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Días perfectos

Título original: Perfect days
Origen: Japón / Alemania
Dirección: Wim Wenders
Guión: Wim Wenders, Takuma Takasaki
Intérpretes: Kôji Yakusho, Arisa Nakano, Tokio Emoto, Yumi Asou, Sayuri Ishikawa, Tomokazu Miura, Aoi Yamada, Min Tanaka
Fotografía: Franz Lustig
Montaje: Toni Froschhammer
Diseño de producción: Towako Kuwajima
Duración: 124 minutos
Año: 2023


8 puntos


LA REIVINDICACIÓN DEL DIRECTOR ALEMÁN EN JAPÓN

Por Emiliano Attadia

(@emilianoattadia)

La palabra japonesa komorebi significa la luz del sol que se filtra a través de las hojas de los árboles. Todos los mediodías, Hirayama (Koji Yakusho) se sienta en el parque para almorzar e intenta retratar ese fenómeno natural con su cámara analógica. Es en esta escena donde encontramos la esencia, y contradicción, del largometraje: la simpleza de la vida para entender su vasta complejidad. Como aquellas historias donde el problema central está cuando una o varias personas repiten accidentalmente el día anterior (Hechizo del tiempo, como ejemplo más claro, Al filo del mañana o Feliz día de tu muerte), el protagonista revive intencionalmente su rutina: se levanta con el sonido de un vecino barriendo, riega las plantas, se afeita y cumple su trabajo con excesivo profesionalismo. El solitario y adulto hombre es un limpiador de baños públicos en Tokio, una tarea muy diferente a lo que uno piensa cuando se imagina estos espacios. Lejos de tomar esto como una tarea angustiante, se expone la felicidad de Hirayama con lo sencillo, con lo repetitivo, con ir a comer algo al paso luego de la jornada, con comprar un libro usado los fines de semana.

Por otro lado, sus pocas palabras en conversaciones casuales, un trabajo que no requiere de interacciones obligatorias (salvo la participación de Takashi, un atolondrado ayudante) y su soltería, es el retrato subjetivo de las personas invisibles. Una reivindicación del director alemán casi octogenario para aquellos que están presentes, pero no los vemos y aportan lo suyo para que las cosas funcionen. Al utilizar un personaje analógico en un mundo digital (sin celular, sin redes sociales) es una crítica social al poco disfrute de las cosas simples, como así también el choque entre un individualismo para sentirse bien con uno mismo (el propio Hirayama) contra el narcisismo generado por un aparato tecnológico y la interacción digital con otras personas. Claro que los conflictos manifiestos aparecen, pero son resueltos por la necesidad misma de mantener en equilibrio la rutina, que está lejos de ser un sinónimo de workalcoholic; un ejemplo es cuando un día su joven ayudante decide renunciar y el principal, con un profundo malestar evidente, debe trabajar horas extras para cubrir el trabajo faltante.

Cuando Wenders podría haber caído en el problema que la película tenga una historia que sería más fácil retratarla en un documental (Nomadland, por citar un ejemplo reciente) y además tiene los elementos para hacerlo (seguir la vida de un limpiador de baños públicos en un país oriental), toma lo mejor de este formato para llevarlo a la ficción. Luego de una ya larga trayectoria para representar la realidad, como La sal de la Tierra, que cuenta la vida del fotógrafo Sebastião Salgado, o Buena Vista Social Club, y con largometrajes olvidables en las últimas dos décadas, todo hacía suponer que el camino del consagrado alemán iba a continuar por ese rumbo. Sin embargo, con Días perfectos repite el éxito que lo tuvo entre los referentes del país europeo a partir de la década del 70 y con grandes obras como París, Texas o El amigo americano. Este último film, que parte de la serie de libros de Patricia Highsmith, nos ayuda a entender el cambio en la industria del cine; en el largometraje de 1977 se utilizan locaciones tales como Hamburgo, París y Nueva York. En la reciente, nominada a los premios oscars como mejor película internacional, el desplazamiento se resuelve con la música: el protagonista escucha la canción que le da nombre a la obra del estadounidense Lou Reed y se sumerge en las bandas inglesas como The Animals y The Rolling Stones, combinando con una sonoridad japonesa en distintos pasajes. La vuelta de unos de los más prestigiosos directores alemanes está garantizada.


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