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El asesino

Título original: The Killer
Origen: EE.UU.
Dirección: David Fincher
Guión: Andrew Kevin Walker, Alexis Nolent, Luc Jacamon
Intérpretes: Michael Fassbender, Tilda Swinton, Charles Parnell, Arliss Howard, Kerry O’Malley, Sophie Charlotte, Sala Baker, Emiliano Pernía, Monique Ganderton, Gabriel Polanco
Fotografía: Erik Messerschmidt
Montaje: Kirk Baxter
Música: Trent Reznor, Atticus Ross
Duración: 118 minutos
Año: 2023


7 puntos


KILL’ EM ALL

Por Marcos Ojea

(@OjeaMarcos)

Los primeros minutos de El asesino nos ponen en alerta. No tanto por la tensión, que la hay, si no por el rumbo posible que podría tomar la película. Hay un asesino, interpretado por Michael Fassbender, que espera en una habitación vacía el momento justo para poder cumplir su objetivo. Es un killer metódico y profesional, con rutinas de sueño y de ejercicios que lo mantienen siempre efectivo, siempre enfocado. Mientras asistimos a su preparación, la voz en off de Fassbender nos relata lo que ya estamos viendo, más un poco de filosofía cotidiana, apuntes sobre la naturaleza de su profesión y, por supuesto, algunas verdades sobre el mundo. Ahí aparece el temor. La pregunta: ¿esto va a ser todo así? Después el asesino titubea, algo sale mal con el encargo, y las cosas se desarrollan en una dirección distinta, menos “autoral” (menos pretenciosa, digámoslo), pero también vacía. Y extrañamente satisfactoria.

Mex Faliero, a quien le robé un poco de la idea anterior, me dijo una vez que a cada película mala de David Fincher le seguía una buena. Siempre así, en una secuencia casi sin alteraciones. Si consideramos esta teoría, después de la polémica y fallida Mank, se imponía la obligación divina de que la película siguiente tenía que ser buena. Y no, El asesino está lejos de las mejores de Fincher (algunas de ellas obras maestras, como Zodíaco o Red social), pero tiene la capacidad de ir desarmando los prejuicios del espectador, envolviéndolo en una experiencia formal que se construye sobre la base del cine de acción y venganza. Una estructura clásica que implica a un tipo con habilidades para matar, el ataque a un ser querido, y la posterior persecución/ejecución de los culpables. Sin pasarse para el otro lado, el de la parodia o incluso el de la deconstrucción, Fincher narra los acontecimientos desde un lugar intermedio y complejo: su película no es John Wick, ni tampoco un divague existencialista sobre las tribulaciones de un asesino a sueldo. Está ahí, justo en el medio.

A tono con los climas que consigue la puesta en escena, al mismo tiempo fría, emocional y narcótica (potenciada por la música de Trent Reznor & Atticus Ross, más las canciones de The Smith, que son melancolía asegurada), está la presencia de Fassbender, un actor conocido por ser intenso y bastante pesado. Su personaje lo contiene y lo protege de desbordes, y él devuelve el favor con una actuación ajustada y también bastante física, que en ocasiones acaricia el humor. Si hablamos de fisicidad, en determinado momento Fincher deja de amagar con la violencia y se tira a la pileta con una secuencia de acción brutal, una pelea cuerpo a cuerpo filmada de manera magistral. Y otra vez Fassbender, magullado pero sin perder elegancia, con ecos de James Bond y Jason Bourne. Estilo, en definitiva, que se traslada al resto de la película, paisajes exóticos incluidos. Aunque el final sea raro, no malogra una experiencia que termina siendo más estética que narrativa. Sólo queda aguantarse el próximo bodrio de Fincher, con la certeza de que la que siga a esa va a estar muy buena.


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