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Funcinema

Canela

Título original: Idem
Origen: Argentina
Dirección: Cecilia del Valle
Guión: Cecilia del Valle, Romina Tamburello
Protagonista: Canela Grandi Mallarini
Fotografía: Lucas Pérez
Montaje: Verónica Rossi
Música: Juani Favre
Duración: 77 minutos
Año: 2020


8 puntos


RECONSTRUCCIÓN DE UNA PERSONA

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Canela Grandi Mallarini es una mujer trans, es arquitecta y da clases en la universidad. Los primeros minutos de Canela, el documental de Cecilia del Valle, la muestran avanzando sobre una obra en construcción que dirige, uno de esos universos vedados a lo femenino, donde su presencia resignifica el espacio, tanto el físico como el cultural. Sin embargo, la película no se construye sobre la mirada que los demás tienen de Canela, sino sobre la mirada que ella misma tiene de sí, y aborda el tema del deseo desde un lugar novedoso: ya no se trata de asumirse como mujer (eso ya lo hizo hace más de una década, hoy tiene 62 años), si no de dar ese paso posterior, el de someterse a una operación de reasignación de género. Si el documental muchas veces se construye sobre tres posibilidades (el personaje, el tema o la forma; y son contados los casos en los que se da esto todo junto), la película de Cecilia del Valle consigue ser efectiva en todos esos aspectos: encontró el personaje, encontró el tema y encontró la forma de transmitirlo en imágenes. Documental sobre la reconstrucción de una persona, la relación con la arquitectura y la recuperación de una vieja camioneta son símbolos que aparecen por allí y que hablan de formas tradicionales y nuevas posibilidades. Como el documental que se narra como una ficción.

Canela es un bienvenido paso más allá del cine que se asume como “militante”, es una aceptación de un cambio social que ya está dado y elude los subrayados simplistas y las voces altas. Estos tacos con los que Canela avanza firmemente en los primeros minutos (después lo hará sobre su vieja camioneta Chevrolet) dan pasos decididos, no le preguntan a nadie si pueden avanzar (al igual que su protagonista, la película irrumpe ante el espectador con un uso del color que hace recordar al primer cine de Pedro Almodóvar). A partir de esa decisión, a la directora le interesa más mirar a Canela y reflexionar sobre qué pasa en su interior, algo que muchas veces se olvida desde la militancia, convirtiendo al sujeto en bandera antes que en un ser humano con sus dudas, certezas y contradicciones. El documental retrata al personaje en su mundo íntimo (con la familia, con amigas) y en el público (chequeando el trabajo de los albañiles, dando clases en la universidad), pero también durante una serie de consultas médicas y psicológicas que realiza mientras analiza los riesgos que pueden llevar la operación y, más allá todavía, cuán importante es dar ese paso. ¿Realmente lo necesita? De manera sutil, Canela se permite también lo didáctico, el detrás de escena burocrático de una decisión humana y política.

Si hay algo que siempre resulta poderoso, eso es el humor. Y Canela, el documental y el personaje, lo tienen. Sin escaparle a lo dramático, que se filtra en aquellos pasajes en que se ahonda en la relación de dependencia que tuvo la protagonista hacia su familia (asistir a su tía y a su madre, sostener el camino que trazan sus hijos, la duda que genera saber quién la asistirá a ella durante el posible post-operatorio: hay un almuerzo familiar que se resuelven entre la amabilidad y la tensión), hay una comicidad que atraviesa todo el relato y que es parte inseparable de la forma de ser de Canela. Ese humor aparece tanto al reflexionar acerca del mundo que la rodea, como de verse a ella misma en determinadas situaciones. Y no pocas veces ese humor es una forma de mitigar el dolor, con la risa nerviosa que surge de la protagonista cuando dice algo que tal vez puede resultar incómodo: porque Canela es de esas personas a las que se le escapan algunos pensamientos. La película de Cecilia del Valle concluye sin definiciones explícitas y nos deja al personaje en el momento de tomar aquella decisión. Con sabiduría, termina aceptando aquello que se dice en la película: el cambio al que se enfrenta Canela es interior y no exterior. Al espectador, por lo tanto, no le tiene que interesar si se operó o no se operó. A su perfecta sincronía entre personaje, forma y tono, el documental le agrega la honestidad intelectual y la coherencia.

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