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The unholy three (1930)



¡HE CAN TALK!

Por Nicolás Pratto

(@Malditavocal)

Probablemente si pensamos en Lon Chaney, esta película no sea la primera que se nos viene a la mente. Y es que, “El hombre de las mil caras” ha pasado al Olimpo por The unchback of Notre Dame (1923), Phantom of the opera (1925), Der vampyr (1927) y demás obras maestras. Pero Los tres malditos, como se la conoce por estos pagos, resulta una rareza ya que es su última película, y la única sonora.

Chaney era uno de los actores más importantes del momento, y el ícono de la Universal. Un actor que entregaba su cuerpo (literalmente) a la hora de interpretar sus personajes. En el Jorobado…el peso de la joroba era de 27 kilos, más de media bolsa de cemento. En The penalty (1920), interpreta a una persona sin piernas. En Forrest Gump, las piernas del Teniente Dan se quitan mediante efecto por computadora; Lon Chaney se ató las piernas a la espalda y caminaba de rodillas. No solo durante las escenas, sino durante todo el rodaje para acostumbrarse y naturalizar el paso del personaje. Ni hablar del proceso de maquillaje, hecho por él mismo, y que algunos secretos de la caracterización lo acompañaron a la tumba.

A inicios del 30, el cine tenía uno de sus primeros grandes cambios: la llegada del sonido. El decía: “Puedo tener mil caras, pero no mil voces”. Pero como todo reto, Chaney lo aceptó para superarlo y protagonizar la remake de una película en la que también interpretó el mismo papel, un ventrílocuo: The unholy three (1925), dirigida por su gran amigo Tod Browning. Y la remake, bajo el mismo título, dirigida por Jack Conway, cinco años después.

La historia nos presenta tres artistas de circo: un fortachón, un enano y un ventrílocuo. Tras un disturbio con la policía, ambos escapan e inician una nueva vida. Instalan una veterinaria, que termina siendo una fachada para conocer la vida de los clientes, y efectuar el robo de sus casas. El personaje de Chaney, haciendo uso de su talento, se disfraza de la dueña del local, la abuela O’Grady. ¿Quién sospecharía de una dulce ancianita? Junto a él, en la tienda trabaja su novia, Rosie (quien se hace pasar por la nieta de O’Grady), con un pasado delictivo pero con ansias de escapar e iniciar una nueva vida. Y Héctor, un joven que desconoce la fachada y está enamorado de Rosie.

La película tendrá un giro, tras la muerte de una víctima en un golpe mal efectuado, despertando las sospechas de la ley. Goza de momentos cómicos como el de la abuela O’Grady, celosa de que Héctor corteje a su novia. O el enano haciéndose pasar por bebé, frente a los clientes y la policía. Escenas que humanizan a los personajes, no importe lo viles que sean. Y otras escenas osadas, recordemos que el Código Hays empezó a regir en 1934.

Al momento del estreno, se la vendió como “Lon Chaney habla”. Y es que el hombre cuyo tantos personajes había interpretado, iba a tener una voz. Pero lo peculiar, es que se lo ve a Chaney, en la mayor parte del film, interpretando a un personaje sin maquillaje, prótesis ni nada. En pocos momentos caracteriza a la dulce O’Grady, y generalmente es el profesor Echo. Una rareza, ya que el público en general desconocía el verdadero rostro del actor.

La nueva versión de The unholy three sería su última película, ya que irónicamente ese mismo año fallecía de cáncer de garganta. Incluso en la película, su voz tiene un dejo de fumador. Como sabiendo su destino, Chaney cierra la película despidiéndose. Un hombre, en cuya última película se desliga de todo por lo que era aclamado. Demostrando que fuera del maquillaje, las prótesis y el esfuerzo físico, también podía actuar. ¡Y de qué manera!

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