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Fernando Ezequiel “Pino” Solanas y yo

Por Mario Marchioli (*)

(Especial para @funcinemamdq)

Foto inédita, mientras se filmaba «Tangos, el exilio de Gardel». De izquierda a derecha: José Antonio Martínez Suárez (asesor), Mario Marchioli (productor), Sabina Sigler (productora), un funcionario de Air France, Marie Laforet (actriz protagónica), «Pino» Solanas (director) y otro funcionario de la línea aérea, sponsor del film.

Es difícil rememorar situaciones que he vivido con “Pino”. Es difícil hablar del pasado en su ausencia a sabiendas que no habrá posibilidad de escuchar su voz, corrigiendo o haciendo valer su opinión al respecto, vehementemente como era habitual.

Murió en una cama de París, en este mes de noviembre, dejando a un ejército de amigos y seguidores consternados. Yo soy uno de ellos.

Hay un video en YouTube de reciente divulgación, el cual forma parte de un documental, aun sin estrenar, dirigido por Diego Campessi, donde “Pino” cuenta sus proyectos: dos películas de ficción y dos documentales.

Tenía 84 años, seguro que conocía la frase de Pablo Picasso: “Cuando me dicen que soy demasiado viejo para hacer una cosa, procuro hacerla enseguida”. Aunque no necesitaba conocer esa frase: él mismo había escrito una escena en su film Tangos, el exilio de Gardel (1985) donde en un vagón de tren, yendo de París a Boulogne Sur Mer a conocer la casa museo de nuestro general José de San Martin, interpretada por Gabriela Toscano y Lautaro Murua, Gabriela le pregunta a Lautaro: “¿Qué es ser viejo?” y Lautaro le contesta “No tener proyectos”.

No tuvo oportunidad, no se dio cuenta y pasó a la posteridad junto con sus amigos, Envar El Kadry, Vittorio Taviani, Fernando Birri y José Martínez Suarez, a quienes oportunamente yo conocí entablando una amistad gracias a él.

Era un estudioso y extremadamente perfeccionista. El exilio… en muchos tramos se filmó utilizando una steady cam; si no fue por primera vez en Argentina, fue una de las pocas primeras.

Si bien el guion tenía cuatro o cinco versiones, era habitual encontrarlo en la locación de filmación, escribiendo nuevos textos sobre una maquina Olivetti, que luego los actores sentados en el suelo, en silencio, trataban de memorizar.

Se filmaba una escena que se veía perfecta. Se daba vuelta y preguntaba: “¿Aldo, cómo la viste?”. Lobotrico a cargo de la cámara. “Bien Pino”, contestaba Aldo. Se dirigía con la misma pregunta al director de Fotografía, el legendario Félix “Chango” Monti, quien contestaba igual. Es entonces que rodeado de sonrisas socarronas, ordenaba: “Muy bien, vamos a hacer una más…”. Llegó hacer 33 tomas de una misma escena. Hoy es impensado en nuestro país. ¿Saben quién estaba a cargo de la claqueta? Gaspar Noé.

En tantos años con “Pino”, nunca tuve una discusión. Personalmente la política como tal, nunca me interesó; él lo sabía y me respetaba. En infinidad de ocasiones, le pedí que se pusiera a filmar. Quería reunir nuevamente al equipo de El exilio…, era imposible y le detallaba los motivos que eran irrefutables. Me llamaba para unirme a su productora y por distintos motivos siempre me negué. La última vez que lo intentó fue cuando trajo a Buenos Aires al director de Z, Costa Gravas, para que me encargara operativamente de sus presentaciones. Yo estaba inmerso en otra actividad.

Después de El exilio…, vino Sur. Una tarde en unas oficinas de la avenida Corrientes y Talcahuano en “Baires”, un piso 10, café de por medio, me contó la película, sin interrupciones lo escuché. Al finalizar se dio cuenta que no me había gustado. Se produjo un silencio incómodo y reaccionó diciéndome: “Ahora te voy a contar cómo la voy a hacer” y fue maravilloso, tal cual como lo plasmó en la pantalla.

Era habitual que se tomara un tiempo en medio de la filmación para explicarme sin que yo se lo pidiera, cómo iba a filmar la próxima escena. Cómo lo disfrutaba, hasta el día de hoy y para siempre.

Escribo esta nota y me vienen a la memoria infinidad de anécdotas propias y de terceros, que lo erigen como un personaje querible y muy singular.

Fallecido, se escribe infinidad de historias, reconocimientos, se producirán merecidamente homenajes y paulatinamente se irá diluyendo esta presencia en los medios, ocupando otras noticias su lugar de inmediatez. Es hasta lógico y habitual. Yo no lo podré asimilar. Hay un antiguo proverbio alemán que dice sabiamente “Si un arco iris dura un cuarto de hora, ya no se mira más”.

(*) Mario Marchioli fue productor en Tangos, el exilio de Gardel.

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