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Vigilante – Miniserie

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Cocreada junto a Ian Brennan por Ryan Murphy -que ha pasado a ser una máquina inventora de conceptos televisivos y cinematográficos encarnada en un ser humano-, Vigilante es uno de esos ejemplos donde las ambiciones temáticas llevan a tomar un camino que termina siendo no del todo feliz. Basada -muy ligeramente, más que nada en la premisa inicial- en hechos reales, el relato de esta miniserie de Netflix se centra en un matrimonio (Bobby Cannavale y Naomi Watts) que compran una casa de ensueño, en un barrio de los suburbios que es también de ensueño. Todo parece de ser de ensueño en la existencia de esa pareja: él trabaja en un estudio de abogados donde espera que pronto lo hagan socio, ella es una artista que está ascendiendo en la consideración del ambiente. Por eso, la mudanza de ambos junto a sus hijos representa la culminación de sus deseos personales, laborales, económicos, sociales y hasta político-culturales, aún a costa de un fuerte endeudamiento. Sin embargo, ese mundo feliz que amaga edificarse pronto entra en crisis y no solo porque los vecinos son extrañamente inquietantes en sus conductas y actitudes. También porque empiezan a recibir en su buzón una serie de cartas donde alguien afirma que los está observando y vigilando, que adora y preserva la casa donde viven, que conoce la historia que hay detrás de ella y cada rincón que la compone. Esas cartas, que tienen un tono donde se combina lo amistoso, perverso y amenazante por parte iguales, que están firmadas por un ser anónimo que se hace llamar “The Watcher”, que podría traducirse como “El Vigilante”, pero también “El Observador”, hará entrar a la familia en una espiral pesadillesca, que sacudirá su existencia por completo. De repente, todo se convertirá en un juego paranoico que los hará sospechar de cada uno de los vecinos o las personas que han pisado la casa, a la vez que los hará cuestionarse a sí mismos en sus roles de marido, esposa, padres e hijos. Asimismo, la investigación que emprenderán para saber quién está detrás de esas cartas los hará conocer una historia pasada -o, al menos, una serie de versiones posibles sobre lo que allí aconteció- marcada por otras cartas anónimas, supuestos cultos demoníacos y hasta un homicida que vivió allí para luego desaparecer sin dejar rastro. Toda esa mixtura de eventos y planteos amagan con convertir a Vigilante -especialmente en sus primeros capítulos- en un entramado narrativo tan disparatado como atemorizante, como la suma de todos los miedos de la típica familia norteamericana en clave horrorosa, pero también algo paródica. Sin embargo, luego de desplegar una multitud de hipótesis sobre lo que ocurre detrás de esa casa soñada y pesadillesca a la vez, Murphy y Brennan deciden hacer un desvío donde el misterio va quedando relegado -o, al menos, ubicado en un lugar casi accesorio de la trama- y empieza a prevalecer la voluntad reflexiva sobre las ambiciones, inquietudes y hasta miserias que definen las identidades de los protagonistas. Es entonces que la miniserie decide ser más un retrato socio-político sobre esa clase media y aspiracional estadounidense que es capaz de dejar todo -incluso su propia felicidad- para subir de estatus y lograr mirarse a ese espejo brilloso del éxito innegable e irrevocable. En ese objetivo, la casa pasa a ser más metáfora de la psiquis social que de las obsesiones personales, lo cual no estaría mal si el relato pudiera unir con mayor solidez lo general con lo particular. Eso no sucede porque Murphy y Brennan no pasan de lo superficial en su lectura sociológica, y encima aplican giros poco creíbles -y hasta antojadizos- en la parte que corresponde al thriller. De ahí que Vigilante tenga sólidas actuaciones -en buena medida porque cuenta con un elenco donde aparecen otros nombres siempre rendidores como Mia Farrow, Jennifer Coolidge, Terry Kinney, Margo Martindale, Richard Kind y Noma Dumezweni- y una puesta en escena sumamente elegante, pero aún así se vaya desinflando a medida que van pasando los episodios. El cierre, que se asume a sí mismo como inteligente, deja un tanto indiferente y confirma que hay muchas buenas ideas un poco desperdiciadas en nombre de la pretenciosidad.

-Los siete episodios de Vigilante están disponibles en Netflix.


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