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Invisibles

Título original: Idem
Origen: Argentina
Dirección: Ana Paula Rosillo
Guión: Ana Paula Rosillo
Intérpretes: Malena Blanco, Ariel Kraselnik, María Angélica Miotti, Rocío Hernández, Santiago Magariños, Iván Tritten, Patricia Almada, Paulina Gaetan
Fotografía: Mario Liotta
Montaje: Andrés Dentoni
Música: Jerónimo Rubino
Duración: 72 minutos
Año: 2023


5 puntos


DIVULGACIÓN Y ACTIVISMO

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

En el marco de un campo de acción donde el documental ha sido tomado por asalto por diversas corrientes de activismo, Invisibles, la ópera prima de Ana Paula Rosillo, le da lugar al activismo vegano, que excede a la simple idea de no comer animales para avanzar sobre temas más complejos como la producción de alimentos y la explotación de las otras especies. En la exposición, aparecen testimonios de Malena Blanco, creadora de la organización Voicot, el médico cardiólogo Ariel Kraselnik, la nutricionista Rocío Hernández y los activistas María Angélica Miotti y Santiago Magariños.

Invisibles se construye desde una serie de encuentros informales en los que los protagonistas charlan y exponen su experiencia desde el veganismo. Más allá de lo artificiales que lucen algunos diálogos, son los mejores pasajes, porque cada uno cuenta cómo incorporó ese cambio cultural en torno a su alimentación y por qué avanzó hacia el activismo. Es ahí donde los argumentos se permiten ser más maleables y menos definidos, atados a una sensación personal y subjetiva. Más interesante, por tanto, son los argumentos de Kraselnik y Hernández, quienes a su toma de posición le suman un conocimiento desde la ciencia. Son los momentos más ricos desde un punto de vista argumentativo y de información hacia el espectador, ya que además la película asume un costado de divulgación.

Pero claro, el problema de un documental que se piensa desde el activismo, es su escasa aspiración al debate, al intercambio de ideas. Todos los testimonios pertenecen a personas veganas, firmes en su posición, y escasamente aparece alguna duda o se vislumbra un espacio para quien pueda tener cierta diferencia con lo que se expone. Eso, que tal vez sea habitual en mucho documental contemporáneo, aquí es un poco nocivo para los objetivos de un film que, en el fondo, tiene aspiraciones de convencer al que duda. Y se hace difícil cuando por momentos notamos como un tironeo de pelo y una mirada que juzga constantemente algo que puede ser un hábito de consumo impuesto por el marketing, pero también es una costumbre cultural y ancestral (cuando los pueblos originarios comían animales no había medios de comunicación ni campañas publicitarias), sin entrar en detalles científicos que sinceramente desconozco. Esa prepotencia, que es un poco formativa del activista, alguien convencido de que tiene la razón siempre, lastra un poco el interés en lo que estamos viendo. Más cuando los argumentos parten de sensaciones y emociones que no tienen por qué ser compartidas por los demás.


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