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Un príncipe en Nueva York 2

Título original: Coming 2 America
Origen: EE.UU.
Dirección: Craig Brewer
Guión: Kenya Barris, Barry W. Blaustein, David Sheffield
Intérpretes: Eddie Murphy, Arsenio Hall, Jermaine Fowler, Leslie Jones, Tracy Morgan, Kiki Layne, Shari Headley, Wesley Snipes, James Earl Jones, John Amos, Teyana Taylor, Vanessa Bell Calloway, Paul Bates, Nomzano Mbatha, Bella Murphy, Morgan Freeman, Akiley Love, Rotimi, Louie Anderson, Trevor Noah, Michael Blackson, Clint Smith, Kevin T. DeWitt, Luenell, Rodney Perry, Navv Greene, Dikembe Mutombo, Colin Jost, John Legend
Fotografía: Joe ‘Jody’ Williams
Montaje: David S. Clark, Billy Fox, Debra Neil-Fisher
Música: Jermaine Stegall
Duración: 110 minutos
Año: 2021


4 puntos


¿PARA QUÉ VOLVER A AMÉRICA?

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

En los ochenta, Eddie Murphy estaba en estado de gracia en lo que respecta a su creatividad, éxito en la taquilla y poder en Hollywood, y Un príncipe en Nueva York (cuyo título original era Coming to America, o sea Viniendo a América) era una muestra potente de ello. Sin embargo, en la actualidad, su figura ha quedado relegada a un plano casi marginal, del que solo lo ha rescatado parcialmente un film excelente como Mi nombre es Dolemite. Quizás por eso Murphy procura volver a las fuentes, retomar propiedades que sustentaron su estrellato, y entonces acá tenemos a Un príncipe en Nueva York 2, que ya está disponible en Amazon Prime Video.

Y desde el vamos había una decisión acertada, o potencialmente positiva, que era la de poner a cargo de la dirección a Craig Brewer, realizador de Mi nombre es Dolemite. El objetivo era obvio: rescatar la magia del original -una comedia innovadora y repleta de ideas- y combinarla con lo mejor que había hecho Murphy en los últimos años. Sin embargo, nada de eso sucede: desde el primer minuto Un príncipe en Nueva York 2 luce como una película avejentada, a destiempo y sin razón de ser. En buena medida porque su premisa es extremadamente forzada: con la muerte del Rey Jaffe Joffer (James Earl Jones), Akeem (Murphy) queda a cargo del reino de Zamundia, pero como solo tiene tres hijas y la tradición marca que debe tener un heredero varón, su gobierno se ve como poco legítimo y amenazado. Hasta que claro, le llega la noticia de que tiene un hijo bastardo, Lavelle (Jermaine Flower), en Nueva York, al que irá a traer para formarlo como futuro rey, a pesar del enojo de su hija mayor y su esposa. Y si bien es cierto que la trama de la primera parte también tenía un componente un tanto arbitrario, había allí una dosis de disparate y de reflexión cómica sobre lo tradicional, las tradiciones y estereotipos que aquí no llega a aparecer más allá de una discursividad demasiado aferrada a la corrección política.

Pero, además, si el original era un relato de aprendizaje y descubrimiento que le daba también el lugar preciso a la narración romántica, en Un príncipe en Nueva York 2 el viaje está casi ausente, el aprendizaje es a los gritos y el romance a las apuradas en medio de intrigas palaciegas sin muchas luces. Ninguno de los personajes nuevos es mínimamente atractivo -Fowler, Leslie Jones, Tracy Morgan y Wesley Snipes están incluso un poco insoportables- y todo avanza en base a chistes poco ocurrentes, giros previsibles y repeticiones de ideas de la primera entrega. Para colmo, el film se pierde en una cantidad excesiva de subtramas que hasta colocan a Murphy en un lugar complicado, donde su protagónico no queda consolidado y tiene actitudes difíciles de entender.

A pesar de que prácticamente todo el elenco original está de vuelta en Un príncipe en Nueva York 2, se suman varios nombres más y todos parecen estar pasándola fenómeno, la sensación que prevalece es la de una fiesta ajena, con poco para aportar más allá de su exhibicionismo en el vestuario y la dirección de arte. De ahí que sea inevitable preguntarse por el sentido de esta vuelta -breve, casi irrelevante- a América. Ya sabemos por qué Murphy vuelve y en un punto es entendible, ¿pero por qué tenemos que volver nosotros, espectadores? La respuesta nunca aparece en esta secuela repetitiva, estirada y sin gracia.

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