Por Patricio Beltrami
A pesar de que no se trata de la peor película de DC, Warner ya se encargó de sentenciar el fracaso artístico de su último lanzamiento de la ahora denominada Harley Queen: Aves de presa. La decisión de cambiar el nombre del film a menos de dos semanas del estreno no representa sólo un fuerte volantazo. De manera inédita, la compañía admitió implícitamente haber dado un (nuevo) paso en falso en su universo cinematográfico, cuestión que está pagando de la forma que más le duele: con un estrepitoso fracaso en taquilla.
Hasta el momento, esta producción no ha alcanzado los 73 millones de dólares de recaudación en Estados Unidos, mientras que en el resto del mundo recién ha superado los 100 millones. Igualmente, la película ya ha duplicado la inversión de cerca de 85 millones. Sin embargo, demás está decir que todos estos números se encuentran muy por debajo de las expectativas iniciales. Según las estimaciones más optimistas, se espera que su incursión por los cines finalice con cifras similares a las de Shazam!, que rozó los 365 millones en todo el mundo, con una erogación que rondó los 100 millones.
Más allá de los números y de las explicaciones que emitieron, Aves de presa está condenada. La modificación del extenso primer nombre (Aves de presa, y la fantabulosa emancipación de una Harley Queen) dejó burdamente al descubierto los motivos que llevaron a desarrollar este film: aprovechar el rédito comercial de uno de los personajes más rentables de esta cinematográfica; exprimir cada centavo del contrato que posee Margot Robbie; y usufructuar superficialmente el auge de feminismo con un grupo de mujeres fuertes, levantando las banderas de la igualdad de derechos. Finalmente, Warner no pudo presentar un real sustento para ninguno de estos posibles argumentos, y quedó en evidencia de la peor manera posible.