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24 líneas por segundo: Marvel se la creyó

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

No me voy a hacer el distraído porque fue apenas en abril pasado cuando destaqué el valor de las series de Marvel (acá). Por entonces el universo de la compañía había revelado WandaVision y Falcon y el Soldado del Invierno, y la variedad de tonos y registros mostraban a una franquicia en estado de ebullición. En el horizonte estaba Loki, y si en la ecuación metíamos al personaje más imprevisible de todo de este entramado de criaturas con uno de los guionistas de Rick y Morty, las expectativas volaban altas. Sin embargo Loki fue el primer llamado de atención de una seguidilla de producciones que estuvieron lejos del oropel de los días del futuro pasado. Loki cambió lo lúdico por un existencialismo pesado, una cháchara constante que inhabilitó la aventura con un nivel de saña impensado. Marvel nunca fue tan Nolan. Claro, todavía nos quedaba el cine. El regreso fue con Viuda Negra, un film que quiso ser una de espías y acción física, pero terminó siendo una película artificial y confusa, muy menor. En verdad Viuda Negra es una película de transición y en ese sentido su estreno a destiempo (tendría que haber llegado el año pasado, pero pandemia) le hizo perder bastante de coherencia. Lo que siguió fueron dos producciones que intentaron instalar nuevos personajes, pero lo hicieron con suerte dispar: Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos y Eternals. La primera es una película de segunda línea, y en ese sentido es bastante orgullosa de ser algo menor, aunque su duración excesiva deja entrever que la ambición de Marvel por construir universos demasiado amplios es un poco desmedida. La segunda es ya un problema en sí mismo: una película-concepto, con una directora prestigiosa y una búsqueda estética que si bien funciona en sus propios términos, resulta artificial y extemporánea. Eternals nunca termina de saber para dónde va, no se anima a ser lo grasosa que debiera y se nota todo lo forzado de una película que pretende ser una de Marvel y -a la vez- quiere correrse un poco. Lo más curioso de todo es que construye 10.000 personajes y ninguno tiene carisma, que su acción es inocua y que sin sentido alguno de la síntesis se toma todo el tiempo del mundo para contar su cuento mínimo. El otro día en Funcinema Radio Melody San Luis se preguntaba lo mismo que me venía preguntando hacía un tiempo: ¿Estamos ante el peor año de Marvel? Es verdad que estas películas no son peores que Thor 2 o que Pantera Negra, pero lo que sobresale aquí es antes que nada un exceso de materiales que vuelven demasiado gigante todo. Gigante, pesado, como una rueda que nadie puede girar. Marvel, muy creída de sí misma, está al borde de comerse la cola. A favor se podría decir que estas películas fueron las películas justas para la post-pandemia, para un año donde el público volvió tímidamente a las salas y las bajas recaudaciones pueden disimularse por contexto. La pregunta es si nos dan ganas de volver a estos universos, de tener más de los Shang-Chi o de los Eternals. Si queremos volver a casa cuando salimos del cine para ir a jugar con los muñecos articulados de Angelina Jolie en estado catatónico. Por suerte a la vuelta de la esquina aparecen Spider-Man y Hawkeye, que prometen devolvernos algo de la vieja gloria. Esperemos que no nos desilusionen. Y que Marvel vuelva a ser Marvel, a transpirar la camiseta para ganarse nuestro aplauso.


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