Por Mex Faliero
No debe haber sector más revolucionario dentro de la burguesía mundial que los críticos de cine argentinos. Cada semana con el análisis de los estrenos damos cátedra sobre humanismo, lucha contra los poderes concentrados, denuncia de los medios hegemónicos y respeto al embargo de Warner para que podamos ver Batman unos días antes que el resto de los mortales. Esta semana le tocó a Kenneth Branagh, con su leve Belfast, ser víctima del ataque comando del Ejército Revolucionario de la Crítica Argentina (ERCA). En Belfast, el director y actor cuenta con una serie de viñetas en blanco y negro el drama de una familia que decide mantenerse al margen de los conflictos religiosos y políticos en la Irlanda de los 60’s. Lo que pone en otro lugar a la película es que se trata de un relato con elementos autobiográficos: ese niño (porque la película está vista a través de los ojos de ese niño) es el propio Branagh. Y lo que dice Branagh es que su familia decidió no tomar partido, y marcharse un poco lejos. Hay algo cierto, la película es tan leve como es leve el espíritu de quien ha decidido irse sin afrontar los problemas. Pero hay algo más cierto: Branagh nunca pontifica la decisión de los que se fueron, no hace una apología de la falta de compromiso (y también deberíamos preguntarnos si estamos obligados como ciudadanos a tomar partido en conflictos que, en ocasiones, nos exceden… pero es otro debate). Incluso en el final se hace cargo de que hay gente que se fue y gente que se quedó; y sabe que hay ahí un conflicto ético. Que no haya sido profundo con su reflexión no lo convierte en abyecto, apenas en un artista un poco banal; pero no es Roberto Benigni hablando con levedad ramplona sobre el Holocausto en La vida es bella. Obviamente que el Ejército Revolucionario de la Crítica Argentina (ERCA) no iba a dejar pasar semejante afrenta a su modo de ver el mundo y muchos representantes salieron a señalar lo tibio del asunto. No lo tibia que es la película, sino lo tibio que es Branagh con ese pasado. Es decir, le dicen al director cómo debe modelar un sentimiento propio; cómo debe sentirse con lo que le pasó en su infancia. No importa si la familia de Branagh combatió por las calles de Belfast, hay que reescribir el pasado y mostrarlos tirando una molotov contra la Policía. Hay casos curiosos, como el de una crítica de Telam que habla de “omisiones”. Hablar de “omisiones” desde Télam (agencia de noticias pública convertida en un medio de propaganda oficialista) es como cuestionar los multimedios hegemónicos desde Clarín. No deja de ser curioso el espíritu combativo de un grupo de personajes cuya mayor militancia es que haya medialunas en la sala de prensa de los festivales.
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