedia; los actores hagan lo que pueden o sin ganas (lo de Johnson es una mezcla de ambas); y la realizadora, sin saber qué hacer, hasta desperdicie ideas potencialmente buenas, como en la batalla final.

Si hasta los peores momentos de Venom y Morbius podían verse como comedias involuntarias, ligeras incluso en sus disparates no buscados, Madame Web es demasiado aburrida como para eso. Es un bodoque que se infla a si mismo, que quiere ser el puntapié para otros films, pero que no puede consigo mismo y queda expuesto rápidamente como una cáscara vacía, una red de sinsentidos y decisiones equivocadas.


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