Por Rodrigo Seijas
El final de temporada de The walking dead podría verse como un cierre a medias: A certain doom se iba a emitir originalmente en abril, con la clara intención de clausurar la décima temporada. Sin embargo, la pandemia del coronavirus alteró los planes: el episodio no llegó a rodarse en su totalidad y debió postergarse su emisión hasta octubre. Luego se anunció que se agregarán seis episodios adicionales a la temporada, cada uno de ellos focalizado en un personaje en particular, a estrenarse el año que viene. Todo con vistas a lo que será la onceava y última temporada de la serie, que tendrá veinticuatro capítulos en vez de los dieciséis habituales. Lo cierto es que estamos ante un verdadero cierre de temporada e incluso de arco narrativo, donde la guerra contra los Susurradores llega a su fin con menos costos de los esperados, porque convengamos que ya habían sido suficientes. A certain doom presenta un relato sostenido más que nada en la reparación y la redención, principalmente para Carol, Lydia y Negan, no solo a partir de la eliminación -entre épica y melancólica en su particular nivel de locura- de Beta, sino también de la clausura de esa presencia condicionante desde lo fantasmal que era Alpha. Eso no eclipsa los abundantes pasajes de elevada tensión, principalmente en ese tránsito entre los zombies que deben hacer un selecto grupo integrado por Daryl, Carol, Kelly y Luke, entre otros. Allí hay un gran manejo de la puesta en escena por parte del director Greg Nicotero, exprimiendo al máximo los espacios asfixiantes y luego la oscuridad cuando la noche. Y si hay un par de guiños complacientes a los fanáticos a partir del retorno -un tanto antojadizo, pero al fin y al cabo revitalizador- de Maggie y la reaparición de Connie, lo más jugoso vino, obviamente, en la última secuencia, con el surgimiento de unos sofisticados soldados que rodean sorpresivamente a Eugene, Ezekiel, Yumiko y Juanita. Ya sabemos por los cómics que son parte de la Commonwealth (Mancomunidad), otro misterioso nuevo grupo, que pronto veremos cuán amigos o enemigos son. Al fin y al cabo, esa ha sido siempre la esencia de The walking dead, que seguramente se profundice en su última temporada: jugar al misterio con las categorías difusas que van de aliados ocasionales y compañeros de batalla, hasta amigos y enemigos mortales. Aunque eso sí: la guerra parece ser un estado perpetuo y la paz -o aunque sea un alivio- un estado efímero.