El documental de Ana Paula Rosillo le da voz a varios activistas veganos. Si bien cuenta con un costado de divulgación interesante, cae en la prepotencia del discurso militante.
La película de Hernán Findling se construye en base a referencias reconocibles en el cine de terror. Pero no logra trascender a partir de eso y ni siquiera ejecuta bien sus guiños.