Por Mex Faliero
En varias críticas publicadas sobre la reciente Cruella (incluida la que firmó un servidor acá) se filtró la idea acerca de a qué público podría ir dirigida la película de Craig Gillespie. Lo que cunde es el desconcierto ante una película que abreva en múltiples referencias para convertirse en un pastiche camaleónico: va del cine de Scorsese a las películas de robos maestros, de las comedias británicas de mediados del Siglo XX a la provocación cínica propia del cine de fines de ese mismo siglo, pasando por una banda sonora ecléctica con fuerte ancla en el punk y una actitud algo revoltosa pero absolutamente prediseñada (¿acaso el punk no fue un fenómeno de diseño?). Claro, lo que nos quedamos pensando es cómo esto lleva el sello de Disney y cómo Disney puede venderles esto a los chicos y poner muñequitos en sus hamburguesas. Por supuesto que nuestro desconcierto parte de supuestos, como por ejemplo que Disney hace películas solo para chicos. O para meter muñequitos en hamburguesas. Pero Disney hace unos años que ya no es Disney. O ya no es solo Disney. O tal vez sí, es solo Disney y lo que ha cambiado es el público, o el público adulto que ya no es adulto como era adulto antes. O lo que creíamos que representaba Disney en verdad ya no lo es. Si pensamos que hoy una película como Toy Story 4 puede llenar una sala con cuarentones, si pesamos que Disney es Marvel y que en las películas de Marvel tenemos personajes con más de 50 años de existencia, tenemos que tener presente que el diseño del target que persigue Disney ya es otro. Y que Cruella ya no busca su público entre los más pequeños o solo entre los más pequeños. Si pensamos cómo Estella se convierte en Cruella, con una identidad duplicada a lo Bruce Wayne, Clark Kent o el mismísimo Diego de la Vega, podemos decir que Cruella abreva tanto en el cuento de hadas clásico a la Disney como en las historia de superhéroes. Con esto podemos llegar a concluir que Cruella es la película definitiva para el público del presente, pero no tanto por su injerencia si no por cómo absorbe todo lo que anda dando vueltas por ahí. Para ser más claros: el cine de hoy, el que se piensa para el gran público, influye menos en los espectadores de lo que los espectadores influyen en la construcción de las películas. Por eso cuando nos preguntamos para qué público está hecha una película como Cruella en verdad nos preguntamos mal. Porque ese público ya estaba ahí mucho antes y Cruella es solo su consecuencia.