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Proyecto Power

Título original: Project Power
Origen: EE.UU. 
Dirección: Henry Joost, Ariel Schulman
Guión: Mattson Tomlin
Intérpretes: Jamie Foxx, Joseph Gordon-Levitt, Dominique Fishback, Rodrigo Santoro, Courtney B. Vance, Amy Landecker, Machine Gun Kelly, Tait Fletcher, Allen Maldonado, Andrene Ward-Hammond, Kyanna Simone Simpson, C.J. LeBlanc, CG Lewis, Casey Neistat
Fotografía: Michael Simmonds
Montaje: Jeff McEvoy
Música: Joseph Trapanese 
Duración: 111 minutos
Año: 2020


4 puntos


PODERES EFÍMEROS

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Es cierto que muchas veces el marketing de las películas difiere de lo que terminan entregando realmente, pero con Netflix esos casos parecieran abundar cada vez más, a tal punto que ya se podría hablar de una tipología. Si el servicio de streaming vende a su catálogo de films de acción como productos para pasar el rato y sin grandes ambiciones, las películas -y seguramente sus realizadores- no parecen creer mucho en esto. Y por eso terminan apelando a ciertos niveles de solemnidad que los exceden por completo, ya que no terminan de darse cuenta de que poseen solo algunos elementos para ser entretenimientos apenas pasables. Eso se notaba en varios pasajes de Bright y Misión de rescate, mucho más en La vieja guardia, y también en Proyecto Power, que cuenta con una premisa que se infla a sí misma sin mucho sustento.

El film de Henry Joost y Ariel Schulman se acerca al cine de superhéroes y a la vez se aleja, a partir de un relato donde una pastilla que le otorga a quienes la consumen poderes impredecibles por cinco minutos empieza a distribuirse de manera clandestina en Nueva Orleans. Frente a esta situación, un ex soldado (Jamie Foxx), una adolescente traficante (Dominique Fishback) y un policía (Joseph Gordon-Levitt) se unen de manera un tanto rebuscada para detener al grupo responsable de la iniciativa. Hay una idea potencialmente interesante en la trama, que es la del poder como una droga y al mismo tiempo un instrumento de control y dominación, pero pronto quedan claras las limitaciones de la película para explotarla.

Es que Proyecto Power no consigue manejarse con un mínimo de sutileza en su narración y en base a eso se la pasa remarcando cada aspecto mínimamente político: desde la historia de catástrofe y desprotección que aqueja a Nueva Orleans (con lo de Katrina como ejemplo emblemático) hasta las complicidades de las fuerzas de seguridad, pasando por las corporaciones malvadas que se aprovechan de los pobres y hasta el rap como herramienta artística de cuestionamiento. Todo se mete en una gran ensalada ideológica repleta de lugares comunes que rozan el ridículo, incluido un Gordon-Levitt con un forzado e inverosímil acento sureño. Y eso agranda aún más los agujeros de una trama con unos cuantos baches y arbitrariedades que podrían haber pasado de largo más fácilmente si el film se preocupara más por ir al hueso y contar con más decisión los conflictos que presenta.

Es cierto que Joost y Schulman demuestran algo más de sapiencia para imprimirle algo de nervio a la acción: hay, por ejemplo, un par de secuencias en un monoblock y en un bar que muestran algo de inventiva y tensión. Pero son apenas chispazos en una película con protagonistas que se la pasan repitiendo frases mil veces dichas y antagonistas descartables, con una total ausencia de solidez y carnadura en ambos bandos en pugna. Para colmo, Proyecto Power hasta luce avejentada en la paleta de colores que elige para delinear su imaginario visual: hay una estética un poco chillona y remarcada que la asemeja a las películas medianas y olvidables de la década pasada de Hollywood, de esas que en la Argentina casi indefectiblemente terminaban condenadas al mercado doméstico. El mismo destino le espera a este film y en eso es plenamente funcional a la maquinaria de producción de Netflix, pero encima amaga con querer ser importante. E indudablemente no le da.

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