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24 líneas por segundo: la mala información, el corporativismo y el INCAA

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Volvió un clásico. No, ninguna vieja película de la era dorada con divos y divas. Lo que volvió esta semana fue la manipulación, la mala intención y el corporativismo alrededor del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y su sistema de financiamiento. Como saben, por estas horas se discutió lo necesario o no de un impuesto a las plataformas de streaming tipo Netflix. La información saltó a través de la pantalla de la señal de cable TN y se la brindó con un nivel de desprolijidad tal, que lo que se vio y escuchó resultó sumamente confuso. No es la primera vez que esto sucede: en la gestión anterior, durante el mandato de Alejandro Cacetta en el Instituto, se vivió una situación similar. Claro que uno no conoce las intenciones de quienes (des)informan de esta manera, y por más que nos parezca malintencionado lo que se hace, de lo único que podemos estar seguros es de que se trata de un alto nivel de ignorancia. Para los que no pertenecen al periodismo cinematográfico (incluso para muchos que sí pertenecen), el INCAA es un misterio y la necesidad de financiar el cine nacional es algo incomprensible. En relación al supuesto nuevo “impuesto a Netflix” el presidente del Instituto, Luis Puenzo, aseguró en declaraciones a Telam que en verdad lo que se está buscando es que una parte del 21% del IVA (que ya se tributa en las plataformas) vaya destinado al financiamiento del INCAA, así como se hace con una parte del valor de todas las entradas al cine. De esta forma no estaríamos ante un nuevo impuesto, sino ante una administración diferenciada del dinero que el Estado ya cuenta en sus arcas. Bien, con todo esto el debate ya parecería zanjado, aunque lo que nunca deja de sorprender (al igual que la mala intención de algunos que defienden los intereses de compañías privadas en el sector audiovisual) es el nivel de corporativismo de amplios sectores del periodismo cinematográfico que se cierra y blinda al INCAA. Siempre que se pone en discusión la forma en que el INCAA financia al cine, sea o no con mala intención, se opta por una actitud corporativa que tampoco hace bien: y salen por las redes muchos de esos que uno sabe que viven de algunas migajas que el INCAA arroja o bien gozan de algunos beneficios tan mundanos que a usted le parecería ridículo. Como bien lo expresa el director Juan Villegas en un par de artículos (acá y acá, la verdad que es difícil encontrar en el ambiente alguien que se ponga en un lugar tan objetivo como lo hace Villegas), no animarse a discutir los subsidios y los mecanismos del Instituto es tan nocivo como discutirlos desde la mala intención. Andar contando chismes por los pasillos de los festivales sobre quién y cómo manejó tal fondo o subsidio puede ser divertido; pero si a la primera acusación pública lo que surge es la actitud corporativa y un “acá no ha pasado nada”, se termina siendo tan funcional a un sistema podrido que lo único que se logra es justificar aquellas acusaciones, por más falaces que sean.

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