Título original: Borat Subsequent Moviefilm: Delivery of Prodigious Bribe to American Regime for Make Benefit Once Glorious Nation of Kazakhstan
Origen: EE.UU.
Dirección: Jason Woliner
Guión: Sacha Baron Cohen, Anthony Hines, Dan Swimer, Peter Baynham, Erica Rivinoja, Dan Mazer, Jena Friedman, Lee Kern
Intérpretes: Sacha Baron Cohen, Maria Bakalova, Dani Popescu, Manuel Vieru, Alin Popa, Rudy Giuliani, Mike Pence, Macy Chanel, Tom Hanks
Fotografía: Luke Geissbuhler
Montaje: Craig Alpert, Michael Giambra, James Thomas
Dirección de arte: Vraciu Eduard Daniel, Silvia Nancu
Duración: 95 minutos
Año: 2020
7 puntos
EL MUNDO ESTÁ LOCO, LOCO, LOCO
Por Mex Faliero
Lo haga Sacha Baron Cohen o lo haga Marcelo Tinelli, el recurso de la cámara oculta resulta siempre un procedimiento cuestionable desde lo ético. Hay gente que se ofrece a aparecer ante cámaras con un fin, que no es el mismo que persigue el que produce el evento. Y eso significa una trampa. Sin embargo, en el trabajo de Sacha Baron Cohen hay una vuelta de tuerca que, en todo caso, lo dignifica. Porque a partir de esa cámara que se inmiscuye en lo más profundo del territorio norteamericano (que no está técnicamente oculta, convengamos), hay un espacio para que personajes de lo más conservadores digan lo suyo sin mayor filtro. Lo discutible es en todo caso para qué se usan esas imágenes y ahí entramos, tal vez, en otro debate. En las películas de Borat se dicen cosas tremendas desde la autoconsciencia, en el caso del comediante, y desde la más brutal de las honestidades, en el caso de todos los que se prestan a aparecer. Y Borat Subsequent Moviefilm es no solo otro ejemplo de la efectividad cómica del recurso, sino además una demostración de la locura progresiva en la que ha ingresado el mundo desde la primera película de Borat allá por 2006.
Si bien cuando se estrenó Borat en Estados Unidos gobernaba George W. Bush y las cosas no eran del todo normales (estábamos en el post 2001), en todo caso fue una gestión republicana más o menos coherente dentro de la propia lógica que manejan los republicanos. Sin embargo, a cada kilómetro que avanzaba el personaje en aquella road movie se podía intuir el entramado de locura conservadora que terminaría instalando en el poder a un personaje como Donald Trump. Los 14 años que separan a ambas películas sirven como termómetro del grado de decadencia en el que puede ingresar una sociedad, pero también de los límites de un artista que comienza a verse involucrado en un tipo de compromiso -si se quiere- proselitista, como le pasa a Sacha Baron Cohen aquí. Es decir, mientras la película de 2006 era un registro de Norteamérica pero también uno universal, que nos interpelaba a través de la risa sobre los resabios intolerantes que residen en todos nosotros (y que además nos sorprendía como un puñetazo; el actor no era demasiado conocido), esa universalidad se borronea un poco en la secuela. Borat Subsequent Moviefilm es una película mucho más urgente y preocupada en el aquí y ahora. Y eso la vuelve perecedera a su pesar.
Ahora bien, Borat Subsequent Moviefilm parece estar construida en dos partes, donde una de ellas podría no estar sin dañar el conjunto. Nos referimos especialmente a los momentos con Mike Pence en la convención republicana o el tan comentado (e incómodo) momento con Rudolph Giuliani, dos secuencias de alto impacto pero que en el fondo no son más que pirotecnia electoralista (si nos atenemos a algunas denuncias contra Joe Biden, Borat podría haber hecho lo mismo en un encuentro demócrata, pero no…). El inconveniente de Borat Subsequent Moviefilm es que ambas secuencias terminen invisibilizando los logros reales de la película, que están en aquellas otras secuencias menos brutales y más sutiles en cuanto al procedimiento cinematográfico. El encuentro con una sobreviviente del Holocausto con la que Borat celebra que eso haya sucedido realmente; el encuentro con dos republicanos extremistas que avalan todas las teorías conspirativas que andan por ahí; una canción absolutamente nazi que es celebrada en un encuentro contra las medidas de aislamiento por la pandemia; la represión contra el sexo de las organizaciones conservadoras; la actividad de entidades que reproducen usos y costumbres de siglos pasados. Es en esos pasajes, y a partir de la intervención del propio Borat en esos espacios, donde Sacha Baron demuestra su talento, su forma de interpretar las diversas capas del lenguaje y el discurso sin dejar de ser hilarante, a lo que hay que sumarle el hallazgo de la bestial Maria Bakalova como la hija del periodista. Pero más allá de los segmentos documentales del film de Jason Woliner, Borat Subsequent Moviefilm también funciona notablemente en su prólogo y epílogo -digamos los momentos de comedia más convencionales- donde el humor salvaje se da la mano con las invenciones más increíbles, incluyendo un giro final que es toda una maravilla. Es decir, cuando Borat Subsequent Moviefilm se olvida de ser una herramienta de campaña y se permite ser libre es una comedia salvaje sobre un mundo que está loco, loco, loco.