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Sputnik: extraño pasajero

Título original: Sputnik
Origen: Rusia
Dirección: Egor Abramenko
Guión: Oleg Malovichko, Andrey Zolotarev
Intérpretes: Oksana Akinshina, Fedor Bondarchuk, Pyotr Fyodorov, Anton Vasilev, Aleksey Demidov, Anna Nazarova, Aleksandr Marushev, Albrecht Zander, Vitaliya Kornienko, Vasily Zotov
Fotografía: Maxim Zhukov
Diseño de producción: Mariya Slavina
Música: Oleg Karpachev 
Duración: 113 minutos
Año: 2020


6 puntos


DISTINTAS CLASES DE MONSTRUOS

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Aunque esté lejos de ser una maravilla, Sputnik: extraño pasajero aporta algunos giros interesantes a ese subgénero largamente explorado que es el de monstruos provenientes del espacio exterior. Las reminiscencias a exponentes casi ineludibles como La cosa o Alien están a la vista o latentes, pero el film ruso se las arregla para introducir una mirada propia que no deja de estar vinculada -de manera un tanto superficial, es cierto- a la historia de su país.

Lo hace a través de un relato situado en plena Guerra Fría, centrándose inicialmente en una nave espacial que cuando le toca regresar de su misión termina estrellándose. De los dos tripulantes, solo uno queda vivo, aunque no precisamente solo. Es entonces que una psicóloga es llevada a una instalación militar para investigar el estado mental del astronauta, aunque en verdad su tarea será otra, distinta y similar a la vez: indagar cómo es el vínculo que tiene con una criatura extraterrestre que lleva adentro y que solo sale de él en determinados momentos. Esa criatura, claro, es tan fascinante como peligrosa, además de que dispara toda clase de tensiones entre la psicóloga, el oficial a cargo, otro profesional médico involucrado y el propio astronauta.

Los personajes de la película de Egor Abramenko -principalmente los hombres, no tanto la psicóloga- apelan constantemente al término “héroe” o al “heroísmo” para justificar sus actos, que muchas veces son repudiables. Es que hay matanzas injustificadas, encubrimientos y abandonos, a tal punto que el monstruo está lejos de ser el verdadero villano del relato. Lo son más bien las instituciones -particularmente la militar- y las nociones de Patria y Nación que sustentaban el andamiaje de una Unión Soviética que para ese momento estaba en acelerada decadencia. Frente a eso, se contrapone el profesionalismo y la honestidad de la psicóloga, que es capaz de interpelar la culpa de su colega -acostumbrado a cumplir órdenes sin chistar- y la del astronauta, que arrastra un pasado marcado por algunas decisiones cuestionables en pos de poder llegar a ese estatuto “heroico”.

Si Sputnik: extraño pasajero comienza como un film de suspenso que sabe dosificar la información, dar las explicaciones justas y necesarias, y crear algunas secuencias ciertamente inquietantes, a medida que avanza su metraje empieza a darle lugar a otros componentes dramáticos. De ahí que la inquietud, la tensión y la fascinación algo morbosa se empiezan a dar la mano con el debate ético, moral y hasta político. Y aunque es cierto que se dispersa en tramas paralelas y una discursividad algo redundante, no deja de combinar un nervio constante con una creciente melancolía. Para cuando arriba a sus minutos finales, el film encuentra otra clase de heroísmo, contrapuesto a esa construcción artificiosa muy propia de los totalitarismos: uno más íntimo y sacrificial, pero también anónimo, alejado de las narraciones grandilocuentes. Y aunque finalice con un tono más esperanzador, Sputnik: extraño pasajero deja flotando un tipo de inquietud distinta a la que prometía al principio: una donde lo verdaderamente monstruoso está presente en los sistemas de ocultamiento, que todo lo tapan, cueste lo que cueste.

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