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Funcinema

24 líneas por segundo: el día que descubrí el gag

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

En nuestro programa Funcinema Radio tenemos un segmento llamado Momento musical, en el que elegimos alguna canción que nos lleva inmediatamente a recordar una película o alguna escena. El otro día me tocó a mí hacer la selección y fui con Skeet surfin, canción de Nick Rivers, apócrifo héroe y rockero, protagonista de esa farsa increíble de los ZAZ que es Súper secreto! La escena en la que aparece el tema, parodia de los Beach boys y oda sexual al armamentismo yanqui, es una irrupción de color y calor luego de una intro en la oficina oscura de un cuartel nazi. Y es el quiebre definitivo que hace la película para que nadie se confunda: esta no es otra tonta película de guerra. Obviamente, como toda persona de bien, he visto Súper secreto! infinidad de veces. Y sin embargo tengo para mí, anclado en el corazón, el recuerdo de cuando la vi por primera vez. No recuerdo el año, pero era yo muy chiquito, allá por mediados de la década de 1980 (Súper secreto! es de 1984, así que tiene que haber sido ni bien salió editada en VHS). Con mi familia asistíamos a un lugar llamado “Fogolar Furlán”, un espacio recreativo de la comunidad friulana en Mar del Plata en el que los domingos hacían unos minestrones increíbles (tal vez los sigan haciendo). La jornada se extendía y luego del almuerzo había tiempo para salir a jugar. Sin embargo, recuerdo aquel domingo en que al salir a la vereda escuché las risotadas que venían desde el salón principal. La curiosidad me ganó y me metí. Un montón de personas -el salón estaba lleno o al menos así lo recuerdo- mirando en la pantalla una película. Y en ella, un señor vestido con ropas militares que atendía un teléfono de dimensiones desproporcionadas. Risas. Luego, una serie de vehículos que salían del cuartel, pero en verdad eran los mismos vehículos que giraban en círculo. Carcajadas. Yo no entendía mucho, pero me sumé. Con el tiempo, claro, entendí de perspectivas, de planos, de encuadres, de absurdo y de todo aquello que construye un gag cinematográfico. Pero aquella tarde de mediado de los 80’s, mirando Súper secreto! en el “Fogolar Furlán”, descubrí el gag, el chiste cinematográfico, y no solo eso: la proverbial energía que generan varias personas riéndose. Mi contacto con la comedia hasta entonces había sido hogareño: yo mirando Tom y Jerry o El superagente 86. Pero nada se compara a ese ritual social de ver una película con un montón de conocidos o extraños; y si es una comedia mucho mejor, porque las risas compartidas son un tesoro. No sé por qué recordé esto ahora, o tal vez tenga que ver que desde marzo no podemos ir a un cine y comenzamos a extrañar. ¡Por la vuelta! Cuando sea…

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