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Recapitulación de Homeland: Two minutes

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

ATENCIÓN: SPOILERS

Respecto a Chalk two down y Chalk one up, Two minutes puede parecer un ligero descenso de calidad para Homeland. Pero lo cierto es que estamos hablando de una última temporada que hasta el momento viene exhibiendo un altísimo nivel. De hecho, este último episodio tiene un ritmo algo más pausado pero sigue apelando a algo ya habitual en la serie: giros y más giros que desafían la verosimilitud, aunque con un nivel de convencimiento en la narración y la puesta en escena que consiguen exitosamente capturar la atención del espectador, sin que cuestione lo que está viendo.

Si el arco narrativo de los episodios previos había dejado a Carrie en un lugar casi secundario o funcional a otras tramas, Two minutes representó para ella una vuelta al protagónico. Es cierto que no faltaron otras líneas narrativas: ahí tuvimos a Saul –obligado nuevamente al rol de todoterreno- enfrentándose en una tensa reunión con G´ulom, que sin embargo se erige en el gran triunfador al convencer a Ben Hayes, ya erigido como nuevo Presidente de los Estados Unidos, de que hay que tener mano dura con los talibanes. Claro que ese retroceso enorme en el proceso de paz, casi abortado –como bien dice Wellington, “dos días atrás fue hace mucho tiempo”-, encuentra una inesperada rueda de auxilio en Haqqani, que decide jugarse el todo por el todo y entregarse a los estadounidenses, buscando patear el tablero y complicar los planes de G´Ulom. Mientras todo esto se desarrolla, Max tiene su propio vía crucis: es capturado, herido cuando intenta escaparse y pierde la vital caja negra del helicóptero, que empieza a tener su propio recorrido en las redes comerciales ilegales de Afganistán.

Es precisamente Max la preocupación central de Carrie, o más bien, su foco de motivación nacido de la culpa. Y es su sentido moral –el sentir que le debe todos sus esfuerzos porque lo puso en la línea de fuego- el que impulsa su ética, que la lleva a recurrir a Gromov para que la ayude. Desde ahí, encara un juego propio, que incluye interferir con las comunicaciones de la CIA para que Gromov pueda hacer una llamada fundamental en un lapso de apenas dos minutos. Pero claro, parte de su juego queda al descubierto cuando sale a la luz la conversación que había tenido en su momento con Gromov. Y es el propio Saul el que debe encargarse de ella, en una conversación íntima que refleja a la perfección el vínculo afectivo pero también conflictivo entre ambos, donde la lealtad –entre íntima y profesional- cumple un rol fundamental. Allí le muestra cómo Gromov puede estar manipulándola y aprovechando su desesperación, tal como haría ella si estuviera del otro lado. Carrie, resignada, debe aceptar su suerte: quedar fuera del juego mayor, obligada a pedirle a Jenna que siga investigando las comunicaciones entre los talibanes para encontrar a Max y contemplando cómo Haqqani aparece para entregarse a sus antiguos enemigos pero posibles aliados.

Claro que Carrie tiene todavía un as bajo la manga: su escape del aeropuerto, justo cuando se suponía que iba a tomarse un avión rumbo a Alemania, cuenta con la ayuda de Gromov y abre un camino totalmente nuevo para ella. Ahora está fuera del sistema pero totalmente metida dentro del juego. O más bien, dentro de un juego totalmente nuevo. Las reglas han cambiado y Two minutes culmina con Carrie adentrándose en territorio inexplorado.

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