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Coffee y Kareem

Título original: Coffee & Kareem
Origen: EE.UU.
Dirección: Michael Dowse
Guión: Shane Mack
Intérpretes: Ed Helms, Taraji P. Henson, Terrence Little Gardenhigh, Betty Gilpin, RonReaco Lee, David Alan Grier, Andrew Bachelor, William ‘Big Sleeps’ Stewart, Serge Houde, Eduard Witzke, Chance Hurstfield, Diana Bang
Fotografía: Brian Burgoyne
Montaje: Daniel Gabbe
Música: Joseph Trapanese
Duración: 88 minutos
Año: 2020


8 puntos


GUARRADA AMERICANA

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Son muy divertidas las reacciones que ha generado Coffee y Kareem, la nueva comedia del canadiense Michael Dowse, estrenada recientemente por Netflix. En la película, un policía blanco (Ed Helms) que sale con una mujer negra (Taraji P. Henson) atraviesa la crisis de tener que enfrentar al adolescente hijo de su pareja y confesarle la relación que están manteniendo. El pequeño es Terrence Little Gardenhigh, un hallazgo absoluto, un pibe con una capacidad inusitada para la puteada, capaz de las imágenes poéticas más groseras que recuerde la comedia norteamericana reciente. La crítica norteamericana ha sido mayormente lapidaria y por ejemplo Peter Debruge, de Variety, dice que al estar la película orientada “a una audiencia joven ofenderá a la gente (…) Su gag más recurrente es poner a un chico de 12 años en situaciones inapropiadas”. Otro, Kyle Turner de The New York Times, dice que la película “está repleta de chistes terribles (algunos de ellos homofóbicos)”. El nivel de corrección política de la generación actual es tan grande y una parte del periodismo y la crítica sobreactúan tanto (queriendo convertirse en un faro moral bastante censurador), que una comedia como esta, que juega precisamente de manera autoconsciente con la grosería y los límites de lo permitido, no tiene hoy posibilidad de superar el nivel básico de interpretación que se hace de ella.

Coffee y Kareem es una película que atraviesa el subgénero de la buddy movie ochentosa, cuando el agente Coffee pasa a buscar a Kareem por el colegio, y ambos terminan involucrados en una trama policial entre desaforada y violenta. La película toma el ritmo de esas comedias a lo Después de hora, una suerte de road movie urbana con los personajes moviéndose de aquí para allá en el lapso de unas horas infernales: hay policías corruptos, narcotraficantes, drogas, prostitución, una madre que parece Terminator y una serie de chistes que ponen en evidencia lo complicado que resulta un mundo en el que nadie debe sentirse ofendido. Ed Helms es un especialista en eso, como lo demostró en la nueva versión de Vacaciones. El actor sabe construir personajes que representan tipos normales, casi ingenuos, trabajadores y fieles representantes de una clase media que esconde una serie de represiones internas, muchas de ellas expresadas sexualmente. Claro que lo singular de la película es cuando se cruza con Kareem, un adolescente que es una bomba de tiempo constante, un pibe que juega a ser pandillero y que oculta sus problemas en una personalidad hostil, sobre todo con el pobre e inepto Coffee. El nivel de guarrada de la película es tal, que Coffee y Kareem se quita inmediatamente el molesto mote de “comedia familiar” que le podía caer (“un policía y el hijo de su novia aprenden a ser buenos amigos y viven locas aventuras”) para convertirse en una verborrágica y virulenta incursión por las calles de Detroit: hay un chiste en una rotonda que es uno de los grandes chistes del año.

Dowse, director de toda guarrada hermosa, ya tiene experiencia en el arte de incomodar con la comedia, como en la rockera Fubar o en la genial salvajada deportiva de Goon. Pero también con dos comedias románticas muy buenas como ¿Solo amigos? y La mejor noche de tu vida, donde mostró su aplomo para historias donde lo sentimental se impone y el humor no tiene que pasar necesariamente por lo escatológico. Dowse esconde, detrás de un estilo en apariencia rústico, una precisión notable para el gag físico y para reflexionar sobre las taras del universo masculino en su relación con el sexto opuesto o, directamente, con el sexo. En Coffee y Kareem explora la buddy movie, como ya lo había hecho en Stuber, pero le adosa una mirada sobre la corrección política, sobre lo que está bien decir y sobre lo que no se debería decir, y un humor que va al choque directamente: el revuelo generado con los insultos que arroja el pobre Kareem es una demostración de la sensibilidad extrema del presente. Claro que como toda comedia que juguetea con lo policial hacia el final hay algunos excesos de falta de rigor en las resoluciones. Y Taraji P. Henson y Betty Gilpin están un par de tonos arriba del resto del elenco, por más que en cierta medida la película habilite esa volatilidad. El problema con películas como Coffee y Kareem no es que alguien se enoje (en todo caso está un poco pensada para que eso ocurra), sino en que ese enojo provenga de una lectura absolutamente lineal. En definitiva la linealidad es otro de los males de este mundo. Y en otra época películas como estas eran normas y no agradables excepciones.

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