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Recapitulación de Better call Saul: Waterworks

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

NdR: Este artículo contiene spoilers.

Y un día volvió Kim Wexler. Y lo hizo en uno de los mejores episodios de Better call Saul, de ser eso posible para una serie que hace tiempo superó la vara autoimpuesta, y que parece disfrutar de someternos semana a semana a experiencias que reducen a cenizas el resto de las producciones que se hacen para plataformas. Waterworks, dirigido por el capo Vince Gilligan, fue una experiencia cinematográfica en amplios sentidos, no solo formales sino incluso temáticos y de cómo representar diversas situaciones emocionales con un nivel de síntesis y complejidad envidiable. Por ejemplo, el plano sostenido sobre Kim, a bordo de un colectivo, llorando desconsoladamente por lo que acaba de hacer pero, también, por el peso de una responsabilidad que parece haber cargado demasiado tiempo sobre sus hombros. Es un llanto de angustia y desolación, que Rhea Seehorn interpreta con un grado de convicción impresionante y que le pone la cereza a uno de los mejores personajes de la serie y a una actuación descomunal. En lo concreto, Waterworks nos puso en situación respecto de Kim, de su vida en Florida, y de cómo el pasado vuelve para que lo afronte ya sin disimulos. La intrigante llamada telefónica que hizo Jimmy/Saul/Gene (Bob Odenkirk) la semana pasada se completa ahora con el contraplano, es decir con su interlocutora, que es Kim, y que nos demuestra por qué el ex abogado reaccionó como reaccionó. Si para Gene el muro de silencio que le significó reencontrarse con Kim lo llevó a tirarse de cabeza al mundo de la trampa, para ella fue lo que decantó su decisión de volver a Alburquerque, denunciar ante la Justicia todo lo que ocurrió con Howard Hamlin (Patrick Fabian) y enfrentarse a la viuda (Sandrine Holt) para contarle la verdad. Una instancia que parece tendrá consecuencias, mucho más luego del cierre de este episodio en el que finalmente la máscara de Gene cayó ante la curiosidad de Marion (Carol Burnett) y que parece llevar a nuestro antihéroe a la fuga. Waterworks fue un encadenado de secuencias memorables: todo lo que pasó con Kim y su llanto final; el primer reencuentro entre Saul (en actitud despreciable) y Kim (descubriendo el horror) durante los tiempos de Breaking bad; el suspenso insoportable en la casa a la que Gene fue a robar y que decanta en el desastre; y el hermoso diálogo entre Kim y Jesse (Aaron Paul), bajo la lluvia, en el que se termina de romper el hechizo de Jimmy sobre su ex. Todo en esta última escena es perfecto: el encuadre, la luz, las actuaciones, el diálogo, todo. Y es, además, de una tristeza inabarcable, sentimiento que Gilligan y Peter Gould dejaban avanzar en los pasajes finales de Breaking bad y que en Better call Saul dejaron expandirse sin conflictos. Nos queda un solo episodio y si bien las cartas parecen estar jugadas, Gilligan y Peter Gould siempre nos deparan alguna sorpresa.


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