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Fuga a la medianoche (1988)



EL TIEMPO DE LA COMEDIA

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Hubo un tiempo que fue hermoso, había comedias en los cines y los comediantes gozaban de una gran reputación. No es que no siga habiendo comedias, pero su llegada a las salas de estreno es cada vez más escasa y el juicio moralista sobre el género produce censuras varias: la comedia pura, sin subtextos ni sobre-lecturas, es hoy un bien escaso. La filmografía de los comediantes más interesantes del presente la tenemos que seguir por los lugares que usted ya se imagina que vamos a buscar aquellas películas no podemos ver en los cines. Si bien la era dorada de la comedia norteamericana fue allá por los 30’s y los 40’s, cada generación tuvo su reinvención del género. Y los 80’s -porque a esa década nos referimos- fue pródiga en la aparición de grandes comediantes, muchas películas del genero fueron enormes sucesos de taquilla y algunas generaron un concepto que hoy seguimos citando. No encontrábamos humor solo en las comedias, sino que la aventura, el policial, la acción e incluso el terror se relacionaban con la comedia. En esa década, por ejemplo, un autor reputado como Martin Scorsese estrenaría El rey de la comedia y Después de hora. Steve Martin era una leyenda y el género tenía lugar tanto para el autoral Woody Allen como para las genialidades más populares del trío ZAZ. En ese contexto, una figura del momento como Robert De Niro tenía la necesidad de hacer una comedia. Y lo logró con Fuga a la medianoche, de Martin Brest, una película que no solo fue un gran suceso de taquilla sino que además desarrolló una serie de conceptos que hoy podemos ver en muchas comedias de acción del presente.

En el film, De Niro interpreta a un cazarrecompensas que sale a la búsqueda de un contador que estafó a la mafia, a cargo de Charles Grodin, un enorme comediante actualmente olvidado, que protagonizó varias comedias geniales de los 70’s y los 80’s. Obviamente algo sale mal y ambos personajes terminarán unidos por varios kilómetros, viajando en diferentes medios de locomoción, mientras escapan del FBI, la mafia y otro cazarrecompensa que se quiere quedar con el botín. Jack Walsh (De Niro) y Jonathan Mardukas (Grodin) conforman la típica pareja despareja de la tradicional buddy-movie: mientras el agente es un tipo duro y más introvertido, el contador es un manipulador mitómano que logra sacar de las casillas a su compañero de viaje. Hay algo que hace recordar un poco a Mejor solo que mal acompañado, de John Hughes, estrenada un año antes, pero la película de Brest apuesta más por el policial y la aventura. De todos modos es una idea de cómo el género funcionaba en aquellas épocas y atraía a las principales figuras del cine. Y si bien Brest y su guionista George Gallo no inventaron la buddy-movie (de hecho podemos encontrar aquí algunos elementos de Los 39 escalones, de Alfred Hitchcock), es cierto que la película trabaja la estructura a partir de un guion sumamente afilado, que sabe cómo involucrar a múltiples personajes y subtramas, mientras todo fluye a las mil maravillas.

En Fuga a la medianoche no sólo De Niro está más natural que nunca abordando la comedia, sino que Grodin elabora un personaje que se aleja un poco de su histrionismo habitual. Y hay secundarios geniales, como el Alonzo Mosley de Yaphet Kotto que se convierte en un chiste recurrente con su identidad robada; o el cazarrecompensas de John Ashton, que se parece al coyote intentando atrapar al correcaminos; Joe Pantoliano dos tonos más arribas con su arribista clástico; y Dennis Farina como el capomafia Eddie Serrano y con algunas de las mejores líneas de la película: “Don’t say a word to me, Sidney, don’t say a fucking word to me. I’ll get up and I’ll bury this telephone in your head” ó “You and that other dummy better start getting more personally involved in your work, or I’m gonna stab you through the heart with a fuckin’ pencil. Do you understand me?”. Martin Brest venía de dirigir la exitosa Un detective suelto en Hollywood (reveo esa película y no puedo entender el éxito, en serio) y conocía el vínculo entre la comedia y la acción, aunque aquí lo perfeccionó a partir de un guion mucho más sólido. Hay persecuciones, huidas a último momento, escapes por agua, tierra y aire, giros, una incontable cantidad de patrulleros siguiendo a los protagonistas y un final que opta por lo íntimo de sus personajes. Nada puede fallar.

Cuando hoy vemos una película que intenta el cruce entre buddy-movie y road-movie es imposible no pensar en Fuga a la medianoche. Si el cine de los 80’s fue importante en algo, es en la construcción de conceptos que hoy siguen funcionando (y de ahí es que se vincula con el período clásico) aunque se haya perdido algo de la esencia en el camino. Porque cuando uno ve a De Niro y Grodin en pantalla descubre que hay algo ahí que se está inventando. Fuga a la medianoche es una película muy graciosa, de un tiempo donde el cine sabía serlo sin problemas.

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