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24 líneas por segundo: El Oscar, todo en todas partes al mismo tiempo

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Antes que nada, pido disculpas: Angela Bassett no ganó el Oscar, por lo que mi columna de la semana pasada murió a las pocas horas de nacer. Todo lo que decía allí dejó de tener importancia casi inmediatamente. Si con algo me voy a justificar es con la propia cara de culo de la Bassett, que creía ganar el premio, pero no. Quiero decir, era la favorita. Ah, el Oscar: lo entregaron, pero esta vez no hubo equívocos ni piñas en vivo, por lo cual el interés de la ceremonia se fue deshilachando, por estas tierras, a medida que Sin novedad en el frente iba confirmando su favoritismo en determinados rubros. Y si bien nos trampearon con Antonio Banderas, Salma Hayek y un tango a la hora de anunciar el premio al mejor film internacional (no sé por qué este eufemismo es menos traumático que película extranjera), finalmente Argentina, 1985 se volvió con las manos vacías. Pasó el Oscar como vienen pasando las últimas diez, veinte entregas. Y yo ya no sé si es que la ceremonia perdió brillo o si uno creció y dejó de ver todo eso con ingenuidad. Ni hubo tanta carga woke (bueno sí, la negra que por primera vez ganó dos Oscar, la primera asiática), ni discursos demasiado politizados, ni Brendan Fraser estuvo demasiado insoportable. Lo cierto es que a la hora de los premios pasó lo que hacía rato no pasaba: una película se llevó varios premios, entre ellos casi todos los más importantes. Todos saben cuál es la película, pero hay que aclararlo porque no podemos dar por sentado que el lector sabe: Todo en todas partes al mismo tiempo. La película es un cachivache que durante media hora funciona, hasta que muestra las cartas y nos confiesa subrayadamente que en verdad todo ese ruido es para hablar de otra cosa, de algo serio, de una madre y una hija. En otra época hubiéramos entendido este premio como el reconocimiento a un tipo de espectáculo que el Oscar despreció casi siempre. Pero no, acá hay gato encerrado: premiar a Todo en todas partes al mismo tiempo es, sí, para la Academia como premiar a una de acción, ciencia ficción y cosa gorda. Pero para eso tenían a Top Gun: Maverick, que es perfecta y tiene un guion brillante. Guion dije: el mejor guion adaptado fue Ellas hablan, ese bodoque insoportable y declamado, lleno de diálogos subrayados y acción nula, con personajes encerrados en un granero durante casi dos horas. ¿Cuál es el logro de ese guion? Mejor guion original fue, precisamente –y para volver- Todo en todas partes al mismo tiempo, que además se llevó el de montaje aun cuando sus últimos 45 minutos son insoportables y repetitivos. ¿Cuál es el logro de ese montaje? Pero decíamos, el premio de este año parecía decirnos que la Academia recibía en sus brazos una película que apuesta al entretenimiento y la fantasía. Y en verdad es todo lo contrario. Todo en todas partes al mismo tiempo es una película de superhéroes para quienes tienen culpa de ver películas de superhéroes. Entonces premian Todo en todas partes al mismo tiempo, que es una intelectualización esnob de todos los temas que las películas de Marvel han explotado a lo largo de los años. Aunque parezca un movimiento interesante, los Oscar de este año fueron, claro que sí, sin novedad en el frente.

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