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Ambulancia

Título original: Ambulance
Origen: EE.UU. 
Dirección: Michael Bay
Guión: Chris Fedak
Intérpretes: Jake Gyllenhaal, Yahya Abdul-Mateen II, Eiza González, Garret Dillahunt, Keir O´Donnell, Jackson White, Olivia Stambouliah, Moses Ingram, Colin Woodell, Cedric Sanders, A Martinez, Jesse Garcia, Jose Pablo Cantillo, Wale, Devan Chandler Long, Victor Gojcaj, Briella Guiza, Brendan Miller
Fotografía: Roberto De Angelis
Montaje: Doug Brandt, Pietro Scalia, Calvin Wimmer
Música: Lorne Balfe
Duración: 136 minutos
Año: 2022


2 puntos


LAS MÚLTIPLES PERSONALIDADES DE MICHAEL BAY

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

A esta altura del partido ya es bastante claro que ver una película de Michael Bay puede ser una experiencia realmente extenuante, un desafío casi físico a los sentidos, en el peor sentido posible. Es que Bay no mueve la cámara: directamente la arroja, la revolea sin criterio, de un lado al otro, sin mostrar la más mínima preocupación por que lo que se vea sea entendible. Sin embargo, en Ambulancia aparece de forma más patente un componente que, convengamos, ya estaba muy latente en su cine: esa voluntad de querer concentrar discursos, tonos y atmósferas de todo tipo en un solo plano, incluso cuando claramente eso es incompatible con lo que se está narrando. Y eso genera la impresión de estar ante un film rodado por una persona con un desorden de personalidad múltiple.

Porque lo cierto es que el argumento de Ambulancia -remake de un film danés del 2005-, a pesar de sus ambiciones temáticas, no deja de poseer cierta simplicidad: hay un ex soldado (Yahya Abdul-Mateen II, demasiado intenso) que necesita dinero urgente para un tratamiento experimental contra el cáncer de su esposa que va a pedirle ayuda a su hermano adoptivo (Jake Gyllenhall, híper intenso), un criminal de carrera del cual se mantenía alejado. Este le propone sumarse a un millonario asalto bancario que, obviamente, sale mal, por lo que, para poder huir, terminarán abordando una ambulancia y tomando de rehenes a una enfermera (Eiza González, con un maquillaje muy intenso) y un policía herido. A partir de ahí, se desencadena una persecución donde tendrán atrás a la Policía de Los Ángeles y al FBI, mientras buscan lidiar con tensiones afectivas y morales, en un camino donde los márgenes para la redención se van acotando minuto a minuto. Es decir, un relato tendiente a la espectacularidad, pero también conciso y concentrado en sus conflictos.

Hay un pasaje donde Bay parece entender que la narración pide cierta economía de recursos y un enfoque preciso sobre lo que se está contando. Es una secuencia donde los personajes de Abdul-Mateen II deben hacer una operación improvisada sobre el policía herido, con la asistencia virtual de unos médicos y Gyllenhaal tratando de conducir de forma estable la ambulancia. Son minutos tensos, casi angustiantes, donde los gritos y la histeria de los protagonistas están justificados, ya que prevalecen una cámara y un montaje que se ponen al servicio de lo que está sucediendo. Allí, Bay da la impresión de tomar consciencia de que solo un trabajo para hacer: mostrarle al espectador cómo un grupo de personas intenta salvar a un individuo al borde de la muerte. Esos minutos son, quizás, una muestra de lo que podría haber sido Ambulancia. También son la excepción a la regla: el resto del tiempo, Bay quiere apilar acción, drama, thriller y comedia, sin hilos conductores, con resultados dantescos y agotadores.

Por esa falta de equilibrio y prepotencia narrativa es que Ambulancia podría durar una hora y media, pero su metraje se extiende hasta las dos horas y cuarto, sin real sustento. Y si Bay vuelve a exhibir esa falta de timing absoluta para el humor -que no solo es tosco y agresivo, sino también totalmente a destiempo, sin relación con lo que pide cada escena-, además suma una concepción sobre el drama donde todo pareciera tratarse de acumular vueltas de tuerca cada vez más inverosímiles y redundantes. A medida que pasan los minutos, el film se pone cada vez solemne y a la vez incoherente, porque si por un lado quiere hablar sobre el deber de los profesionales, los lazos familiares, la pérdida y las vías para redimirse de los pasados traumáticos, al mismo tiempo manipula a los personajes como a los autos a los que hace chocar y explotar. Para Bay -y sus películas-, los seres humanos son iguales a las máquinas: meros instrumentos a los que arrojar en el medio de imágenes gritonas y ruidosas, plagadas de discursos rimbombantes. Ambulancia es otra muestra más de esa violencia artística y narrativa.


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