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Wendell y Wild

Título original: Wendell & Wild
Origen: EE.UU. 
Dirección: Henry Selick
Guión: Henry Selick y Jordan Peele, basado en el libro de Selick y Clay McLeod Chapman
Voces: Lyric Ross, Keegan-Michael Key, Jordan Peele, Angela Bassett, James Hong, Sam Zelaya, Tamara Smart, Seema Virdi, Ramona Young, Ving Rhames, Natalie Martinez, Tantoo Cardinal, Igal Naor, Gabrielle Dennis, David Harewood, Maxine Peake, Nick E. Tarabay, Joseph Tran
Fotografía: Peter Sorg
Montaje: Robert Anich, Jason Hooper, Mandy Hutchings, Sarah K. Reimers
Música: Bruno Coulais
Duración: 105 minutos
Año: 2022
Plataforma: Netflix


7 puntos


LAS COLABORACIONES Y SUS DESNIVELES

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Hay un malentendido -sutil y a la vez relevante- con el título del nuevo film de Henry Selick: Wendell y Wild parece reducir la trama a solo dos personajes, cuando en verdad la película presenta una galería mucho más amplia. Y que, además, tiene a una protagonista ciertamente notoria, que desde sus decisiones va marcando la pauta de un relato tiene ambiciones considerables. Pero quizás eso sea un indicador de las tensiones que atraviesan al relato, en gran parte por el trabajo conjunto entre el realizador y Jordan Peele (que aporta su voz, además de trabajar en la producción y el guión), que no siempre consigue la fluidez deseada.

Hay que convenir que Wendell y Wild (basada en un libro coescrito por el propio Selick y disponible en Netflix) despliega una importante cantidad de subtramas y conflictos a los que hace confluir eventualmente, ya en la segunda mitad de su metraje. Está Kat (voz de Lyric Ross), que siendo niña perdió a sus padres en un trágico accidente automovilístico y que, ya adolescente, entra a una escuela de su pueblo de origen que oculta varios misterios y secretos. También Lane e Irmgard Klaxon, una maligna pareja de empresarios dueña de una corporación que ha sido responsable de la ruina del pueblo de Kat y que no temen recurrir al homicidio para cumplir con sus fines. Y, además, los ya mencionados Wendell y Wild (voces de Keegan-Michael Key y Peele, respectivamente), dos demonios cansados de trabajar para su padre en un bizarro parque de diversiones y que montan una serie de tretas para escapar del infierno y armar su propio emprendimiento. En el medio, hay una monja con poderes sobrenaturales, un cura dispuesto a lo que sea necesario para mantener abierta su escuela y un grupo de compañeros de colegio de Kat con diversas motivaciones, que interactúan entre sí en el medio de vueltas de tuerca constantes.

A toda esa compleja estructura narrativa, Selick le agrega su reconocible imaginario visual -que no deja de tener componentes un tanto impredecibles-, que procura retroalimentarse con el de Peele, en el que subyace casi siempre una mirada política. Eso lleva a una particular mixtura de géneros y tonalidades: en Wendell y Wild conviven el humor negro con el drama de aprendizaje y crecimiento, el thriller de misterio, las atmósferas de horror y hasta la reflexión sobre el accionar de las instituciones carcelarias y educativas. A la vez, hay un tránsito por las relaciones paterno-filiales, con la tragedia, el duelo y/o el rencor como factores subyacentes, con una mirada que alterna entre lo íntimo y lo social, donde lo espiritual -en un sentido algo tétrico y a la vez irónico- funciona como puente. Todo esto convierte al film en un objeto fascinante y a la vez abrumador: hay pasajes donde no queda claro el rumbo y pareciera que todo se tratara de acumular ideas, tópicos y capas de sentido. Si se hace una comparación con, por caso, Coraline y la puerta secreta -posiblemente la película más fascinante y potente de Selick-, se puede notar que allí había una consistencia narrativa que permitía conducir a buen puerto una multitud de interpretaciones por parte del espectador. Aquí, en cambio, el mensaje luce más forzado, hasta por encima de lo que cuenta.

¿Esto implica que Wendell y Wild es un film fallido y que la colaboración entre Selick y Peele no entrega todo lo que promete? No realmente, aunque sí hay una unión de sensibilidades que no llegan a delinear un sistema totalmente sólido. Lo que no se puede decir que escasea es inventiva y riesgo: Wendell y Wild es una película que no tiene miedo de hablar sobre los miedos -tanto interiores como exteriores- que nos acechan y sobre las luces y sombras que nos rodean. Esa apuesta ofrece resultados indudablemente desparejos, pero también indudablemente estimulantes. De eso se tratan, a veces, los experimentos colaborativos y/o cooperativos: de encontrar y trazar nuevos caminos, incluso a pesar de que sus trayectorias sean desparejas.


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