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Bandas negras y regulaciones: poca imaginación, mucha provocación

Por Cristian Ariel Mangini

(@Masterzio84)

Interfaz del «Custer´s Revenge». Sobre la izquierda se encuentra la representación de George Armstrong Custer.

Ya ingresados en la década del ochenta las cosas cambian respecto al resonante caso de Death Race en los setentas. Hay mayor autoconciencia en los desarrolladores respecto a los efectos de la provocación como elemento de venta, algo que apenas se intuía con el boom que generó el título de carreras de Exidy. De hecho es conocida la anécdota sobre las expectativas de ventas del juego: el CEO de la desarrolladora, Pete Kaufmann, planeaba vender apenas 1000 máquinas del juego, pero el impacto mediático cambió esas expectativas a un número de 10.000. Ahora veremos algunos casos de comienzos de los ochentas con otro hardware y potencial gráfico.

Si lo de Death Race generó impacto, lo del juego que hablaremos a continuación es uno de los casos más grandes de controversia que hayan existido, sea en el medio que sea. Custer’s Revenge, lanzado en noviembre de 1982 atravesaba todos los límites del buen gusto, la corrección política y, básicamente, cualquier signo de sensibilidad social con un juego que con sus limitaciones gráficas a cuestas dio y aún da que hablar. En el título desarrollado por la desaparecida Mystique Presentes Swedish Erotica -a su vez parte de American Multiple Industries, una compañía dedicada a distribuir material pornográfico sin autorización- tomábamos el lugar de una figura controversial de la Guerra Civil Americana y las Guerras Indias norteamericanas, George Amstrong Custer (1839 – 1876).

Interfaz del primer juego de la saga «Wolfenstein».

Si hasta aquí era problemático, describir el juego es escandaloso. Quizá tomando como referencia el título (La venganza de Custer en español) y teniendo en cuenta que el mediático general fue abatido en la batalla de Little Big Horn contra lakotas, cheyenes y arapajó, el objetivo era utilizar al desnudo personaje histórico -con una visible erección- para atravesar la pantalla eludiendo una lluvia de flechas para alcanzar el cuerpo de una desproporcionada mujer india. Presumiblemente para violarla por la animación utilizada, aunque no está claro dadas las limitaciones gráficas de la Atari 2600. Esa era obviamente su “venganza” histórica y esto alcanzó para generar un obvio revuelo entre grupos por derechos de las mujeres y derechos de los pueblos originarios. Desde la empresa, la defensa fue débil e insólita, el desarrollador Joel Miller indicó que la mujer lo estaba “seduciendo” y, por lo tanto, había un “consenso” en lo que sucedía. El juego, precario en todo aspecto a pesar de ser lanzado en 1982 donde el pixel permitía cierto vuelo visual, con una jugabilidad arcaica y un planteo monótono, sin hablar del sonido, paso a la posteridad por su diseño escandaloso. La empresa desapareció poco antes del colapso de 1982, engrosando la lista de juegos de mala calidad que lo habían propiciado.

Otro caso de comienzos de los ochentas que generó revuelo pero está lejos de la provocación de Custer’s Revenge fue el influyente Castle Wolfenstein. El juego desarrollado por la desaparecida Muse Software utilizó las mecánicas de sigilo y estrategia que luego explotarían títulos como Metal Gear (1987, Konami), tomando el lugar de un prisionero de los nazis que mientras trata de escapar del castillo Wolfenstein busca desmantelar sus planes de guerra. El imaginario nazi y, en particular, el uso de la esvástica llevo a una rotunda prohibición en Alemania, así como los títulos posteriores en tres dimensiones, en particular el famoso Castle Wolfenstein 3D de Id Software. En todo caso, el uso del imaginario nazi y las reacciones que provocó demostró que las cenizas de la Segunda Guerra Mundial aún continuaban calientes y así será hasta el 2014, cuando finalmente el videojuego pudo ser lanzado.


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