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Funcinema

El infierno industrial de Silent Hill

Por Cristian Ariel Mangini

(@Masterzio84)

Akira Yamaoka, uno de los compositores más talentosos de la industria del videojuego actual (Fuente: NME)

Si bien no fue el primer videojuego que me impresionó, recuerdo a Silent Hill (1999, Konami) como la primera vez que pensé al medio en función del cine. Había algo en los climas de este juego de terror que invitaba y repelía al mismo tiempo, con esa desgarradora furia para exponer la violencia, pero también para sumergirnos en una decadencia triste y arrolladora que se torna cada vez más extraña. Era el material de las pesadillas y los buenos films de terror: aquellos que impresionan pero al mismo tiempo trabajan en el subconsciente sobre un relato sólido. En aquel momento otros juegos ofrecían un despliegue gráfico superior -la segunda entrega del Resident Evil de Capcom, por ejemplo- pero Silent Hill era una bestia distinta que suplía sus carencias con una experiencia que tomaba del cuello al jugador. Una de sus virtudes fue la banda sonora corrosiva de Akira Yamaoka, que en esta primera entrega dejó una marca que fue explorando en distintas entregas con otros matices, sin perder el tono perturbador e inesperado que acompaña al relato.

La historia es aparentemente simple: tomamos el control de Harry Mason que se dirige junto a su hija adoptiva, Cheryl, a Silent Hill. Mientras conduce hacia el pueblo, gira bruscamente para evitar atropellar a una niña, perdiendo el control y chocando. Cuando despierta, Cheryl ya no está a su lado y comienza una búsqueda desesperada que es apenas la punta del iceberg: ocultismo, perversión, sacrificios humanos y una trama que nos lleva a sobrevivir en un entorno cada vez más hostil, hacen del juego de Konami un clásico. Para construir su iconografía visual la saga toma elementos del cine de David Lynch, Adrian Lyne, Darío Argento, Mario Bava y Stanley Kubrick, entre una larga lista de influencias que varían de acuerdo a la entrega. Es la inmersión en ese mundo, con un personaje que parece no tener habilidades extraordinarias y descubre el horror de lo que ocurrió en el malogrado pueblo, lo que lleva al jugador a ser atrapado por la mística de Silent Hill. Como dijimos, la música es un apartado fundamental del juego y por momentos marca el ritmo como si se tratara del montaje de un film.

En Silent Hill el horror es a menudo no lo que sucede, sino lo que ya ha sucedido. La música es un elemento vital para dar esa información,

Pero volvamos a Yamaoka. Este no fue su primer trabajo dentro de Konami y ya había colaborado en bandas sonoras sólidas como la del Contra Hard Corps (1994, Konami), aunque con Silent Hill tomó un rumbo autoral, reemplazando al compositor que había abandonado el proyecto. Es un trabajo atmosférico que toma influencia del cine a través del enorme Angelo Badalamenti, tanto en su faceta ambiental como en sus ocasionales atisbos de pop y rock -que se dan con mayor frecuencia en las siguientes entregas-, pero también está la sensibilidad y el misterio de bandas sonoras como la de Jacob’s ladder (1990, Adrian Lyne) o la icónica musicalización de Suspiria (1977, Darío Argento) de Goblin. Sin embargo es en la influencia musical donde podemos ver los rasgos más reconocibles: el género industrial en todos sus matices globaliza la esencia de la banda sonora de Silent Hill. Es una elección que se amalgama inmediatamente con el tono sombrío de la historia y su desolador paisaje urbano: el pueblo abandonado, las estructuras oxidadas, el extraño “Otherworld” y la presencia constante de la sangre como prueba del horror, parecen ir como anillo al dedo con el género industrial. Confeso admirador de Trent Reznor y su trabajo en Nine Inch Nails, además del trabajo más industrial de Depeche Mode o David Bowie, la agresividad de la banda sonora nos recordará inmediatamente a la etapa más experimental del EP Broken (1992, Nine Inch Nails), con retazos ocasionales de un sonido melancólico que atraviesa la historia. Este primer Silent Hill es una propuesta cercana al sonido más barroco e industrial: no cuenta con la solidez y eclecticismo de la segunda y tercera entregas o la opulencia ambiental de la cuarta, pero es sin dudsa la más influyente. En Origins (2007, Climax), Homecoming (2008, Double Helix) y Shattered Memories (2009, Climax) hay espacio para experimentar y algunas de las canciones trascienden más allá de la calidad del juego, pero su trabajo ya se encuentra definido conceptualmente por las primeras cuatro entregas.

Volviendo a la primera entrega que dio origen a la saga, Yamaoka es responsable de la banda sonora pero también de los efectos y quizá el sonido más importante del juego: el silencio. Los climas sofocantes se alternan con el silencio para construir suspenso con la misma precisión que un film de terror. Incluso se permite jugar con las expectativas del jugador, trabajando con la imprevisibilidad. Por ponerlo en sus propias palabras: “Quería que sea impredecible, quizás en el momento de un gran susto quitaba todo (el sonido), y quizás si no estaba sucediendo nada agregaba muchos sonidos”. En esta primera entrega la apertura ya anunciaba el tono sombrío y épico de la historia con el icónico Silent Hill theme (00:00 a 02:44), pero es el claustrofóbico All (04:13 a 06:17) el verdadero ingreso sonoro al mundo de Silent Hill, al igual que el momento del juego en que ocurre, la primera vez en el “Otherworld”. Es preciso destacar que ante el sonido netamente ambient de piezas como The Wait (09:46 a 11:47) y Claw Finger (33:23 a 34:55) se contrapone el repertorio industrial de joyas como Devil’s Lyric (16:33 a 18:00), For All (20:07) y el crescendo de los perturbadores Archer and the Beast (29:00 a 30:58) y Oil and Blood (02:01:24 a 02:06:58) que, en efecto, suena como si estuviéramos atrapados en un enorme complejo de cañerías. Hay algunos pasajes instrumentales vinculados al fatal destino de un personaje -sí, el juego es de 1999 pero para qué spoilear– (Not Tomorrow, 02:26:30 a 02:27:18) y otros que tienen un tono blusero porque obtuviste un final negativo (She, 02:52:39 a 02:55:10). El tema del enfrentamiento final (My Heaven, 02:39:14 a 02:42:29)  parece el lado B de la etapa más experimental de Trent Reznor y Marilyn Manson, pero también la de KMFDM o Skinny Puppy, apelando a la distorsión de un torno dental para describir también el colapso de un elemento fundamental de la jugabilidad del juego.

Como nota anecdótica podemos agregar que la banda sonora cuenta con apenas un solo tema cantado, a diferencia de los otros juegos de la saga, que cuentan con excelentes baladas rockeras. Curiosamente es un tango cantado por la argentina Vanesa Quiroz y compuesto por Rika Muranaka, que es cantado en español. El tono depresivo ilustra otro final negativo del juego, ya que Silent Hill realmente castiga a quienes no exploran cada uno de los rincones de la ciudad y sus misterios. La primera vez que jugué fue el final que obtuve y obviamente recuerdo la sorpresa que me llevé. El tema se llama Esperándote (02:55:10 a 03:01:32) y forma parte ocasional del repertorio de la cantante.

NdR: Akira Yamaoka: How the Silent Hill composer revolutionised survival horror, Fact Magazine, por Brad Stabler. (https://www.factmag.com/2015/10/29/akira-yamaoka-silent-hill-soundtrack-interview/)

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