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Shadow in the cloud

Título original: Ídem
Origen: EE.UU. / Nueva Zelanda
Dirección: Roseanne Liang
Guión: Roseanne Liang, Max Landis
Intérpretes: Chloë Grace Moretz, Nick Robinson, Beulah Koale, Taylor John Smith, Callan Mulvey, Benedict Wall, Byron Coll, Joe Witkowski, Liam Legge, Asher Bridle
Fotografía: Kit Fraser
Montaje: Tom Eagles
Música: Mahuia Bridgman-Cooper 
Duración: 83 minutos
Año: 2020


4 puntos


POSES QUE AGOTAN

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Quizás uno sea más intolerante de lo que supone, o quizás se le pasan algunas cosas de largo. O quizás solo está cansado de ver cómo muchos films obtienen apoyo solo desde una pose vacía, aunque astuta y ciertamente efectiva. Pero lo cierto es que primero me asombró y luego me saturó la euforia desmedida con Shadow in the cloud, que hace la misma operación que la saga Deadpool. Si la franquicia protagonizada por Ryan Reynolds viene exagerando la autoconsciencia hasta la canchereada sin sostén estético o narrativo; lo de esta película es una acumulación de gestualidades que vinculan la Clase B con el feminismo, pero sin consistencia más allá de su impostada discursividad.

Es cierto que el arranque animado del film de Roseanne Liang promete un tono paródico que en los minutos restantes no termina de confirmarse, básicamente porque la película no se toma en serio -paradójicamente- esa parodia y comicidad que parecía proponer. Los condimentos estaban ahí, latentes, a partir de un relato situado durante la Segunda Guerra Mundial y centrado en una piloto (Chloë Grace Moretz) que viaja con un cargamento secreto en un avión militar y que debe lidiar no solo con los aviones enemigos japoneses, sino también con una maligna criatura a bordo. Pero el film, en vez de llevar a fondo su exploración de las superficies genéricas, prefiere quedarse con una bajada de línea constante que dialoga de manera torpe al feminismo actual.

Quizás el problema sea que la trama, aunque interesante en su premisa inicial, no pareciera alcanzar más que para un episodio de una serie al estilo La dimensión desconocida. Es a partir de eso que el film pareciera verse obligado a completar los minutos restantes con una contraposición exagerada y superficial entre la feminidad que representa la protagonista, y la misoginia que encarna la tripulación del avión. Se podrá decir que la película apuesta al artificio, pero una cosa es eso y otra la sucesión esquemática de estereotipos, donde todo pareciera consistir en tirar a la marchanta frases que representen todos los lugares comunes del machismo. No hay en verdad personajes, solo envases para un discurso canchero y superado.

De ahí que Shadow in the cloud no narre, sino que presente situaciones que cimenten de la manera más explícita posible esa discursividad que es más anti-machista que feminista, aunque sin solidez en ninguna de sus variantes. Hay entonces un primer encuentro entre la protagonista y los tripulantes, antes de que ella quede confinada a una cabina, aislada y solo conectada a través de un comunicador. En esos minutos, que podrían ser potentes en su claustrofobia y uso del fuera de campo, el film despliega una serie de diálogos que hacen quedar al grotesco argentino como moderado, cayendo en repeticiones y regodeos que hacen al pasaje casi insoportable. Del mismo modo, poco se explica a través de la imagen y el sonido -a pesar del atractivo diseño estético de la puesta en escena-, con lo que predominan las palabras y remarcaciones, porque la película no termina de confiar en las herramientas cinematográficas.

Recién en los últimos minutos, cuando parece encontrarse satisfecha con su dogmatismo banal de la primera hora, Shadow in the cloud se permite zambullirse en la aventura. Allí exhibe algo de tensión, nervio y movimiento en espacios cerrados, con una interacción potente entre el adentro y el afuera. En esos contados instantes, la película revela lo que podría haber sido en su totalidad si no hubiera estado tan preocupada por hilvanar una retórica de barricada y más ocupada en narrar haciendo confluir la mirada política con la genérica. Sin embargo, en los últimos instantes, que pretenden colocarse en la misma senda de la acción femenina como Aliens o Terminator, vuelve a caer en los subrayados carentes de agudeza o inteligencia, como si la directora no terminara de entender que la mejor forma de construir discursos políticos es dejando que lo hagan los personajes a partir de sus acciones.  Es entonces que irrumpe nuevamente la construcción de una heroína de diseño, que no acciona desde sus propias motivaciones sino en función de lo que espera un horizonte de espectador bien determinado. Un espectador que va a ver Shadow in the cloud no para disfrutar de la tensión, el humor o el drama, sino a confirmar un punto de vista. Aquí, lo supuestamente disruptivo es en el fondo eminentemente conservador.

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